Santiago Muñoz Machado: «El peligro está en que se formen dialectos digitales que laminen nuestro idioma»
El director de la RAE ha recogido el premio a la Proyección de España en el ámbito de la cultura por su guarda y promoción del idioma español
El director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, ha recogido este jueves en el Hotel Four Seasons de Madrid el Premio El Debate a la proyección de España en el ámbito de la cultura por su guarda y promoción del idioma que comparten cientos de millones de habitantes del planeta.
«La proyección de la Real Academia de la Lengua es realmente muy importante y merece la pena ser contada», comenzó diciendo Muñoz Machado. Así, recordó que «el día 3 de agosto de 1713 está hecha la carta fundacional en la casa de nuestro fundador, el Marqués de Villena. Se fundó con la intención de estabilizar la normativa del español que ya era una lengua romance suficientemente madura como para tener sus reglas e hizo en un tiempo prodigiosamente corto el léxico de la lengua, la ortografía y la gramática».
Continuó explicando que «la Academia vivió solo regulando en aquel siglo XVIII tan nutrido de acontecimientos importantes como la sucesiva tendencia de las colonias a independizarse. Ese proceso de independencias motivó, entre otras cosas, una cierta voluntad de aquellos países de separarse no solo ya de la política sino también de la lengua de España».
Así, por ejemplo, «hubo un movimiento romántico en el cono sur que pretendían que, igual que el español de Castilla derivaba del latín, igual las lenguas latinoamericanas, el argentino o el chileno podían ser lenguas independientes del castellano de España. Y postularon durante algún tiempo en crear idiomas propios, es decir, romper con el castellano. Por eso, la Academia luchó durante todo el siglo XIX por mantener esa unidad y fue el prestigio de la institución el que consiguió mantenerlo porque la mayor parte de los americanos creían en sus normas y participaban en lo que la Academia hacía».
No obstante, «casi a final de siglo, en 1870, la Academia decidió que lo que había que hacer para mantener unida la lengua española es crear en Hispanoamérica otras academias correspondientes hermanas de la nuestra. Aprobaron un reglamento que decía en su preámbulo que 'los lazos políticos se han roto para siempre. De la tradición histórica misma puede el rigor prescindirse. Ha cabido, por desdicha, la hostilidad y hasta el odio entre España y la América que fue española. Pero una misma lengua hablamos de la cual, si en tiempos aciagos que ya pasaron usamos hasta para maldecirnos, hoy hemos de emplearla para nuestra común inteligencia, aprovechamiento y recreo'. Y así se crearon, una a una, hasta las 22 academias existentes en el mundo, que con nosotros son 23».
La conclusión de todo esto a la que ha llegado el director de la Real Academia de la Lengua es que «ha sido un fenómeno extraordinario al que le faltaba un solo detalle para culminar una operación diplomática, política y cultural esencial. Se dieron cuenta de que el mayor valor cultural que tenía esa comunidad era la lengua y tratar de cuidarla y evitar su fragmentación. Pero faltaba un dato que se dio en 1951: un presidente mexicano dijo que había que crear una asociación que reuniera a todas las academias para trabajar conjuntamente y se creó la Asociación de Academias de la Lengua de la que forman parte las 23 existentes y accedieron, aunque España no pudo acudir a aquel hecho constitutivo, a que la presidencia de aquella asociación permaneciera siempre en manos de la Real Academia de la Lengua Española».
Pero el director de la Real Academia Española no se dio por satisfecho con todo lo conseguido porque «hace poco nos ha ocurrido una nueva amenaza de quebranto y ha venido de la mano de la tecnología. Ahora está ocurriendo que hay muchas máquinas que hablan, más que humanos, y hablan un idioma que no necesariamente es el que dicen las academias, sino lo que dicen los programadores, que puede ser parcialmente distinto del español de la normativa académica. Nos hemos preocupado de pensar cómo decimos a las máquinas que hablen como nosotros mandamos. Y no hemos tenido ninguna forma de comunicación con las máquinas, que no nos entienden. De modo que hemos ido a hablar con los dueños de las máquinas y hemos establecido negociaciones para que entrenen a sus máquinas con nuestras normas. Y hemos conseguido que lo hagan».
De manera que, para Muñoz Machado, «la fase siguiente es evitar la fragmentación de nuestra lengua impidiendo que se formen idiomas digitales, dialectos digitales, en los que se puedan entender las máquinas entre ellas pero no con nosotros o puedan establecer especialidades del español que no nos constan o, en todo caso, puedan laminar uno de los idiomas más bellos del mundo».
La Real Academia Española sucede en el palmarés de este premio a José Luis López-Linares, documentalista ganador de tres Premios Goya y autor, entre otras creaciones, del documental España, la primera globalización.