La misofonía se reconoció como trastorno en 2001GTRES

Misofonía  ¿Por qué no aguantas el ruido que hace la gente al comer?

La misofonía es una alteración neurológica que se presenta como una alta sensibilidad a un sonido concreto

Escuchar a alguien mascar chicle o hacer ruido al comer no es algo que agrade a nadie pero cuando estos sonidos provocan en la persona una verdadera aversión se conoce como misofonía, una alteración neurológica que se presenta como una alta sensibilidad a un sonido concreto.

Aproximadamente el 20 % de la población general la sufre y según la Misophonia Research Fund, la misofonía es un trastorno de disminución de la tolerancia a sonidos o estímulos específicos asociados con dichos sonidos. Estos estímulos suelen desencadenarse cuando alguien mastica, respira o habla y, por tanto, están relacionados con la boca, la garganta o la actividad facial.

La reacción de la persona con misofonía suele ser extrema y tiende a consistir en una combinación de ira, disgusto, respuesta de lucha o huida, a veces una necesidad de lastimar a la persona que emite el sonido o de abandonar la situación.

Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Newcastle y publicado en 2021 en Journal of Neuroscience descubrían que estas personas con fobia a los ruidos tenían una mayor conectividad en el cerebro entre la corteza auditiva y las áreas de control motor relacionadas con la cara, la boca y la garganta.

El autor principal, el Dr. Sukhbinder Kumar, explica: «Nuestros hallazgos indican que para las personas con misofonía existe una comunicación anormal entre las regiones cerebrales auditiva y motora; se podría describir como una 'conexión supersensibilizada'».

Esta investigación sugería que existe un tipo anormal de comunicación entre el centro auditivo del cerebro, la corteza auditiva y las áreas de la corteza premotora ventral que son responsables del movimiento de la cara, la boca y la garganta.

Golpeo de dedos

Otro estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad Estatal de Ohio ha estudiado otro tipo de fobia a los sonidos, el que se produce cuando alguien golpea con los dedos de forma repetitiva y lo ha comparado con el trastorno relacionado con los sonidos de la boca.

Los hallazgos mostraron que los patrones de conectividad cerebral con las regiones de golpeteo de los dedos eran diferentes en las personas con misofonía, en comparación con los patrones de conectividad con las regiones de masticación.

«La historia de lo que sucede en el cerebro en la misofonía es incompleta si solo nos enfocamos en lo que sucede cuando las personas escuchan masticar y sonidos relacionados», dijo Heather Hansen, autora principal del estudio: «No podemos decir que la misofonía sea causada solo por conexiones cerebrales supersensibles con la corteza motora orofacial».

El estudio, publicado en la revista Frontiers in Neuroscience, involucró a 19 adultos a quienes se les realizaron exploraciones de resonancia magnética funcional de sus cerebros mientras realizaban diversas tareas.

Los resultados mostraron que cuando estaban en reposo, los participantes que obtuvieron puntuaciones más altas en misofonía mostraron conexiones más fuertes entre la corteza auditiva y un área de control motor, tal como lo había demostrado un estudio anterior.

Pero cuando los participantes en realidad usaban la boca para producir sonidos, una región diferente del cerebro estaba activa, y esta región no mostró conexiones más fuertes en los que tenían mucha misofonía en comparación con los que tenían poca misofonía, explica Jeff Grabmeier en un comunicado de la Universidad de Ohio.

Conexiones cerebrales 'supersensibles'

«Estos hallazgos sugieren que las conexiones cerebrales 'supersensibles' encontradas en el estudio anterior no pueden explicar la misofonía», dijo Hansen.

El estudio encontró que en los participantes que obtuvieron puntuaciones más altas en misofonía, hubo una conexión más fuerte entre las regiones del cerebro asociadas con el movimiento y la sensación de los dedos y el área de la ínsula del cerebro, que está relacionada con las emociones fuertes, incluido el asco. «No había ninguna conexión con la corteza auditiva en absoluto. La conexión importante fue con la ínsula», dijo Hansen.