El Vaticano saca del tesoro secreto las túnicas de san Pedro y san Juan
Durante siglos, los Papas las han guardado en el llamado tesoro del Sancta Sanctorum, ubicado en el edificio junto a la basílica de San Juan de Letrán donde se encuentra la escala santa
dos reliquias de un «valor inestimable» van a ser expuestas en los Museos Vaticanos. Por primera vez, las autoridades pontificias han decidido sacar de la cámara secreta donde estaban custodiadas las vestimentas de san Pedro y de san Juan.
Durante siglos, los Papas las han guardado en el llamado tesoro del Sancta Sanctorum, ubicado en el edificio junto a la basílica de San Juan de Letrán donde se encuentra la escala santa, los peldaños que según la tradición subió Jesús de Nazaret durante su proceso de condena a muerte y que santa Elena se trajo de Jerusalén a Roma.
Según han informado los Museos Vaticanos en un comunicado, se trata de la túnica que vistió el fundador de la Iglesia, así como la dalmática (vestidura exterior) que perteneció al Evangelista. La presentación de las reliquias tendrá lugar este jueves 23 de mayo, en presencia de la directora de la institución, Barbara Jatta, junto con un grupo de expertos restauradores e historiadores. En este momento, se expondrá también el resultado de los trabajos de conservación de las túnicas.
De nuevo, según han indicado los museos estas dos «preciosas» prendas serán expuestas «durante un breve periodo» dentro del recorrido de la exposición permanente, concretamente en una de las salidas de la Capilla Sixtina.
El Sancta Sanctorum se remonta al siglo XIII, tiempos del Papa Niccolo III. Esta no pudo ser abierta hasta 1903, cuando tras muchos intentos infructuosos un herrero logró romper las imponentes cerraduras que durante siglos cobijaron los secretos de la cámara. Una vez abierta, se hallaron en su interior numerosas reliquias y obras de arte de inestimable valor, como la cruz con gemas del Papa Sergio, el icono «aquiropoeta» (no hecho a mano) del Salvador, la Cruz esmaltada de Pascual I, una estauroteca o relicario, piedras traídas de Tierra Santa y otros objetos. Por orden de Juan Pablo II, muchas de estas piezas fueron trasladadas a la Biblioteca Apostólica, donde quedó bajo responsabilidad de los Museos Vaticanos para su óptima conservación.