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El grupo de veterinarios que actúa en el rescate de animales en la erupción de La Palma

El grupo de veterinarios que actúa en el rescate de animales en la erupción de La PalmaAndrea Domínguez Torres

Cumbre Vieja

La autónoma desalojada de su casa que dedica su tiempo a cuidar a los animales afectados por el volcán de La Palma

Esther Campos ha tenido que abandonar su vivienda por la erupción y desde hace tres semanas vive en su inmobiliaria con sus gatos. Sin embargo, ha decidido centrarse en reunir a los animales domésticos con sus familias

Esther Campos es autónoma y ha sido desalojada de su barrio en La Palma. La colada del volcán que entró en erupción el 19 de septiembre se ha acercado a su vivienda y ahora no tiene otro remedio que dormir con sus gatos en su inmobiliaria. Una vez que habilitó su lugar de trabajo como un espacio temporal donde vivir, se dispuso a buscar la forma de ayudar a sus vecinos y vecinas. Además de dirigir una inmobiliaria, Campos es presidenta de la Protectora de Animales y Plantas Benewara, así que decidió destinar su tiempo a cuidar y reunir a los animales que habían sido separados de sus familias por el volcán.

Desde hace ya tres semanas, la empresaria pasa su tiempo en el Instituto Eusebio Barreto de Los Llanos de Aridane, a donde van los animales domésticos rescatados por los equipos de emergencia de las zonas amenazadas por la lava. Perros, gatos, gallinas o conejos son algunas de las especies que permanecen en este centro. Un equipo de voluntarios y de veterinarios hace las labores de primeros auxilios, realiza cirugías si es necesario, da de comer a los animales y los saca a pasear.

El centro en el que se alojan los animales de granja desalojados por el volcán

El centro en el que se alojan los animales de granja desalojados por el volcánAndrea Domínguez Torres

El patio de este instituto se ha visto desbordado por todas las donaciones de comida o camas que han hecho los canarios desde distintos puntos del Archipiélago. Para ella, el apoyo material de la población ha sido determinante para poder cuidar a los animales y mantenerlos en buenas condiciones. Sin embargo, espera que cuando el volcán deje de sonar y el foco cambie de lugar, las necesidades de los animales y de los vecinos no caigan en el olvido.

Ayudar a los demás es una de las formas que han encontrado las personas afectadas para sobrellevar su duelo por haber perdido su vivienda o sus cultivos. Los palmeros que no han perdido su hogar pero sí han sido evacuados por la situación de riesgo también intentan combatir la angustia y la incertidumbre a través de la solidaridad.

La decana del Colegio Oficial de Psicólogos de Santa Cruz de Tenerife, Carmen Linares, destaca que tener la mente ocupada es una herramienta para seguir adelante, ya que en un contexto de erupción volcánica es imposible mantener el control.

Todo el país se ha volcado en apoyar a las familias damnificadas por el volcán, no solo a través de donaciones de ropa y artículos de higiene, sino también de dinero. El Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane había recibido hasta el 6 de octubre 1.281.865,14 euros entre donaciones de particulares y de empresas. Para algunos desalojados, la solidaridad les ha permitido comer, ducharse o vestir a sus hijos, después de haber tenido que salir con lo puesto de su casa.

Varios vecinos observan el paso de las coladas de lava por la parte industrial de La Laguna

Varios vecinos observan el paso de las coladas de lava por la parte industrial de La LagunaAndrea Domínguez Torres

Pedir ayuda o depender de administraciones y de otros vecinos genera un impacto emocional en las familias. Carmen Linares explica que a las personas les cuesta aceptar que necesitan ayuda después de estar acostumbradas a tener una vida estable, con trabajo, ropa y casa propia. Por esta razón, en los puntos de recogida de ropa y enseres como los pabellones municipales hay varios psicólogos.

Han pasado ya más de 20 días de erupción, pero aún no hay evidencias científicas de que vaya a terminar pronto. Los vecinos están agotados y son incapaces de acostumbrarse a vivir entre el caos y la incertidumbre. Mientras el volcán no deje de rugir, siguen «sin despertar» de una pesadilla que ha echado a 5.700 personas de sus casas y que ha sepultado al menos 1.000 edificaciones. 

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