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Programa perros de apoyo en sedes judiciales

Los perros que ayudan a los menores a testificar: «El nivel de ansiedad disminuye»

La Consejería de Justicia de la Comunidad de Madrid ofrece un servicio de apoyo para los niños en sedes judiciales

Vanessa es psicóloga clínica y trabaja en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer de la Comunidad de Madrid ayudando a los menores a tomar declaración. Una durísima tarea para la que cuenta con una herramienta inusual: un labrador retriever de siete años llamado Kuba.

Y es que la Comunidad de Madrid, a través de una iniciativa de la Consejería de Justicia, ofrece un servicio de perros de apoyo emocional para los menores que tienen que ir a declarar a los juzgados de Familia, de Violencia de Género o de lo Penal. Estos perros acompañan a estos menores durante el proceso, facilitando incluso la declaración, en un momento especialmente sensible para ellos.

«La idea es intentar que los menores, cuando vienen a declarar en sede judicial, sufran lo menos posible», explica María Jesús Juárez, coordinadora de la Oficina de Asistencia a Víctimas del Delito (OAVD) de la Consejería. «Hemos visto que cuando los menores vienen acompañados con el perro, el nivel de ansiedad disminuye», agrega.

Juárez comenta que la idea de ir acompañado por un perro o incluso hacerse cargo de él unos minutos, supone una distracción para estos menores y del daño que les puede provocar su declaración. Además, su presencia ayuda a que los niños hagan una declaración más relajada y completa.

Estos perros acompañan a los niños durante su declaración mientras el juez, el fiscal y los abogados observan desde una cámara Gesell. A través de un pinganillo, el juez le indica a la psicóloga los aspectos en los que quiere incidir y esta se los pregunta al menor mientras juega con el perro.

«En muchos casos las víctimas venían desconociendo el procedimiento», asegura Juárez, «la idea es poner al servicio de las víctimas recursos para que este procedimiento judicial, que ya en sí mismo es lesivo para ellos, les ocasione en menor daño posible».

Espiral de ansiedad

Vanessa Carral, además de psicóloga clínica, es la codirectora de Dogtor Animal, la entidad encargada de prestar este servicio. Después de trabajar como psicóloga de emergencias en la Policía Nacional, descubrió que los menores implicados en procesos judiciales «entran en una espiral compleja en la que el sistema tiene muchas dificultades para atender sus necesidades».

Los efectos del perro en el menor son instantáneos. «El perro les provoca una reducción de la presión arterial, del ritmo cardíaco, desvía la atención…», comenta Carral. «Favorecemos que tanto a nivel biológico como a nivel emocional el menor sea más proactivo en las testificaciones y que el trabajo de los profesionales judiciales sea más eficiente», añade.

Carral se emociona al recordar un caso de un menor que tenía conductas autolesivas por la ansiedad que le generaba el proceso judicial en el que estaba inmerso. Había llegado al punto de no dejar de comer y se negaba a testificar, así que el Juzgado le dio la opción de estar acompañado por el perro. «Fue una testificación durísima y, al final, le dijo a Kuba: ‘Gracias por dejar salir mi voz’», relata.

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