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Marcello Semeraro, prefecto del dicasterio para la Causa de los Santosº

Marcello Semeraro, prefecto del dicasterio para la Causa de los SantosºV.N.

Entrevista con Marcello Semeraro

El prefecto de las Causas de los Santos: «En España, la sangre de los mártires representa la semilla de un cristianismo nuevo»

Entrevista al cardenal Marcello Semeraro, prefecto del dicasterio para las Causas de los Santos, en la que explica el trabajo de la Comisión de Nuevos Mártires - Testimonios de la Fe en el Vaticano que investiga más de 550 casos de personas que han sacrificado sus vidas por la causa de Cristo

El cardenal Marcello Semeraro inauguró la conferencia Dimensión comunitaria de la santidad, promovida por el Dicasterio para las Causas de los Santos, del 13 al 16 de noviembre, en el instituto Augustinianum de Roma. En la apertura de la sesión, el cardenal José Tolentino de Mendonça destacó que la santidad requiere amor, comprensión, reconciliación y paz. La asamblea fue moderada por Alessandro Gisotti, vicedirector editorial del Dicastero para la Comunicación, y el cardenal Semeraro explicó la perspectiva adoptada, viendo a la Iglesia como el hábitat en el que florece la santidad, citando a Fulgenzio de Ruspe (460-533 d.C.), sobre la importancia de la unidad en la Iglesia para la santidad.

–Cardenal Semeraro, ¿cuál es la razón de esta conferencia? ¿Por qué es tan significativo discutir sobre la dimensión comunitaria de la santidad?

–Es crucial para nosotros porque persiste un hábito que, a pesar del Concilio y otras evoluciones, aún no se ha superado por completo. Este hábito se refiere a la consideración de la santidad desde un punto de vista que, en nuestra opinión, aún es excesivamente individualista. A menudo, la santidad se evalúa centrándose en la persona individual, un enfoque que también aplicamos en los procesos canónicos. Es paradójico notar que, por ejemplo, cuando se trata de cónyuges, es correcto considerar a la persona individual, ya que cada uno es responsable y vive personalmente su propia santidad. Sin embargo, existen situaciones, como las familiares, donde también actúa la gracia sacramental del matrimonio. Tenemos ejemplos significativos, como los padres de santa Teresa de Lisieux, que fueron canonizados juntos, destacando la dimensión comunitaria de la santidad.

El cardenal Marcello Semeraro, junto al Papa Francisco

El cardenal Marcello Semeraro, junto al Papa Francisco

–La idea es que la santificación no ocurre en un vacío, sino en el contexto de interacciones…

–El Papa Francisco destaca otros aspectos que pueden entrar en la vida comunitaria. Lo que nos interesa subrayar es la fuerza del concepto expresado por el Papa: «No nos volvemos santos solos». Es por eso que, al final de mi saludo introductorio, cité el texto de santa Teresa de Lisieux: «En el cielo no encontrarás miradas indiferentes, porque todos los elegidos reconocerán deberse mutuamente las gracias que merecieron la corona». Santa Teresa hablaba de relaciones personales al final de su vida. Queremos enfatizar este paso, como también ha destacado el cardenal Tolentino, es decir, la santidad como relación, donde Dios se relaciona con nosotros. Este es un elemento de gran importancia, ya que tal vez, incluso en la exégesis bíblica, se enfatiza a menudo la lejanía de Dios, mientras que para nosotros es fundamental destacar la cercanía que se convierte en una relación familiar.

–Ha mencionado la santidad comunitaria en la familia; sin embargo, hoy las familias están cada vez más influenciadas por el individualismo en una sociedad globalizada. ¿Cuál es su opinión al respecto?

–Podríamos decir que nuestro tema es de alguna manera contestatario, ya que vivimos en un contexto que enfatiza fuertemente al individuo. También nosotros, como cristianos, hemos tenido experiencias filosóficas sobre el personalismo, un concepto destacado también por filósofos no cristianos. Sin embargo, hoy parece que se da demasiada importancia a este aspecto individual, a menudo propagado como libertad. En realidad, lo que queremos destacar es la realización plena de la humanidad, porque la santidad no implica una disminución de lo humano, sino su plenitud. La Biblia afirma claramente que Dios creó al hombre a su imagen, destacando una realidad dialógica intrínseca entre el hombre y Dios. La perfección humana, por lo tanto, no reside en la exaltación del individuo, sino en la riqueza de las relaciones y los encuentros.

El único ámbito del que está excluida la santidad es el pecadoMarcello SemeraroPrefecto del dicasterio para las Causas de los Santos

–Además, hay otro aspecto que ha destacado en su intervención: a veces, se percibe la santidad como algo inalcanzable. El cardenal Tolentino habló de una élite de santos, especificando que no se trata de un club exclusivo, sino de una invitación abierta a todos. ¿Podría explicarnos este concepto?

–El texto de san Francisco de Sales, presente en la Introducción a la vida devota, nos enseña que la santidad no está excluida de ningún ámbito, incluido el del ejército. A pesar de las experiencias actuales de los ejércitos, a menudo caracterizadas por conflictos y divisiones, san Francisco de Sales nos dice que la santidad también es posible en esos contextos. El único ámbito del que está excluida la santidad es el pecado, pero siempre queda un espacio en el que la conversión es posible. Un ejemplo notable de esta posibilidad de conversión se ilustra en el Evangelio con el llamado buen ladrón. Algunos autores medievales sugieren que subió a la cruz como ladrón, pero al cielo subió como santo, mientras que otros sostienen que subió a la cruz como santo, pero descendió como mártir. Esto demuestra que no existen ámbitos desde los cuales el hombre no pueda volver a Dios. El Papa Francisco ha utilizado la imagen del santo de al lado para ilustrar esta perspectiva abierta e inclusiva de la santidad.

–«Un santo triste es un triste santo», asegura el Papa Francisco. Entonces, ¿la alegría en el corazón también se convierte en una forma de construir comunidad?

–El Papa enfatiza la alegría en varios documentos. En nuestro trabajo, tratamos de evaluar si en las personas está presente el ejercicio de las virtudes que llamamos heroicas. Esta es una palabra que, para nosotros, puede resultar un poco arriesgada porque proviene de una tradición greco-latina en la que los héroes suelen ser representados como individuos fuertes, aquellos que realizan hazañas extraordinarias y siempre ganan, un concepto que también se propaga en los cómics, como Batman, por ejemplo. Estas personas, según esta concepción, nunca conocen la derrota. Entonces, la palabra heroico es una definición que requiere una reflexión más profunda. Santo Tomás de Aquino afirma que el signo de la heroicidad de la virtud es la alegría. Da ejemplos concretos, como el amor por una persona. Si amamos genuinamente a una persona, el encuentro con ella debería suscitar alegría. Santo Tomás, conocido por su expresión sobria en la Edad Media, utiliza el ejemplo de un novio enamorado de una chica que realiza gestos extraordinarios para encontrarse con ella, superando todas las dificultades con alegría. En línea con esta perspectiva, el Papa nos exhorta con la palabra latina gaudete, que significa alegraos, evocando también un concepto presente en la Biblia.

La santidad no está confinada en iglesias, sino que también se encuentra en las callesMarcello SemeraroPrefecto del dicasterio para las Causas de los Santos

–La Comisión de Nuevos Mártires - Testimonios de la Fe en el Vaticano anunció el lunes 13 de noviembre que actualmente está investigando más de 550 casos de personas que han sacrificado su vida por la causa de Cristo desde el año 2000 en adelante. ¿Qué nos puede decir sobre el trabajo de esta comisión?

–Esta comisión fue instituida por Juan Pablo II con motivo del Gran Jubileo del 2000. El Papa Francisco quiso retomarla, pero en una forma más estable, vinculándola institucionalmente a la actividad del dicasterio. No se trata de crear una lista de futuros santos, sino de individuos, incluso no necesariamente de fe católica, que encarnen la fuerza atractiva de la santidad. Posteriormente, algunas figuras podrían ser propuestas para un proceso de canonización, pero este es un discurso separado. Entre estas figuras fascinantes se encuentran, por ejemplo, Charles Péguy, Dietrich Bonhoeffer y «Etty» Hillesum. El Papa Benedicto XVI, en la última audiencia del miércoles después del anuncio de su renuncia, mencionó a «Etty» Hillesum, una judía que, en el drama del Holocausto, tuvo un encuentro con Dios. Recientemente, el Papa Francisco habló de una venerable, Madeleine Delbrêl, llamándola la santa de al lado. Inicialmente, Madeleine tenía una opinión provocadora («Dios ha muerto. ¡Viva la muerte!»), pero posteriormente experimentó una transformación, convirtiéndose en una precursora del Concilio, destacando que la santidad no está confinada solo en monasterios e iglesias, sino que también se encuentra en las calles, entre los santos de la calle.

Marcello Semeraro visitó en 2022 la basílica de la Macarena de Sevilla, donde firmó el libro de honor

Marcello Semeraro visitó en 2022 la basílica de la Macarena de Sevilla, donde firmó el libro de honor

–¿Puede proporcionarnos alguna referencia sobre España?

–He tenido la oportunidad de ir a menudo a España para beatificar a numerosos mártires, lo que demuestra que esta efusión de sangre no se limita solo a los primeros siglos de la Iglesia. Como decía Tertuliano, «la sangre de los mártires es semilla de cristianos», y creo que este principio también se aplica a España, donde se ha sembrado la semilla de un cristianismo nuevo.

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