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19 de septiembre de 2024

Michael Czerny es el prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral

Michael Czerny es el prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano IntegralCathopic

La nueva guía del Vaticano para cuidar la creación y del planeta en siete pasos

El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, dirigido por el cardenal Micheal Czerny, ha publicado un nuevo documento llamado Nuestra casa común

Es una de las iniciativas de divulgación más importantes del Vaticano sobre la protección de la Creación. Se trata de una guía para el cuidado de nuestro maltrecho planeta que se está distribuyendo por todo el mundo. La guía es el resultado de una iniciativa conjunta de la Santa Sede y el prestigioso Instituto de Estocolmo para el Medio Ambiente (SEI), bajo la dirección del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, dirigido por el cardenal Micheal Czerny. El folleto se titula Nuestra casa común y pretende informar a la humanidad sobre cómo «renovar urgentemente nuestra relación con nuestro planeta».

El Vaticano y el SEI de Estocolmo piden un cambio radical para todos nosotros en siete ámbitos: clima, planeta, agua, aire, alimentos, consumo y futuro compartido.

'Laudato Si'

Se inspira en la segunda encíclica del Papa, Laudato si, que sitúa las raíces de la crisis ecológica mundial en el consumismo excesivo y los modelos actuales de desarrollo económico. «Estas cuestiones son una prioridad para el Papa, la Iglesia, la comunidad científica, todos los creyentes y todos los ciudadanos», reza el folleto del Dicasterio y de la SEI de Estocolmo.

Para el clima hay tres puntos de cambio inmediato: detener la deforestación; cambiar la forma en que consumimos alimentos y cultivamos la tierra; producir energía sin combustibles fósiles con una conversión completa a energías limpias.

Si esto no sucede, según el Vaticano y la SEI de Estocolmo, corremos el riesgo de que haya cada vez más sequías, tormentas e inundaciones; gases de efecto invernadero fuera de control; escasez de alimentos y agua; y, sobre todo, 150 millones de personas en todo el mundo tendrán que abandonar sus hogares, que pronto quedarán sumergidos por los mares.

Planeta, agua y aire

En cuanto al planeta, el panfleto invoca sacrificios necesarios pero quizá también difíciles de aceptar para cada uno de nosotros, como proteger a las poblaciones locales e indígenas; reducir el consumo de carne y productos lácteos y el desperdicio de alimentos; restaurar los ecosistemas violados, como los graves daños causados a la selva amazónica, que corre el riesgo de convertirse en un inmenso desierto estéril dentro de 50 años.

Luego, el enfoque de la gestión del agua debe cambiar en los próximos años: 4.000 millones de personas sufren escasez de agua; 3.600 millones de personas viven sin servicios de saneamiento e higiene gestionados de forma segura. Por ello, el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y el Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo abogan por reciclar las aguas pluviales y residuales, proteger los ríos y embalses y detener la contaminación de las aguas subterráneas. También esto parece un reto complejo, a pesar del alarmante número de personas en el mundo que no tienen agua limpia para beber. Además, todo esto no puede abordarse sin sinergia con la cuestión del calentamiento global: el Papa Francisco lo recuerda cuando escribe que «todo está conectado» en la encíclica Laudato si.

Motores eléctricos, redes ciclistas y peatonales, energías limpias, reciclado de residuos: esta es la receta para un cambio radical en la contaminación del aire interior (humo de carbón, leña, estiércol), que hoy causa 3 millones de muertes al año en el mundo; y en la contaminación atmosférica, que hace que 9 de cada 10 ciudadanos del mundo respiren aire viciado.

Comida, residuos y consumo

Aún más drásticos son los cambios exigidos por el Vaticano y la SEI de Estocolmo en la producción de alimentos: el hambre en los países pobres ha aumentado un 70 %. La agricultura intensiva, basada en gran medida en los combustibles fósiles, ha convertido ricos bosques en tierras de cultivo y es responsable de cerca de un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. En este contexto, según el folleto, la Eucaristía «recuerda la profunda relación entre la Tierra, las personas y Dios», mientras compartimos «el Pan de Vida, ¿cómo respondemos al hecho de que tantas personas pasen hambre?» A una pregunta cristiana, la Santa Sede propone una respuesta cristiana: insistir en la agricultura ecológica y en las pequeñas explotaciones, fomentando su conversión a alimentos biológicos. Sólo así será posible producir alimentos más sanos en todo el planeta.

Por último, en la cuestión del consumo, es necesaria una intervención decidida de los gobiernos, especialmente para frenar el impacto de las actividades de las grandes empresas y cadenas de distribución; y mejorar el etiquetado de los productos. Pero, sobre todo, es necesario un mayor compromiso de los hogares de todo el mundo en el reciclaje de residuos. Cada año acaban en los océanos unos 12 millones de toneladas de plástico. Una cifra que se reduciría enormemente con una mayor responsabilidad de todos los ciudadanos del mundo.

El panfleto vaticano concluye con un llamamiento al «futuro compartido» para apoyar la justicia ecológica, vital «para construir un mundo más justo». Sólo así se podrá evitar que, de aquí a 2050, 140 millones de personas del África subsahariana, América Latina y el sudeste asiático abandonen sus hogares a causa de los fenómenos extremos.

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