Francisco celebra la misa de apertura del Sínodo: «La Iglesia debe ser una casa de hermanos»
El Papa ha convocado una jornada de oración y ayuno para el 7 de octubre, primer aniversario del ataque de Hamás a Israel, con el fin de implorar la paz. El día anterior, 6 de octubre, visitará Santa María la Mayor para rezar el Rosario, invitando a todos los miembros del Sínodo a unirse en oración.
El Papa Francisco inauguró la sesión plenaria del Sínodo de los Obispos este miércoles, con la celebración de la santa misa en la Plaza de San Pedro. En la memoria de los Santos Ángeles Custodios, el Papa propuso en la homilía tres imágenes como guía para el camino sinodal: la voz, el refugio y el niño. «El Sínodo es también un viaje en el que el Señor pone en nuestras manos la historia, los sueños y las esperanzas de un gran Pueblo», dijo, subrayando la importancia de escuchar la «voz del ángel» para discernir juntos el plan de Dios.
El Santo Padre destacó la necesidad de crear espacios de diálogo y escucha, evitando actitudes prepotentes o agendas impuestas. «Quien, con arrogancia, presume y pretende tener el derecho exclusivo sobre la voz del Señor, no es capaz de escucharla», advirtió. Hizo un llamado a ofrecer las contribuciones con sencillez, recordando que en el desierto espiritual, si no se presta atención a la guía divina, «uno puede morir de hambre y de sed».
La segunda imagen presentada por el Pontífice fue la del refugio, representada por las alas protectoras de Dios (Sal 91,4), que no solo elevan a quienes se acercan a Él, sino que también los acogen con calidez. «La Iglesia debe ser una casa de hermanos», recordó Francisco, citando a san Pablo VI, y llamó a crear «lugares pacíficos y abiertos». Esta apertura y capacidad de acoger al otro, según el Papa, es lo que permitirá que los participantes se expresen libremente y que el Espíritu Santo obre en la asamblea.
Finalmente, Francisco centró su homilía en la imagen del niño, evocada por Jesús en el Evangelio. Jesús pone al niño en el centro, no solo como símbolo de inocencia, sino como una enseñanza para los discípulos: «Quien recibe a un niño en mi nombre, me recibe a mí»(Lc 9,48). El Pontífice resaltó que el Sínodo, pese a la importancia de las grandes cuestiones que aborda, solo puede tener éxito si los participantes se hacen pequeños en humildad y sencillez. «Los ángeles de los niños en el cielo están constantemente en presencia del Padre celestial», recordó el Papa, explicando que estos ángeles son como un «telescopio del amor del Padre», que invitan a ver con claridad la verdadera grandeza de Dios a través de la pequeñez.