Fundado en 1910
Ernest Simoni

El cardenal Ernest SimoniCedida

Entrevista con Ernest Simoni

El último sacerdote superviviente de la persecución comunista en Albania: «Sin el amor de Jesús, no hacemos nada»

Entrevista al cardenal Ernest Simoni, 95 años, último sacerdote superviviente de la intensa persecución socialista atea en Albania. En 2016, recibió la púrpura como testigo del Evangelio y en memoria de los mártires de la Iglesia del silencio

Perseguido implacablemente por el régimen comunista y encarcelado por el primer estado del mundo declarado ateo por Constitución, el sacerdote Ernest Simoni vivió un calvario de 28 años. Durante este período, realizó tareas agotadoras, desde romper piedras en una cantera hasta trabajar a 500 metros bajo tierra en las profundidades de una mina. De igual manera, dedicó 12 años a la difícil labor de construir y limpiar las alcantarillas de Scutari. Todo esto solo para no renegar de Cristo.

Ernest Simoni, presbítero de la archidiócesis de Shkodrë-Pult en Albania, nació en 1928 en Scutari y dedicó su vida al servicio de la Iglesia, a pesar de las dificultades durante la dictadura socialista de Enver Hoxha (1944-1985). El régimen de Hoxha persiguió una política de ateísmo de estado, prohibiendo las prácticas religiosas y cerrando lugares de culto. En 1967, Albania se convirtió oficialmente en el primer estado ateo del mundo, con la proclamación de la República Popular Socialista de Albania.

Después de su ordenación sacerdotal en 1956, Simoni continuó su ministerio liderando varias parroquias durante más de siete años. A pesar de ser considerado un «enemigo del pueblo» durante el régimen comunista, perseveró en su fe. Arrestado en la noche de Navidad de 1963, pasó dieciocho años en prisión, sufriendo trabajos forzados en minas y alcantarillas.

El cardenal Simoni, junto al Papa Francisco

El cardenal Simoni, junto al Papa FranciscoVatican Media

A los compañeros de prisión del padre Ernest Simoni, los verdugos les ordenaron registrar su previsible rabia contra el régimen, pero de la boca del sacerdote solo salieron palabras de perdón y oración. Durante su reclusión, el padre Ernest desempeñó la dura tarea de limpiar las letrinas de 4.000 detenidos. Sin embargo, nunca dejó de ser un padre espiritual y un apoyo para los presos en sus peores momentos. Durante este difícil período, Simoni mantuvo firme su fe, celebrando misas secretas y distribuyendo la comunión clandestinamente. Después de su liberación en 1990, confirmó el perdón a sus verdugos, demostrando una compasión cristiana fiel.

El Papa Francisco envió al cardenal Simoni un mensaje navideño con motivo del 60º aniversario de su arresto, reconociendo su fuerza espiritual. En 2016, el cardenal fue creado por el Francisco, convirtiéndose en el segundo albanés en recibir la púrpura. Esta nominación fue interpretada como un reconocimiento a los mártires y católicos perseguidos durante la dictadura socialista en Albania.

Durante la entrevista con El Debate, el cardenal Simoni mostró una profunda humildad, atribuyendo todo mérito a Jesús y enfatizando con fuerza que no había hecho nada heroico. Vistiendo su rojo manto púrpura, nos recibió cálidamente en el sugestivo salón del Palacio Arzobispal de Florencia, un edificio renacentista, amablemente proporcionado por la Iglesia local para la ocasión.

El cardenal Simoni, de 95 años, fue acompañado durante nuestra entrevista por su sobrino Antonio, quien lo cuida con amor. Además, estaba presente su secretario, Vieri Lascialfari. Esta compañía refleja el apoyo y el afecto que rodea al cardenal en su vida cotidiana, gracias a la archidiócesis de Florencia.

Su humildad también se evidencia en los relatos del encuentro con el Papa Francisco en Santa Marta, donde ambos optaron por llamarse simplemente «hermanos» entre sí (12.02.2017). El cardenal Simoni se presenta como un sacerdote devoto, transmitiendo palabras de perdón a sus verdugos y amor por la Iglesia sin pretensiones, ni vanidad.

A pesar de su avanzada edad, el cardenal albanés no se detiene; realiza visitas y viajes pastorales con el objetivo de encontrarse con el «pueblo de Dios». Afirma querer estar presente en parroquias, cárceles, orfanatos, diócesis en el extranjero y muchos otros lugares. En particular, en Florencia, a menudo se dedica a visitar cárceles y hogares de ancianos. Su mensaje sigue siendo: «Sin el amor de Jesús, no podemos hacer nada». Asegura que después de 60 años sigue practicando «exorcismos». «Pero es el Señor quien hace todo».

Ernest Simoni, durante su entrevista

Ernest Simoni, durante su entrevista

–¿Cómo mantuvo viva la fe durante los largos años de persecución y prisión en Albania?

–De joven presencié la ejecución de mis superiores y formadores en el seminario. Durante mi servicio militar obligatorio, por orden del presidente albanés, quien intentaba eliminarnos acusándonos de traición ante la población, ya había experimentado amenazas de muerte y difamación. Sin embargo, la gracia divina me protegió. Después de mi ordenación en 1956, predicaba el anuncio apostólico. Jesús permanece en la eternidad; él es la fuente de la felicidad eterna.

–¿Qué recuerda de la Nochebuena de 1963?

–Fui arrestado por cuatro agentes de la policía secreta albanesa, conocidos como sigurimi. No me permitieron terminar la Misa, me pusieron cadenas y me golpearon. En el primer interrogatorio, se me reprochó haber dicho que todos debíamos morir por Jesús y por la Iglesia, y fui condenado a muerte por ahorcamiento. No me desanimé. Sonreí y reafirmé que todos somos seres humanos y peregrinos en esta tierra.

–¿Cuáles eran las condiciones de su primer encarcelamiento?

–En un momento, me propusieron aceptar sus demandas para convertirme en profesor de idiomas extranjeros en la universidad y casarme con la mujer más bella de Albania, pero respondí que ya tenía una esposa, la Iglesia, eternamente hermosa y feliz. Fui arrojado al aislamiento, el llamado agujero de 1,5 x 1,5 metros sin ventana, frío e infestado de insectos.

A pesar de la condena a muerte, Dios me salvó, pero fui condenado a 10 años de trabajos forzados en las minasErnest SimoniCardenal albanés

–¿De qué le acusaban?

–La acusación fue haber celebrado tres Misas por la muerte del presidente estadounidense John F. Kennedy, asesinado en noviembre de 1963. El Santo Padre, Pablo VI, había pedido orar por el alma del primer presidente católico estadounidense. Además, se me acusó de suscribirme a una revista soviética en francés. La tercera acusación era realizar exorcismos, según la fórmula del Papa León XIII.

–El régimen cambió la pena de muerte por trabajos forzados…

–A pesar de la condena a muerte, Dios me salvó, pero fui condenado a 10 años de trabajos forzados en las minas, a 500 metros bajo tierra, en condiciones extremas. En 1973, durante una insurrección fui nuevamente acusado de organizar un levantamiento contra el régimen, una acusación falsa. Gracias a Dios, la pena de muerte no se ejecutó, y continué mi ministerio durante otros 18 años, siendo posteriormente condenado a trabajar en las alcantarillas por el resto de mi vida.

–¿Cuál fue el momento más difícil durante su detención y cómo enfrentó las torturas y las condenas a muerte?

–Todo fue sostenido por la gracia divina. Cuando me insultaban y amenazaban con ser ahorcado, pensaba en Jesús. Con Jesús, la muerte no existe. Durante la insurrección, Jesús me daba fuerza y consuelo. La muerte no me asustaba, ya que Jesús nos prometió la vida eterna. Enfrenté todo con la conciencia de que mi vida y mi ministerio estaban en manos de Dios.

Ernest Simoni

Ernest SimoniArchidiócesis de Florencia

–¿Arriesgó su vida al celebrar la Santa Misa clandestinamente?

–Sí, siempre recé el Santo Rosario en la prisión y pedí a los amigos que lo hicieran. Celebré la Santa Misa clandestinamente, usando uvas proporcionadas por la esposa de un prisionero musulmán de Tirana, convirtiéndolas en vino para la Misa. La harina de trigo mezclada con agua y cocida en placas calientes se convertía en la Santa Hostia.

–Pero, si el régimen sabía que usted decía la Misa, todo habría terminado...

–Todo se hizo para mantener viva la fe, incluso en las condiciones más extremas. Incluso los musulmanes que lo sabían lloraban. Durante la prisión, celebré la Misa en latín de memoria y administré los sacramentos en secreto.

–¡Todo clandestinamente! Pero, ¿nunca sintió odio o rencor hacia sus perseguidores y carceleros?

–Perdoné todo por Jesús, que siempre perdonó. Como decía Jesús en la cruz: «Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen».

–En 1981, después de 12 años de trabajos forzados fue transferido a las alcantarillas…

–Fui condenado nuevamente a trabajos forzados en las minas de Spac, a 500 metros bajo tierra, y continué cumpliendo mi condena en las alcantarillas de Scutari, cavando canales en condiciones extremas. Aunque mi familia sufrió debido a las persecuciones del régimen, Dios nos ayudó a sobrevivir. Continué mi ministerio incluso durante este período.

Jesús nos advirtió hace 2000 años: «Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán»Erneest SimoniCardenal albanés

–¿Qué mensaje le gustaría compartir con los cristianos que hoy enfrentan persecuciones?

–No quiero dar un sermón, pero esta es la realidad. Jesús nos advirtió hace 2000 años: «Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán». El camino de la Cruz es el camino para ganar el Paraíso: oración, penitencia y mortificación. Como nos exhortó Jesús, debemos orar sin interrupciones. Busquemos sobre todo la pureza, la caridad y el servicio a los más pobres. Como decía san Agustín, ningún día sin una buena obra para los pobres. «El que permanece en mí y yo en él da mucho fruto, porque sin mí no pueden hacer nada».

–¿Cómo recibió la noticia en 2016 cuando el Papa lo nombró cardenal?

–Estaba de viaje pastoral en la Toscana, visitando al pueblo albanés, cuando supe la noticia. Desde ese día, mi vida consagrada al Señor, se enriqueció con este gran don de la sagrada Púrpura, un signo de esperanza y aliento para la Iglesia de Albania y para el pueblo albanés martirizado por la larga persecución. Fue una situación inusual, considerando mi edad de 86 años.

–¿Qué recuerda del 19 de noviembre de 2016, el día en que el Papa lo creó cardenal?

–Después de un momento de oración en la Gruta de la Inmaculada Concepción de Lourdes en los Jardines Vaticanos, entré revestido con la Púrpura cardenalicia en la Basílica de San Pedro. El Santo Padre vino a saludar a los 13 cardenales; cuando fue mi turno, el Pontífice me abrazó y no pude contener las lágrimas. Me sentí consolado y seguro entre los brazos del Papa, entre los brazos de la Santa Iglesia.

comentarios
tracking