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Bishops arrive at the Second Session of the 16th Ordinary General Assembly of the Synod at the Paul VI audience hall on October 2, 2024 in The Vatican. (Photo by Andreas SOLARO / AFP)

Los obispos llegan a la Segunda Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo en el Aula Pablo VIAFP

El sínodo, entre bastidores: un día a día intenso y una notoria presencia de España

José Cobo, arzobispo de Madrid; Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal, o el cardenal Cristóbal López Romero son algunos de los participantes españoles en la Asamblea de Obispos de 2024

Organizar un Sínodo de la Sinodalidad que represente y escuche a todos los países del mundo no es una tarea sencilla, especialmente al tener que acoger miles de propuestas, preguntas y sugerencias de los fieles invitados a participar. En este contexto, el Papa Francisco ha animado a los participantes a sentirse libres de expresar sus ideas, en un ambiente de amistad y respeto. Dirigiéndose en particular a los expertos, el Pontífice les pidió que fueran capaces de «relajar los músculos», señalando que esta asamblea debe permitir a todos sentirse escuchados y valorados por sus compañeros.

En este sínodo que se celebra en Roma, varios españoles juegan un papel clave. Entre ellos destaca el arzobispo de Madrid, José Cobo, que coordina el grupo encargado de revisar la formación de los futuros sacerdotes en los seminarios de todo el mundo. Este grupo, compuesto por ocho personas, tiene la tarea de revisar la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis desde una «perspectiva sinodal misionera», rediseñando el plan de estudios y la formación de los seminaristas para adaptarlos a las necesidades actuales de la Iglesia. Cobo, además, cuenta con una notable experiencia en este ámbito, habiendo liderado recientemente la fusión de los seminarios de Madrid y Alcalá de Henares, una reorganización solicitada por el Papa.

En otro grupo de trabajo, el agustino español Luis Marín de San Martín está involucrado en la selección de candidatos al episcopado, mientras que en la comisión teológica figuran otros dos españoles: José San José Prisco y Alphonse Borras. Por otra parte, el cardenal español y arzobispo de Rabat, Cristóbal López Romero, ha sido escogido como uno de los representantes de la Conferencia Episcopal de África.

El recién nombrado cardenal José Cobo Cano, durante la ceremonia de recibimiento de la púrpura

El recién nombrado cardenal José Cobo Cano, durante la ceremonia de recibimiento de la púrpuraEFE

Entre 368 miembros, un sacerdote condenado a prisión

En el sínodo, la voz de España resuena aún con más fuerza gracias a la participación de varios representantes eclesiásticos que aportan su perspectiva y experiencia a este crucial encuentro, entre los que se destacan el arzobispo emérito de Zaragoza, Vicente Jiménez Zamora, el presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, y el obispo de Solsona, Francisco Simón Conesa Ferrer.

En total, participan 368 miembros, de los cuales 96 no son obispos, y se han registrado 26 modificaciones de miembros, principalmente debido a sustituciones. De estos participantes, 45 son mujeres que tienen derecho a voto. Una de las novedades más destacadas es la inclusión del obispo nicaragüense en el exilio, monseñor Rolando Álvarez.

Álvarez, quien fue condenado en 2023 a más de 26 años de prisión y expulsado de su país por el gobierno de Daniel Ortega, está participando en las reuniones del sínodo en el Vaticano, donde llegó exiliado en enero de este año. Invitado por el Papa Francisco, Álvarez es el único nicaragüense en el evento, debido a la crisis que atraviesa Nicaragua.

Las relaciones entre el gobierno de Ortega y la Iglesia católica han sido tensas, marcadas por la expulsión y encarcelamiento de sacerdotes, la prohibición de actividades religiosas y la suspensión de las relaciones diplomáticas. En enero, la Santa Sede acordó acoger a Álvarez y a otros religiosos en el Vaticano.

El Papa ha mantenido otras personas que designó para el sínodo de 2023, entre ellas el jesuita James Martin, la teóloga Cristina Inogés o el cardenal Gerhard Müller, ex prefecto del dicasterio para la Doctrina de la Fe. Por otra parte, el Santo Padre ha sumado voces nuevas, como la de Juan Ignacio Arrieta, secretario del dicasterio para los Textos Legislativos y miembro del Opus Dei, así como el obispo alemán Stefan Oster, unos de los pocos opositores del camino sinodal alemán.

Siempre oración común y rueda de prensa

El día a día del sínodo incluye reuniones en grupos lingüísticos pequeños y asambleas plenarias donde se debaten temas del documento guía de los trabajos. En estas discusiones, los participantes tienen libertad para exponer sus puntos de vista, siempre en un ambiente de escucha y diálogo. A las 8:45 horas, antes del inicio de cada sesión a las 9, los participantes dedican un tiempo a la oración en común. La asamblea de obispos se lleva a cabo en el Aula Pablo VI del Vaticano, donde tiene lugar la audiencia general de los miércoles presidida por el Papa.

Durante toda la duración del Sínodo, excepto los domingos, que son días de descanso, la sala de prensa del Vaticano organiza ruedas de prensa y briefings a las 13:30 horas. Estos encuentros tienen como objetivo informar a los periodistas sobre los avances del Sínodo y responder a sus preguntas.

El sínodo sigue un método de trabajo detallado, dividido en dos grandes ámbitos: los grupos de trabajo y la asamblea plenaria. Por un lado, existen diez grupos de estudio formados para abordar temas específicos, que incluyen la relación entre Iglesias católicas orientales y la Iglesia latina, la misión digital y la formación sacerdotal.

Estos grupos, aunque autónomos, están plenamente integrados en el proceso sinodal, ya que su labor se relaciona con los temas que se discuten en la Asamblea. Continuarán trabajando hasta junio de 2025 y seguirán recibiendo propuestas y observaciones de la comunidad eclesial para enriquecer sus deliberaciones.

Mesas de trabajo del sínodo

Mesas de trabajo del sínodo en el Aula Pablo VIAFP

Por otro lado, está la asamblea sinodal, que es donde se toman las decisiones más generales. La asamblea se organiza en módulos, cada uno dedicado a un tema del Instrumentum laboris, el documento guía. En cada módulo, los participantes trabajan en grupos más pequeños y luego presentan sus conclusiones en asambleas plenarias. Esta dinámica permite profundizar en los temas en grupos reducidos, para luego compartir esos resultados en la sesión plenaria con todos los participantes.

El proceso también incluye una etapa crucial de mesas lingüísticas, donde representantes de los grupos de trabajo se reúnen por idiomas para sintetizar las discusiones de sus grupos. Estas mesas elaboran informes que se presentan luego en las congregaciones generales, donde se decide el orden de los temas a discutir y se votan las propuestas que se llevarán a cabo. Esta estructura busca asegurar que se escuchen todas las voces y perspectivas antes de que las propuestas finales se sometan a votación.

Finalmente, el sínodo culminará con la votación del documento final, que será entregado al Papa para su consideración. Este documento no es el final del proceso, sino que es una propuesta que el Pontífice evaluará para tomar decisiones futuras sobre cómo implementar los resultados del sínodo en la vida de la Iglesia. Durante este proceso, se destacan conceptos clave como corresponsabilidad, diálogo y transparencia, con el objetivo de promover una Iglesia más participativa, donde se valore la voz de todos los participantes, en un ambiente de oración y discernimiento comunitario.

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