Esta afección cutánea es causa de molestias como sequedad, tirantez, rigidez y picor
Enfermedades
Xerosis: síntomas, causas y cómo tratarla
Aunque puede afectar a cualquiera, suele ser más habitual en personas mayores y en mujeres
Tener la piel seca en algún momento es completamente normal y habitual, causada en la mayoría de casos por una mala hidratación de la misma. Sin embargo, no le solemos poner nombre a esta dolencia común y sí que lo tiene: xerosis.
Esta afección es un trastorno cutáneo de alta prevalencia en la población general que se caracteriza clínicamente por «una piel áspera, descamativa y habitualmente pruriginosa», según indica la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
A pesar de no tratarse de un problema severo, sí que causa daños importantes en la piel, como sequedad, tirantez, rigidez y molestias tales como picor. Esta puede surgir por varias causas, como el envejecimiento, a causa de otras enfermedades como la diabetes o por una deficiencia a la hora de regular la cantidad de agua en la piel. Por tanto, aunque puede afectar a cualquiera, suele ser más habitual en personas mayores y en mujeres.
Variantes
Esta enfermedad cutánea puede presentarse de dos formas: una es la fisiológica, que afecta en especial a los mayores, ya que su piel es más fina y frágil y ha perdido la capa protectora de grasa. La otra es de manera patológica, causada por enfermedades como el hipotiroidismo o la diabetes.
Otros factores también influyen en la aparición de xerosis, como el padecimiento de otras enfermedades –como la psoriasis–, el clima, los jabones que se utilizan, la ingesta de algunos medicamentos o ducharse con agua muy caliente.
Tratamiento
Lo habitual es que el tratamiento para los casos de xerosis consista en la aplicación de cremas o lociones humectantes. Sin embargo, debe ser el médico quien nos recete la mejor solución al problema tras hacernos las exploraciones pertinentes y el diagnóstico correspondiente.
En cuanto a la prevención, las recomendaciones de los dermatólogos suelen ser las habituales: no escatimar en protección solar, mantener una buena rutina de hidratación, escoger un jabón adecuado o reducir el tiempo de ducha y bajar la temperatura del agua.
Asimismo, la alimentación y la hidratación son esenciales, por lo que es conveniente comer frutas y verduras y beber entre un litro y medio y dos de agua al día.
