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César García Magán

César García MagánDaniel Vara

Entrevista | Secretario general de la Conferencia Episcopal Española

César García Magán: «De Benedicto XVI me quedo con su acogida, su cercanía, su sencillez y humildad»

Monseñor Francisco César García Magán, secretario general de la Conferencia Episcopal Española y obispo auxiliar de Toledo, quien estuvo al servicio de la representación diplomática de Benedicto XVI, revela en esta entrevista aspectos de la relación única entre Benedicto XVI y nuestro país

La relación entre Benedicto XVI y monseñor Francisco César García Magán, secretario de la Conferencia Episcopal desde noviembre pasado, es particular, diferente a la que en general han establecido los obispos diocesanos.

De hecho, el hoy obispo auxiliar de la archidiócesis Toledo y Gran Prior de la Lugarteniencia de España Occidental de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, era miembro del Cuerpo Diplomático de la Santa Sede, convirtiéndose, por tanto, en colaborador del nuevo Pontífice. En esa misión de servicio a la Iglesia, fue secretario y consejero de las nunciaturas apostólicas en Colombia, Nicaragua, Francia y Serbia, hasta 2007, año en el que regresó a su archidiócesis, Toledo.

A la luz de sus encuentros personales con Joseph Ratzinger, en esta entrevista con El Debate, monseñor García Magán rememora la relación particular que el papa emérito entabló con España. Una relación que había comenzado con su profunda admiración por la aportación de nuestro país a la historia, la cultura, el arte y la evangelización.

–¿Cómo fue su relación con Benedicto XVI?

–Mi relación con el Papa Benedicto XVI fue, por una parte, institucional, oficial, porque cuando él fue elegido Papa yo estaba de consejero en la nunciatura apostólica en París. Esto me permitió tener una relación personal en diferentes encuentros, que los recuerdo muy cercanos.

–¿Con qué se queda de los momentos de encuentro personal que usted pudo vivir con el Papa?

–De esos momentos más personales con Benedicto XVI me quedo con algo grabado en el corazón y en la memoria: su acogida, su cercanía, su capacidad de acogida de escucha. Su sencillez y su humildad, en el trato. La atención que te prestaba cuando le comentabas algo.

Recuerdo que le conté en una audiencia, que yo pertenecía a la archidiócesis de Toledo. Se interesó por ello y me preguntó por el entonces arzobispo, el cardenal Antonio Cañizares.

También me sorprendió un cierto sentido del humor. Recuerdo que hicimos una broma y puso unos ojos de pícaro, que no esperaba. Resalto su acogida, la sencillez y sobre todo la paz que transmitía.

César García Magán, con el Papa Benedicto XVI

César García Magán, con el Papa Benedicto XVI

–¿Cómo era la relación de Benedicto XVI con España, y con la Iglesia en España?

–El Papa Benedicto tuvo una relación estrecha con España y con la Iglesia en España. Ahí están esos tres viajes para la memoria, que realizó a los pocos de su elección. El viaje a Valencia, para el Encuentro Mundial de las Familias (8 y 9 de julio de 2006), donde tuvo ocasión de anunciar el «evangelio de la familia», el «evangelio de la vida».

Está también el viaje con doble destino a Santiago de Compostela y Barcelona (6-7 de noviembre de 2010).

Llegó a la ciudad del apóstol como un peregrino más, revalidando y profundizando ese discurso europeísta que ya había pronunciado san Juan Pablo II. Fue uno de los denominadores profundos de su pontificado: la reflexión sobre qué es Europa. ¿Por qué Europa es así? ¿Qué papel tiene Europa en el ámbito de las civilizaciones? Revalidó Santiago de Compostela como un centro europeo de identidad, de cultura, de fe, como ya había hecho su predecesor.

De ese mismo viaje, hay que destacar la visita a Barcelona, para la consagración del templo de la Sagrada Familia. Allí pudo destacar la conjunción de fe y cultura, fe y arte, uno de los grandes temas del pontificado de Benedicto XVI. Fue una Eucaristía preciosa con la simbiosis de arquitectura, de fe, de liturgia, de arte... Puso a Barcelona, a la Sagrada Familia, en el corazón, de la Iglesia universal.

Por último, está el inolvidable viaje a Madrid para la Jornada Mundial de la Juventud (18-21 de agosto de 2011), con esa misa multitudinaria, con esa impresionante vigilia de oración en Cuatro Vientos, bajo la lluvia. Ahí la centralidad de la Eucaristía tomó toda su fuerza: permítame la publicidad, en esa ocasión el Santísimo Sacramento fue expuesto en la majestuosa custodia del orfebre Juan de Arfe, que trajeron como algo excepcional de mi archidiócesis de Toledo.

Benedicto XVI sentía un profundo aprecio por la labor evangelizadora de España, por el peso de España en la historia de la Iglesia, por su acción misionera, por su labor pastoral, por sus santos. Cinco de los santos canonizados por él fueron españoles, y beatificó a 498 testigos de la fe en el martirio. Benedicto XVI, como conocedor de la historia, era muy consciente de lo que España había aportado, al cristianismo universal

García Magán, en la sede de la CEE en Madrid

García Magán, en la sede de la CEE en MadridDaniel Vara

–Usted está muy familiarizado, con los medios de comunicación. Se dice que Benedicto XVI era tímido y académico y, por tanto, no era un Papa mediático. Ahora bien, cuando vemos el recuerdo que ha dejado en tantas personas, nos damos cuenta de que su comunicación era capaz de crear una relación con las personas. ¿Cómo fue la relación de Benedicto XVI con los medios de comunicación?

–Creo que la relación del Papa Benedicto con los medios de comunicación, habría que analizarla en dos ámbitos.

Por un lado, están aquellos medios de comunicación que se quedaron en la etiqueta, en el prejuicio, en la imagen preconcebida y que construyeron una imagen del Papa Benedicto, que poco se correspondía con la realidad. Una imagen precocinada y que más que informar, deformaba lo que es la persona. Más que información era un bloque, un muro de hormigón, que hacía que no se pudiera conocer al personaje.

Pero, por otro lado, desde su altura intelectual, era un hombre que comunicaba mucho y bien. Hacía sencillo lo difícil, hacía cercano lo que era su profunda teología y reflexión teológica.

Ha sido un Papa que ciertamente no tenía esas dotes mediáticas, escénicas, en el sentido positivo del término, que tenía san Juan Pablo II. Ahora bien, él también sabía conectar. Cuando un medio de comunicación se acercaba a él o a su magisterio en la búsqueda de la verdad y no del prejuicio, salía sorprendido por esa capacidad de conectar, de informar, por la empatía que creaba con su interlocutor y con su mensaje.

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