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Jaime, alpinista aficionado, durante una escalada

Jaime, alpinista aficionado, durante una escaladaEl Debate

Reportaje

La cara mortal de la montaña: «Al ver a mi madre fui consciente de la locura que habíamos hecho»

Fuentes del Servicio de Montaña de la Guardia Civil han afirmado a El Debate que «el 99 % de los accidentes en la montaña ocurren por un componente humano»

El pasado sábado 4 de enero la Guardia Civil halló el cuerpo sin vida del montañero catalán Gerard Olivé, que se encontraba desaparecido desde el pasado 31 de diciembre, cuando se retó a pasar el día de Nochevieja en lo alto del Aneto. Su cuerpo inerte fue encontrado en una zona de difícil acceso del valle de Salenques, en el término municipal de Montanuy (Huesca).

El montañero del Baix Ebre era experto en vivacs y había realizado varios, entre los que destaca el que hizo colgado en una hamaca en la Cresta de Salenques, especialmente seguido en redes sociales, además de otros en diferentes cimas del Pirineo.

El alpinista Gerard Olivé

El alpinista Gerard OlivéInstagram

Tal y como se definía en la red social Instagram, Gerard Olivé se consideraba un «amante del vivac extremo» y junto a un 'reel' del momento de su pernoctación en la Cresta de Salenques escribió: «Bendita locura que con su poder te lleva más allá de tus sueños y capacidades, te transporta en un mundo con infinidad de posibilidades».

Esta «bendita locura» de la que hablaba Olivé se ha convertido en una suerte de 'droga' para muchos, de la que cada vez hay más adictos que arrinconan el miedo a morir y se embarcan en la aventura del montañismo.

«La montaña tiene dos facetas elementales en mi vida: la desconexión y la educación. En la primera me ayuda a aislarme del teléfono. En la segunda me enseña a hablar conmigo mismo, la importancia del esfuerzo y el mantener en la calma en situaciones donde jugamos la vida», señala Jaime en conversación con El Debate.

Jaime, durante una jornada de alpinismo en invierno

Jaime, durante una jornada de alpinismo en inviernoEl Debate

Aunque este joven de 24 años se dedica profesionalmente al mundo financiero, desde hace varios años tiene como afición el alpinismo. «Para mí la montaña es sinónimo de amigos y buenos momentos», expresa. Aunque disfruta de las emociones que generan las cimas, no se considera adicto a ellas: «Conozco esa sensación de llegar a la cumbre después de mucho esfuerzo, pero por suerte no me he hecho adicto a ella», apunta.

Jaime, alpinista amateur, en el Refugio de Cabaña Verónica en Picos de Europa

Jaime, alpinista amateur, en el Refugio de Cabaña Verónica en Picos de EuropaEl Debate

La juventud y el atractivo por el riesgo es un binomio difícilmente separable. Jaime se embarcó en una ocasión en una de esas aventuras de las que se puede descender victorioso pero también salir en una caja de madera. «Recuerdo un día de mucha niebla en Peña Ubiña donde no merecía la pena ni intentarlo y, aún así, probamos suerte, coronamos y llegamos sanos y salvos a casa. Al llegar a casa y ver a mi madre fui consciente de la gilipollez que habíamos hecho. Desde ese día, ante la duda, media vuelta», recuerda.

Relata también cómo mientras hacía vivac con sus compañeros recibieron la visita de una manada de lobos. «Nos despertaron sus aullidos y cuando nos quisimos dar cuenta un cachorro estaba olfateando nuestras mochilas», narra a este medio.

Rescates en la montaña

Fuentes del Servicio de Montaña de la Guardia Civil han afirmado a El Debate que «el 99 % de los accidentes que ocurren en la montaña ocurren por una causa subjetiva, es decir, debida a la persona. La mala suerte se da en un 1 o 2 % de los accidentes. Siempre hay un componente humano», asegura.

En caso de un accidente de esta índole, es el Servicio de Montaña de la Guardia Civil el encargado del rescate. Según esta fuente de la Benemérita, «es muy sencillo planificar un rescate. Sabemos más o menos el material que tenemos que llevar, la gente que que tiene que ir».

Un helicóptero de la Guardia Civil en labores de rescate en Sierra Nevada (archivo)

Un helicóptero de la Guardia Civil en labores de rescate en Sierra Nevada (archivo)Guardia Civil

En caso de que la gravedad del accidente sea mayor de la esperada, «el rescate hay que reorganizarlo. Tenemos que ver si tienen que venir apoyos. Si se puede ir en helicóptero, van todos los componentes de de la unidad que que vaya ahí. En el caso de que de que haga falta más gente, se buscan apoyos dentro de la de la misma unidad o de unidades que estén cerca», explica ante los micrófonos de este medio.

En caso de gravedad extrema este servicio de la Guardia Civil recurre a helicópteros medicalizados, con los que cuentan comunidades autónomas con una orografía más complicada, como Castilla y León o Aragón. «Nosotros avisamos al helicóptero medicalizado para que vaya a una localidad cercana a la montaña donde vamos a hacer el rescate y se hace una transferencia del herido para que vaya en las mejores condiciones hasta el hospital, sobre todo cuando hay lesiones medulares o traumatismos muy graves», señala este agente de la Benemérita.

Rescate de la Guardia Civil en Ávila

Rescate de la Guardia Civil en Ávila

Con 24 unidades repartidas por todo el territorio español y más de 1.000 rescates al año de media, el Servicio de Montaña de la Guardia Civil ha detectado un aumento de accidentes en este entorno natural desde la pandemia del Covid-19, sobre todo en época de vacaciones.

«Los rescates en Navidad suelen ser más complicados, porque son rescates en invierno, donde la gente a lo mejor se ha metido en las condiciones de la montaña un poco más peligrosas y sacarles de ahí, pues a lo mejor puede costar costar bastante, ya que, a veces el mal tiempo te no te permite acceder con helicóptero», apostilla.

Además, esta fuente explica que, sin duda, el tipo de rescate más costoso para los agentes de la Guardia Civil es el subterráneo. «Normalmente duran más de 24 horas. Algunos llegan a llegar a extenderse hasta casi una semana, y ahí intentamos mover la mayor cantidad de efectivos posible de todas nuestras unidades y a donde se produzca el siniestro, mandamos a gente de todas las unidades. Además tenemos unos equipos de de obstrucción con explosivos con micro voladuras controladas. Vale para poder abrir las zonas de paso de la camilla, porque un cuerpo que esté haciendo actividad puede escurrirse por una zona estrecha», apunta.

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