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TRIBUNAFlorentino Pérez Raya

Basta ya de que ciertos representantes médicos alarmen a la población

Las enfermeras no quieren ser médicos; son profesiones distintas dentro de un equipo multidisciplinar, cada uno con sus competencias

Actualizada 04:30

La estrategia de fomentar el miedo, el alarmismo y desinformar a la población no debería ser la forma de actuar de los representantes de los médicos españoles cuando hay avances legislativos en el sistema sanitario. El presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), Tomás Cobo, afirma en un artículo publicado hace unos días que la indicación de algunos medicamentos sujetos a prescripción por parte de las enfermeras y enfermeros supone un «paso atrás en la seguridad clínica» del paciente. En su opinión, la legislación vigente que faculta a la enfermería —345.000 profesionales— para indicar fármacos para patologías concretas y en función de unas guías consensuadas —la propia OMC— representa ¿un peligro? ¿Un riesgo para la población?

Qué curioso que recurra a expresiones como «en pleno siglo XXI y en el año 2024 no tiene sentido…» cuando lo que pretende es que nada cambie, erigirse en líderes de los procesos clínicos encaramados a una vetusta atalaya de «jefe» o «superior» de otros profesionales sanitarios con su formación de Grado, sus competencias y sus responsabilidades. Es decir, que no habla del año 2024, sino más bien del siglo pasado. Además, ni sus desvelos ni su posición de eje central de la atención al paciente parecen dirigirse hacia otros profesionales sanitarios, sino concretamente al colectivo que tengo el honor de representar.

No le parece que implique riesgo alguno que podólogos u odontólogos prescriban medicamentos dentro de sus competencias. Y ahí está acertado, pues, evidentemente, no es un peligro, ya que les ampara la ley y es algo que beneficia a los pacientes. Sin embargo, en el caso de las enfermeras parece que los líderes de la profesión médica —no los que están al pie del cañón en un centro de Atención Primaria o en un hospital— claman al cielo ante el desarrollo profesional de las enfermeras y enfermeros y, lo peor, es que usan como excusa a los pacientes a los que nos debemos todos los sanitarios.

¿Quizá están equivocados los responsables sanitarios de Canadá, Suecia, Reino Unido, Países Bajos y otros tantos países desarrollados donde la enfermería prescribe con normalidad o está al frente de un centro sanitario? ¿No les importa a los dirigentes colegiales y sindicales médicos que el sistema ofrezca una mejor respuesta a los pacientes, sea más ágil y eficaz? Lo vuelvo a repetir, las enfermeras no quieren ser médicos, son profesiones distintas dentro de un equipo multidisciplinar, cada uno con sus competencias.

Afirmar que si se fragmenta el tratamiento de alguna forma, cito a Cobo, se «diluiría la calidad del servicio y aumentaría el riesgo de errores clínicos» es una temeridad y una falacia. Por favor, no entremos en debates sobre «errores clínicos» médicos, ni usemos argumentos que infantilizan a la población.

Por cierto, el presidente de los médicos ignora —más bien niega— la capacidad diagnóstica de las enfermeras cuando la directiva europea 55/2013, traspuesta en el RD 581/2017 al ordenamiento jurídico español, reconoce la «competencia para diagnosticar los cuidados de enfermería». Los médicos hacen diagnósticos médicos y prescriben tratamientos médicos, y las enfermeras y enfermeros realizamos diagnósticos enfermeros y prescribimos tratamientos y cuidados enfermeros, ambos complementarios. Sin embargo, nunca deberían afirmar, como hacen públicamente, que son los únicos que diagnostican y tratan. Somos muchas profesiones sanitarias las que intervenimos en la salud de la población afortunadamente, y cada una con sus competencias claramente definidas. Pedimos respeto, igual que nosotros respetamos a nuestros compañeros.

La ciudadanía conoce el valor que aportan las enfermeras al sistema sanitario, sus competencias y considera al equipo sanitario como un todo donde le atenderá el mejor profesional posible para solucionar su problema de salud. Amén de la infame referencia a que está en riesgo la seguridad del paciente, de su artículo se deduce también que las enfermeras carecen de la formación adecuada. Le pido encarecidamente —y lo hago extensivo a todos los responsables de organizaciones médicas que están manifestándose en la misma línea—, que deje de insultar a 345.000 enfermeras y enfermeros con estos ataques viles e impropios de una profesión, la Medicina, admirable, esencial y uno —uno, entre varios— de los pilares de nuestro sistema sanitario.

  • Florentino Pérez Raya es presidente del Consejo General de Enfermería de España

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