Por qué casi siempre llueve en Semana Santa

Cuando llegan los días festivos de la Semana Santa, muchos llevamos tiempo mirando las previsiones para ver qué temperaturas y precipitaciones se esperan en el lugar de descanso elegido.

La sensación de no pocas personas es que tarde o temprano, siempre o casi siempre les acaba lloviendo durante sus vacaciones de Semana Santa. ¿Es esto real o tan solo una percepción distorsionada?

Huelga decir que estos días suelen darse en los albores de la primavera –cuyo inicio se produjo el domingo 20 de marzo–, una de las épocas de acusada variabilidad meteorológica. Además, abril es un mes de tormentas.

A ello hay que sumar que España es un país de marcadas diferencias geográficas y una orografía muy compleja, por lo que la ecuación resultante es que es inevitable que alguna gota nos caiga sobre la cabeza.

La psicología: pesa más lo negativo

No falla. Estamos esperando estos días de vacaciones como agua de mayo –aunque no sea precisamente en este mes– y luego las lluvias arruinan nuestros planes de sol en la playa, la montaña o durante las procesiones. Ni que decir tiene la angustia y la frustración de aquellos que procesionan y se quedan sin poder hacerlo por culpa del cielo.

Pero no siempre sucede así. La psicología del ser humano desvela que, según nuestros recuerdos, solemos dar más peso a lo negativo que a lo positivo y tendemos más a traer a primera plana aquellas semanas donde nos llovió respecto a las otras en las que disfrutamos de un sol espectacular.

A su vez, suelen ser noticia en los telediarios e informativos aquellas procesiones que se ven en la obligación de ser anuladas a causa del mal tiempo que los cientos de ellas que salen con total normalidad.