El factor de riesgo que aumenta la posibilidad de sufrir un infarto o un ictus
La cantidad de LpA en sangre viene determinada genéticamente y varía poco a lo largo de la vida
La dislipemia, conocido popularmente como tener alto el colesterol 'malo', es un factor de riesgo cardiovascular de primer orden. Gracias a los numerosos fármacos de los que se dispone para tratar la dislipemia, se ha conseguido que los pacientes alcancen cifras realmente bajas de LDL (colesterol malo), sin embargo, muchos de estos pacientes siguen teniendo eventos cardiovasculares isquémicos. A esta situación, relacionada con la lipoproteína A (LpA), se le denomina riesgo cardiovascular residual.
Tal como explica el doctor Ignacio Sánchez Lázaro, responsable de la Unidad de Cardiología del Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre, «la lipoproteína A ha emergido recientemente como uno de los factores de riesgo cardiovascular más importantes y novedosos. La presencia de cifras elevadas de LpA (>50 ng/ml) parece explicar en parte el riesgo cardiovascular residual, y por ello su evaluación es fundamental a la hora de estratificar el riesgo cardiovascular global de los pacientes».
¿Qué es la lipoproteína A?
La LpA es una partícula grasa en sangre similar al colesterol LDL (conocido como colesterol 'malo'). Sin embargo, a diferencia del LDL, la LpA tiene una proteína adicional llamada apolipoproteína(a), que le otorga características especiales: «Esta combinación única hace que la LpA sea hereditaria y desempeñe un papel significativo en procesos proinflamatorios y protrombóticos, incrementando de forma precoz el riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio o un accidente cerebrovascular isquémico», afirma el especialista.
La mayoría de la población tiene concentraciones de LpA bajas o muy bajas, pero se estima que entre el 20-25% presenta niveles mayores de 50 mg/dl. Este valor es considerado por la Sociedad Europea de Aterosclerosis como un indicador de mayor riesgo de morbimortalidad cardiovascular. Según explica la doctora Julia Martínez Solé, cardióloga de la unidad, «la cantidad de LpA en sangre viene determinada genéticamente y varía poco a lo largo de la vida ya que no responde a las estrategias típicas de reducción del colesterol LDL, como la dieta, el ejercicio físico o la medicación tradicional».
Trombos
«Además, –afirma la profesional–, niveles elevados de LpA están asociados con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares por sus efectos protrombóticos y proinflamatorios. Por ello, la concentración elevada de LpA se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, en especial a edades tempranas y en ausencia de otros factores de riesgo cardiovascular clásicos».
Reducir el riesgo
Como no hay tratamientos directos efectivos para reducir la LpA, el enfoque debe centrarse en controlar otros factores de riesgo cardiovascular. Esto incluye:
- Mantener niveles bajos de colesterol
- Seguir una dieta equilibrada
- Hacer ejercicio físico moderado regularmente
- Evitar la obesidad y el sobrepeso
- No fumar y controlar la presión arterial y la glucosa en sangre.
«Hasta la fecha, el único grupo farmacológico que ha demostrado cierto poder terapéutico para reducir la LpA son los inhibidores de PCSK9 (iPCSK9), pero su uso está muy restringido. Actualmente, se están realizando ensayos con fármacos dirigidos específicamente a la reducción de la LpA, pero su comercialización no se espera hasta dentro de varios años», afirma la doctora Julia Martínez Solé.
Control y prevención
Es vital medir la LpA al menos una vez en la vida, especialmente en familias con antecedentes de enfermedades cardiovasculares y en cualquier paciente con enfermedad cardiovascular. En caso de que una persona tenga elevada la Lp(a), debe comunicarlo a sus familiares (hermanos, padres, hijos) para que estos puedan hacerse un análisis, determinar sus niveles de LpA y poder así evaluar de forma global su riesgo cardiovascular.