Suiza aprueba Sarco, el ataúd destinado al suicidio asistido
Una cápsula en 3D diseñada por el gurú australiano de la eutanasia ya tiene el visto bueno para operar legalmente en el país europeo
el Doctor Philip Nitschke se ha ganado a pulso el apodo de 'Doctor Muerte'. El fundador del grupo proeutanasia Exit Internacional lleva años repudiado por su propio país por ayudar a morir a cuatro personas en el norte de Australia en los años 90. De hecho, se convirtió en el primer médico del mundo en acabar con la vida de una persona mediante una inyección letal conectada a un ordenador que activaba el propio paciente. En 2015, quemó su certificado de médico porque, según manifestaba, su país violaba el derecho de expresión con importantes multas.
La empresa de Nitschke lleva años paseando por ferias de arte y funerarias una cápsula para facilitar el suicidio que se fabrica con una impresora 3D. Ahora mercantiliza con la muerte en un país como Suiza en el que 1.300 personas murieron por suicido asistido en 2020.
Prototipos
Hay tres máquinas del suicidio, dos son prototipos y la tercera se imprime en Países Bajos, sede del bazar del gurú Nitschke y de su desconsoladora web donde también vende kits de barbitúricos, nitrito o Nembutal.
Sarco no tiene una realidad detrás que sostenga lo que su inventor propone. Se trata de planos para que una impresora en tres dimensiones dé a luz su máquina de la muerte. Así de contradictorio. Después, el voluntario tendrá que acceder a su interior, tomar un medicamento que le llevará a dormirse en unos cinco minutos antes de caer en un coma profundo. Luego llegará la muerte.
No hay respuestas sobre cómo se reclutan voluntarios para las pruebas de eficacia o si les retribuyen económicamente si el invento funciona o no funciona.
La Iglesia a favor de la vida
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Aquel dicho de los estoicos que advertían de que la última de las libertades humanas era quitarte la vida por tu propia mano se puede abolir por culpa de las leyes en favor de la cultura de la muerte que se han aprobado en países como España. Ataúdes que prometen «desmedicalizar el proceso de la muerte» como afirma Philip Nitschke en la web suiza Swissinfo son el escaparate que pretende convertir los últimos momentos en un espectáculo gracias a una cámara para que el protagonista se comunique con el exterior.
Lo más humillante de Sacro y de todo lo que rodea a este invento es que sus feriantes intentan «eliminar cualquier tipo de revisión psiquiátrica del proceso y permitir que el individuo controle el método por sí mismo» según dicen en las charlas que ofrecen en las exposiciones a las que someten a su entelequia.