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Un médico sostiene la mano de un enfermoGTRES

La educación en cuidados paliativos, «esencial para la salud pública»

De las 380.000 plazas residenciales, entre 180.000 y 250.000 están ocupadas por personas «con unas necesidades paliativas enormes»

Más de dos décadas después de que se pusiera de manifiesto por primera vez la importancia de los cuidados paliativos, sigue sin impartirse en las titulaciones de Ciencias de la Salud. El progreso hacia este objetivo «ha sido muy heterogéneo», y en nuestro país existen enormes diferencias en cuanto a la formación que reciben los futuros profesionales de la salud sobre este ámbito asistencial.

Lo cierto es que estas ayudas «no deberían considerarse un privilegio». Juan José García, médico anestesista y exsecretario general del Colegio Oficial de Médicos, asegura que los facultativos siempre han apostado por que los gobiernos promulgaran una ley general de cuidados paliativos como pieza fundamental para cuidar un paciente, pero en lugar de promulgarla, dieron luz verde a una norma que acaba con la vida de las personas, la ley de la eutanasia.

Así lo han señalado varios expertos en la jornada de La educación en cuidados paliativos, esencial para la salud pública, organizada por la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal) y la Fundación La Caixa. En ella, Jaun Pablo Leiva, doctor y presidente de la Sociedad, expresó que los cuidados paliativos, «al igual que las vacunas», deben ser algo «que no se pone en cuestión» como una prestación esencial para la salud pública.

En este sentido, Monserrat Buisán, psicóloga y directora corporativa de Programas Sociales de la Fundación la Caixa, consideró que es necesario «dibujar la estrategia futura» para ayudar a todos los profesionales «a tomar mejores decisiones». Los cuidados paliativos son un derecho que deberían tener todas las personas para el buen morir, pero no es accesible para todos.

Por ello, la psicóloga aseguró que teniendo en cuenta los actuales cambios en las estructuras de las relaciones sociales y las nuevas vulnerabilidades, el tema de los cuidados debe de estar en el centro, y «debemos sumar responsabilidades para garantizar que así sea».

Por su parte, Carlos Centeno, catedrático de Medicina Paliativa de la Universidad de Navarra quiso dar voz a los futuros profesionales. Lo hizo exponiendo algunos testimonios de los estudiantes que cursan la asignatura de Medicina Paliativa en su Universidad, como Naiara, de sexto curso, quien afirmó que esta clase le permite ver «desde otra perspectiva» el final de la vida y su próxima profesión, «porque pensar que el fin de la medicina es siempre la curación nos lleva a la frustración».

Formación insuficiente

Xavier Gómez-Batiste, director de la Cátedra de Cuidados Paliativos ICO / UVIC, puso de manifiesto la especial incidencia de las necesidades paliativas en el ámbito sociosanitario: «O nos metemos con esto o estaremos olvidando una realidad brutal». Al respecto, recordó que, de las 380.000 plazas residenciales, entre 180.000 y 250.000 están ocupadas por personas «con unas necesidades paliativas enormes, cuya prevalencia del dolor, en más de un 70 % de los casos, debería remover conciencias».

Por eso quiso poner en valor «modelos de éxito» a la hora de integrar el sistema paliativo en el sector sociosanitario, como el implementado por el Instituto Catalán de Oncología (ICO) o el programa para la atención integral a personas con enfermedades avanzadas de la Caixa.

A nivel general, cree que todavía permanecen barreras relacionadas con «la negación, la estigmatización, la incapacidad o la confusión en la identificación de los pacientes», así como «resistencias» por parte de otras especialidades, y «también falta de tiempo y recursos».

Para solventarlo, el director apuesta por establecer unidades funcionales para el enfermo avanzado, tanto en hospitales como en atención primaria y residencias, donde una enfermera gestora de casos identifique al paciente de cuidados paliativos y se avance en la «implementación de la atención de forma sistemática», lo que «no solo reduciría el sufrimiento, sino también los ingresos y las visitas a urgencias».

«Sabemos, podemos y no hacemos», añadió también, en un ejercicio de autocrítica, sobre «la queja, el victimismo o el sectarismo» que a veces se aprecia entre los profesionales de los cuidados paliativos, al tiempo que puso el acento en la relevancia de avanzar en la cultura paliativa en el marco de la salud pública.

«Necesitamos un cambio de visión hacia líderes comunitarios de la atención paliativa, ser proactivos, ver dónde están las necesidades para darles respuesta, porque esto nos acredita en la sociedad», concluyó.