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La eutanasia ya es legal en varios países

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Una demora de 10 semanas en el oncólogo empuja a una mujer a la eutanasia: «No debería haber tardado tanto»

Una enferma canadiense, de 67 años, ha tenido que renunciar a todo a pesar de sus ganas de seguir viviendo junto a su familia y amigos

La cultura de la muerte de Canadá ha llegado a los pacientes oncológicos. Samia Saikali, una mujer 67 años a la que le diagnosticaron un cáncer de estómago terminal y al que no se le podía aplicar ningún tratamiento, se ha visto obligada a pedir la eutanasia después de que su médico le comunicase que sólo había dos opciones: no operarse y morir a los seis meses o recibir quimioterapia y aguantar un año. La paciente decidió seguir adelante y vivir lo máximo posible.

Desgraciadamente, el caso de Samia no es el primero. En pasado mes de noviembre, una mujer transgénero canadiense solicitó al país la eutanasia por los fuertes dolores y las complicaciones que sufría desde que un doctor «la presionase para esterilizarla».

La hija de la paciente, disgustada con la situación y el trato que recibió su madre, explicó a Global News que su progenitora, que era «una madre, amiga, hermana y tía vivaz, cariñosa y afectuosa que amaba la vida», tenía que renunciar a todo a pesar de sus ganas de seguir viviendo.

A pesar de que era un tumor grave, el oncólogo tardó 10 semanas en darle cita, una negligencia que terminó siendo decisiva para su vida. «No debería haber tardado tanto, porque esa era la diferencia, especialmente un cáncer agresivo», denunció la hija, quien aseguró que es cruel que te den «un diagnóstico tan terrible y luego te digan que simplemente esperes, te sientes y esperes».

Cuando su cita llegó ya no había nada que hacer, sólo le quedaban unas semanas de vida, por lo que la mujer tuvo que optar por la eutanasia, una polémica práctica que el Gobierno canadiense ha puesto de moda en los últimos años.

Este caso no es el único que se ha producido en el país norteamericano, lo que el gobierno de Justin Trudeau llama «la salida más hermosa», se ha llevado a cabo en más de 13.000 canadienses en 2022, 11 veces más que en 2016, cuando se legalizó la práctica. Algunos de estos casos han involucrado a personas en situación de pobreza que deseaban morir.

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