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Un orangután de Bormeo

Un orangután de BormeoAnimalia

El Gobierno prepara una ley para proteger a los grandes simios mientras desprecia la vida humana

Su principal novedad es la prohibición expresa de la experimentación o investigación cuando ello les cause daños

Máxima protección a la vida animal y mínima por la humana. Así podría resumirse las dos caras de la acción política y legislativa del Gobierno en lo que se refiere a su postura sobre sendas cuestiones.

El mismo Ejecutivo que permite abortar sin consentimiento paterno a partir de los 16 años y hasta las 22 semanas de gestación, prepara sin embargo una ley que ensancha su cruzada animalista para amparar a los grandes simios «tanto por su condición de seres sintientes como por su proximidad genética a nuestra especie y su alto grado de evolución».

El anteproyecto, todavía un borrador, es una iniciativa de la Dirección General de Derechos de los Animales, dependiente del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 y artífice de la Ley de Bienestar Animal aprobada en 2022. El anterior director del departamento, Sergio García Torres, se comprometió a presentar un texto específico para la clase animal a la que pertenecen gorilas, chimpancés, orangutanes y bonobos tres meses después de la entrada en vigor de la Ley de Bienestar, pero tras precipitarse su dimisión la labor ha terminado recayendo finalmente en su sucesor, José Ramón Becerra.

Según ha avanzado dicho organismo al someterlo a consulta pública previa, el objetivo fundamental de la norma es prohibir expresamente la experimentación o la investigación con grandes simios «cuando ello pueda producirles daños y no redunde en su beneficio», un propósito que refuerza la protección establecida en el Real Decreto 53/2013, en el que se reguló la experimentación con estos animales dentro de unos límites.

Uso comercial o lúdico

De la misma forma, la nueva ley también aspira a prohibir el uso de los primates con fines comerciales o en cualquier tipo de espectáculos «que menoscaben su dignidad», así como definir «unas condiciones muy rigurosas» para la tenencia o custodia con propósito de conservación. A diferencia del punto anterior, éste otro ya está recogido en la Ley de Bienestar Animal, por lo que no supone una gran novedad.

«La ciencia también ha demostrado que los grandes simios no son sólo seres sintientes, sino que disponen de capacidades cognitivas como el aprendizaje, la comunicación o al razonamiento complejo que les acercan a las de los seres humanos. Los grandes simios parecen estar dotados de autoconciencia y de intencionalidad en la toma de decisiones, hasta el punto de que comparten los quince atributos que en su día el bioético Joseph Fletcher estableció para definir la personalidad humana: inteligencia mínima, autoconciencia, autocontrol, sentido del tiempo, sentido del futuro, sentido del pasado, capacidad para relacionarse con otros congéneres, preocupación y cuidado por otros individuos, comunicación, control de la existencia, curiosidad, cambio y capacidad para el cambio, equilibrio de razón y sentimientos, idiosincrasia y actividad del neocórtex. Así pues, tanto por su condición de seres sintientes como por su proximidad genética a nuestra especie y su alto grado de evolución, se hace necesaria una protección especial para este grupo de grandes primates», señala el texto.

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