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Gaspar Garrote

Gaspar GarroteOMC (Organización Médica Colegial) 

Gaspar Garrote, Observatorio Nacional contra Agresiones a Médicos de la OMC

«El problema de las agresiones a los sanitarios ya era anterior al estallido de la pandemia»

El médico pide a las instituciones que hagan suyo el eslogan de «tolerancia cero ante las agresiones»

De aplaudidos durante lo peor de la pandemia, en aquellos duros meses de confinamiento donde una gran parte de la población tributaba su sentido homenaje desde sus ventanas y sus balcones, a ser el blanco de las iras de muchas personas frustradas con las restricciones y las penalidades vigentes.

Las agresiones a los médicos no son novedad. Y la pandemia no las ha provocado. Existían desde mucho antes, en una inercia cada vez más preocupante. Para el doctor Gaspar Garrote, que es coordinador del Observatorio Nacional contra las Agresiones a Médicos de la OMC, son fruto de una «hostilidad social» cada vez mayor y una «baja tolerancia a la frustración» cada vez más latente. La crisis del coronavirus, con sus restricciones, su colapso, su mayor tiempo de espera ha podido, si acaso, ahondar en la gravedad.

Entre 2010 y 2020 hubo, según este Observatorio, 5037 agresiones denunciadas. Otras muchas no se notificaron. En 2020, año de inicio de la pandemia, hubo 441, un descenso evidente respecto a 2019, donde las cifras se dispararon a las 667 agresiones.

Vaya paradoja: de aplaudidos durante lo peor de la pandemia a agredidos…

–No somos ni héroes ni villanos. El reconocimiento gratifica, pero no debe ser el objetivo, que es servir al paciente. Lo realmente paradójico es que la hostilidad revierte en quién precisamente está en una consulta para echarnos una mano.

¿Por qué se producen estas agresiones?

–Las causas ya se daban antes del inicio de la pandemia: una intolerancia absoluta a la frustración, porque las personas lo queremos todo con inmediatez. El egoísmo nos lleva a pensar que no hay nadie más con un problema de salud como el nuestro o el de nuestros familiares. Vivimos tiempos de gran hostilidad social, y eso se observa en la calle. El médico en su consulta es una víctima más. Estamos en un momento donde hay menos educación en valores. No se puede culpar solo a la pandemia, con todo lo que ha traído. Me temo que cuando termine la pandemia continuarán las agresiones. Vivimos tiempos carentes de valores donde hay menos respeto al trabajo ajeno.

Cuando termine la pandemia me temo que seguirán las agresiones

Aunque antes de la pandemia, la inercia ya era negativa, no se puede negar que la crisis sanitaria, con su exceso de burocracia o de presión asistencial, ha empeorado las cosas. Y el ciudadano se encuentra con situaciones en las que ni le llegan a coger el teléfono en el centro de salud…

–En todo acto médico, hay dos actores: el profesional y el paciente que necesita la ayuda. No creo que toda la responsabilidad recaiga siempre en quien pierde los nervios. Probablemente, el sistema facilita que la mala educación y la falta de valores aumente las posibilidades de agresión. La administración no facilita las cosas. El profesional está sufriendo mucho tiempo de fatiga y cansancio y eso ha empeorado la relación con su paciente. Y mucho sanitario se ha marchado fuera de España en busca de mayor reconocimiento profesional y mejor remuneración.

Mucho profesional no se va de España por las agresiones: pero sí por mayor reconocimiento

La punta del iceberg

En 2019 hubo más agresiones a médicos que en 2020...

Las agresiones que nos comunican a los colegios de médicos son las que nos llegan, pero son solo la punta del iceberg. A veces por miedo y temor, no se denuncian y ese es el caballo de batalla por el que nosotros luchamos. Nuestras estadísticas solo reflejan las que se denuncian. Lo más preocupante es acostumbrarnos a convivir con la hostilidad y normalizar que se nos falte el respeto. La OMC ha solicitado a Bruselas que se considere las relaciones médico-paciente un Bien Inmaterial de la Humanidad.

¿Qué le diría a las instituciones y a los gestores?

–Únicamente, que el eslogan que usamos en nuestra campaña «tolerancia cero» ante las agresiones, que lo hagan propio. Y eso significa mejorar infraestructuras, mejora del sistema ante la demanda social, mayor reconocimiento profesional… decisiones que vayan acompañadas de educar a la sociedad en esos valores que antes hacía referencia.

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