Una extraordinaria restauración devuelve al baldaquino el esplendor con el que lo concibió Bernini
El Debate se eleva a 30 metros en la basílica de San Pedro para recorrer los andamios en la restauración de la obra maestra del artista renacentista, que «dejará a todos boquiabiertos»
Es raro imaginarse entrar en la basílica más emblemática de la cristiandad y poder decir que, entre los 40.000 visitantes diarios, uno tiene la oportunidad de caminar literalmente sobre el baldaquino. Este majestuoso monumento, sostenido por cuatro imponentes columnas, se puede considerar como el 'ombligo' de la basílica de San Pedro, al estar ubicado justo sobre el altar principal y alineado con la tumba del primer Papa. En una ocasión excepcional, más de 130 periodistas internacionales acreditados se han acercado al corazón de la basílica para explorar de cerca la icónica obra renacentista.
Desde lo alto de un andamio de más de 20 metros, los periodistas han podido admirar tanto la obra maestra de Gian Lorenzo Bernini como los trabajos de restauración que se llevan a cabo. El baldaquino, una impresionante estructura de bronce dorado creada por Gian Lorenzo Bernini entre 1624 y 1635 por encargo del Papa Urbano VIII, se eleva a 30 metros sobre el altar, inspirado en las antiguas columnas de mármol que rodeaban la tumba de Pedro en la antigua basílica.
Ahora, la restauración de la obra maestra de Gian Lorenzo Bernini ha llegado a su fin, con planes para retirar los andamios y protecciones el próximo 27 de octubre, permitiendo así que peregrinos y visitantes vuelvan a disfrutar de su esplendor. El cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de la basílica, presentó los resultados a la prensa, describiendo la restauración como «memorable y extraordinaria». La elección del 27 de octubre para la inauguración oficial es especialmente significativa, ya que coincide con la Jornada Mundial de Oración por la Paz, promovida por san Juan Pablo II en Asís en 1986 y el final de las sesiones Sínodo de la Sinodalidad que comenzó el pasado 2 de octubre.
El mayor reto: el tiempo
El baldaquino ha recuperado su esplendor gracias a su primera restauración en 250 años. Este imponente monumento ha revelado, además, los vestigios de un tiempo pasado, donde los 'afortunados' que pudieron subir a restaurar y limpiar la obra dejaron no solo sus firmas, dedicatorias y oraciones, aún perfectamente legibles, sino además objetos comunes, como restos de comida, plumeros, una suela de zapato, un sombrero de papel del siglo XIX, e incluso una lista de la compra que incluía cebollas y tomates.
Con una altura de 30 metros, el baldaquino se sostiene sobre cuatro columnas salomónicas de bronce. Su diseño combina partes de bronce oscuro con detalles dorados, presentando un gran realismo. Sin embargo, el paso del tiempo había oscurecido su belleza bajo una densa capa de suciedad, que por primera vez en dos siglos ha sido limpiada a fondo, justo a tiempo para el Jubileo de 2025.
Susana Sermati, una de las restauradoras involucradas en el proyecto, compartió su experiencia, destacando que «el mayor desafío fue la magnitud de la obra y el poco tiempo que teníamos, lo que requería trabajar con gran profesionalismo». A pesar de estas dificultades, el equipo logró una limpieza profunda que ha revelado la belleza del oro en el monumento, lo que permitió apreciar la «sensación y la profundidad del material», un aspecto que ella considera una verdadera joya artística.
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Carlo Usai, otro restaurador que trabaja en el baldaquino de San Pedro, destaca la importancia de la conservación del arte, afirmando: «En Italia se restaura mucho, y esto es importante porque siempre queremos conservar el arte». Para él, la belleza «es una expresión artística del más alto nivel». Carlo describe el proceso de restauración, comenzando con la documentación que explica el estado de las obras y realizando pruebas para determinar el método adecuado.
Usai también menciona los retos que enfrenta en este trabajo tan específico: «El desafío es respetar los tiempos. Este trabajo es muy intenso; aunque no podemos correr, tampoco podemos ir demasiado despacio». Su pasión por el arte es evidente cuando confiesa: «Me gusta el arte barroco; no puedo evitar amar lo que aquí se ha creado. Hay cosas bellas que se han hecho muy bien». Al final, anticipa la reacción de los visitantes, quienes «llegarán con la boca abierta al ver la grandeza de las obras» y comprenderán «la enorme cantidad de esfuerzo, energía y dinero que se ha invertido». De hecho, además del número de personas involucradas físicamente en la restauración, la inversión económica ha sido significativa: 700.000 euros aportados por la Orden de los Caballeros de Colón.
Antes de comenzar los trabajos, los expertos dedicaron seis meses a estudiar el estado de este monumento, que pesa más de 200 toneladas (60 de ellas de bronce), con columnas rellenas de hormigón. Está construido sobre una base excavada, ubicada encima de la cripta de los papas y de una antigua necrópolis romana, donde se encuentra la tumba de san Pedro.
Mientras tanto, la basílica se engalana para el Jubileo que comenzará el 24 de diciembre con la apertura de la Puerta Santa. Además de la restauración del baldaquino, se está renovando la mampara que protege la 'Piedad' de Miguel Ángel y se lleva a cabo la limpieza del Altar de la Cátedra, otro monumento de Bernini.
Este último, con un trono de madera que se dice perteneció a san Pedro, alberga un dinámico conjunto de cinco ángeles de bronce. La última limpieza del altar-relicario data de 1758, por lo que ahora, expertas en restauración trabajan arduamente para devolverle su esplendor, incluso desmontando elementos como las llaves del Cielo. Por primera vez, el trono de madera ha sido extraído y se encuentra actualmente en la sacristía, donde pronto será expuesto al público.