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El cardenal Cipriani fue sacerdote de la prelatura del Opus Dei entre 1977 y 1988FlickR

El cardenal Cipriani asegura no haber cometido abusos aunque las sanciones del Vaticano permanecen

El purpurado insiste en su inocencia después de aclarar que las acusaciones contra él «son completamente falsas»: «No he cometido ningún delito ni he abusado sexualmente de nadie ni en 1983, ni antes, ni después»

El pasado domingo, el diario español El País reveló que en 2019 el Vaticano impuso sanciones al cardenal peruano y exarzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, tras ser acusado de abuso sexual por un hombre que asegura haber sido víctima cuando era menor de edad. Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa del Vaticano, declaró a medios vaticanos que «el precepto penal sigue vigente».

Según Bruni, tras la aceptación de la renuncia de Cipriani como arzobispo de Lima, el Vaticano le impuso «ciertas medidas disciplinarias relativas a su actividad pública, lugar de residencia y uso de insignias, firmadas y aceptadas por Su Eminencia». A estas restricciones se sumaron algunas excepciones puntuales «debidas a la edad y situación familiar del cardenal». Sin embargo, Bruni destacó que dichas sanciones «siguen en vigor».

En respuesta, Cipriani negó categóricamente las acusaciones de El País en su contra a través de una carta publicada en Medium. «Quiero aclarar que los hechos que describen son completamente falsos. No he cometido ningún delito ni he abusado sexualmente de nadie ni en 1983, ni antes, ni después», afirmó el cardenal. El Vaticano no corroboró las afirmaciones de Cipriani, quien asegura que, tras una audiencia privada con el Papa Francisco en febrero de 2020, se le permitió reanudar actividades pastorales.

En el texto, Cipriani explicó que en 2018 la Santa Sede le informó sobre una denuncia en su contra, sin ofrecerle detalles. Meses después, en diciembre de 2019, el nuncio apostólico en Perú le comunicó verbalmente las sanciones. «Sin haber sido escuchado ni haber sabido más, la congregación para la Doctrina de la Fe me impuso penas que incluían la limitación de mi ministerio sacerdotal y el requerimiento de residencia estable fuera del Perú», sostuvo el purpurado.

Durante estos años, Cipriani residió en Roma hasta cumplir los 80 años, momento en que se trasladó a Madrid, según detalló. En su carta, reiteró su «rechazo y repulsa total a los abusos sexuales» y reafirmó su compromiso con la lucha de la Iglesia «contra esta lacra», siguiendo las indicaciones de los últimos pontífices. Además de elogiar «el especial liderazgo del Papa Francisco, que pone a las víctimas en el centro», subrayó que nunca se le informaron los detalles de las acusaciones ni se le brindó la oportunidad de defenderse o presentar su versión de los hechos.

El Opus Dei y su respuesta

Las acusaciones publicadas en El País provienen de un hombre de 58 años, quien asegura que Cipriani abusó de él en 1983, cuando tenía entre 16 y 17 años, en un centro del Opus Dei en Perú. En paralelo, Ángel Gómez-Hortigüela, vicario del Opus Dei en el país, destacó en un comunicado la amplia labor pastoral del cardenal Cipriani durante sus años como sacerdote incardinado en la prelatura (1977-1988), antes de ser nombrado obispo por el Papa Juan Pablo II en 1988. Sin embargo, también asume cierta autocrítica respecto al manejo de una solicitud de entrevista con el denunciante en 2018.

Según explica, optó por no reunirse con la persona debido a que ya existía una acusación formal ante la Santa Sede, que es la instancia competente para tratar casos relacionados con cardenales. En retrospectiva, reconoce que podría haber ofrecido una «acogida personal, humana y espiritual» al denunciante, aunque asegura «que sí me consta que recibió de otras personas del Opus Dei».

El vicario también aclara que no existe registro de ningún proceso formal contra Cipriani durante los años en que fue sacerdote del Opus Dei. Además, subraya que los protocolos de la prelatura para casos de abuso fueron actualizados en 2020, lo que garantiza actualmente que cualquier denuncia siga un procedimiento claro y no quede restringida al ámbito de conversaciones privadas, como podía ocurrir en el pasado.

Reconoce que, en esa época, no se contaba con la misma conciencia que hoy en día sobre el manejo adecuado de denuncias y el acompañamiento de las personas implicadas. El comunicado reafirma el compromiso de la prelatura con la prevención de abusos y la mejora continua en la gestión de denuncias, al tiempo que expresa solidaridad con todas las víctimas de abusos, «tanto dentro como fuera de la Iglesia».

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