Adiós a los 36,6 grados, esta es la nueva temperatura corporal normal
Desde el siglo XIX se ha observado una disminución de la temperatura corporal
En el siglo XIX el médico alemán Carl Reinhold August Wunderlich hizo famosa la cifra de 36,6 grados como referente para medir la temperatura corporal de una persona. Sin embargo, estudios modernos han puesto en tela de juicio esa cifra sugiriendo que es demasiado alta. Un trabajo, realizado por científicos de Stanford Medicine descubrió que la temperatura corporal normal varía de persona a persona, dependiendo de su edad, sexo, altura y peso, entre otros factores, y fluctúa a lo largo del día.
Los investigadores, liderados por Julie Parsonnet, profesora de medicina y de epidemiología y autora principal del estudio publicado en JAMA Internal Medicine explica que la temperatura corporal normal de un hombre alto y con bajo peso de 80 años por la mañana, por ejemplo, podría ser casi un grado más baja que la de una mujer baja y obesa de 20 años por la tarde, algo que en el estudio del médico del siglo XIX ya se recogía. Wunderlich informó sobre un rango de temperaturas en este grupo, señalando que los hombres y los ancianos tenían temperaturas más bajas que las mujeres y los adultos jóvenes, y que las temperaturas eran más altas por la tarde. Pero fue el promedio general de 36,6 grados el que quedó grabado en la conciencia general.
Los hombres y los ancianos tenían temperaturas más bajas que las mujeres y los adultos jóvenes
Una cifra que sigue muy presente entre ciudadanos y médicos, según Julie Parsonnet: «La mayoría de las personas, incluidos muchos médicos, todavía creen que la temperatura normal es de 36,6 °C pero lo que es normal depende de la persona y la situación, y rara vez llega a esa cifra», dijo.
Menos temperatura que hace 200 años
Los investigadores liderados por Parsonnet, que actualmente trabaja en el Instituto Karolinska, realizaron un segundo estudio, publicado en eLife, donde estudiaron las tendencias de la temperatura a lo largo de historia y concluyeron que desde el siglo XIX se ha observado una disminución de la temperatura corporal como resultado de cambios en nuestro entorno durante los últimos 200 años, que a su vez han impulsado cambios fisiológicos.
Los autores plantean la hipótesis de que esta reducción puede deberse a una disminución de la inflamación en toda la población: «La inflamación produce todo tipo de proteínas y citocinas que aceleran el metabolismo y aumentan la temperatura», dijo Parsonnet. Los autores también plantean la hipótesis de que una vida cómoda a temperatura ambiente constante contribuye a una tasa metabólica más baja. Las casas en el siglo XIX tenían calefacción irregular y no tenían refrigeración; hoy, la calefacción central y el aire acondicionado son comunes. Un entorno más constante elimina la necesidad de gastar energía para mantener una temperatura corporal constante.