Los embalses fuera de servicio no merman la capacidad real de almacenamiento, según expertos en grandes presas
El Comité Nacional Español de Grandes Presas defiende que embalses y presas son «absolutamente necesarias» por la carencia natural de agua
En los últimos meses ha habido mucha polémica con respecto a las presas en España. Dos grandes embalses pueden ser demolidos en los próximos meses (Valdecaballeros, en Badajoz, y Los Toranes en Teruel) debido a su desuso, en el caso del primero, y a la extinción de su concesión en el segundo. Algo que, sin embargo, no cuenta con el beneplácito de los vecinos, que apuestan por mantenerlos.
El Comité Nacional Español de Grandes Presas ha querido pronunciarse al respecto y ha destacado que los embalses, presas y obras de regulación fuera de servicio no merman la capacidad real de almacenamiento de agua. Defienden, además, la necesidad de invertir en su mejora y mantenimiento, así como en aumentar la capacidad hidráulica porque aseguran que España, sin estas infraestructuras, es «más vulnerable en un escenario de cambio climático».
Así, el comité precisa que en España existen 1.225 grandes presas que regulan el 50 por ciento de los 56.000 hectómetros cúbicos de capacidad de almacenamiento.
Los expertos defienden la importancia de los embalses en la adaptación al cambio climático, pero aseguran que la demolición de azudes en España no ha mermado la capacidad de almacenamiento de agua ni de la cantidad de agua en términos de disponibilidad. Aunque en las últimas décadas se han puesto fuera de servicio algunas presas o azudes, afirman que se trata de obras de reducido tamaño y que por diversas razones han perdido su uso.
En todo caso, advierten de que demoler o poner en fuera de servicio de una presa relevante en términos de capacidad de regulación hidráulica conllevaría una modificación sustancial en su entorno socioeconómico y ambiental, aunque solo fuera por la pérdida de disponibilidad del recurso hidráulico.
El Comité de expertos explica que España, por sus condiciones climáticas y orográficas sufre una gran irregularidad en la distribución, tanto temporal como espacial de las precipitaciones, lo que da lugar a prolongados de sequía en gran parte de su superficie.
Además, indica que en España la disponibilidad natural de agua en relación al total procedente de las precipitaciones es mucho menor que en otros países de nuestro entorno, ya que la regulación media en Europa es del 34 por ciento, mientras que en España apenas llega al 8 por ciento de los aproximadamente 110.000 hectómetros cúbicos de aportación media anual.
En su análisis, el Comité Nacional Español de Grandes Presas defiende que embalses y presas son «absolutamente necesarias» por la carencia natural de agua, ya que el 80 por ciento del agua de consumo humano proviene de los embalses.
De ese modo, considera que las infraestructuras hidráulicas en España han facilitado dar respuesta a las demandas de la sociedad de agua de calidad para consumo humano, riego, generación de energía, medioambiente y, muy especialmente, obras que han servido para paliar las sequías y para la prevención y defensa contra las inundaciones.
En ese contexto, asegura que si los embalses no existieran habría frecuentes restricciones de agua y se comprometerían tanto las demandas de consumo humano, como las de la producción de alimentos y la atención a otros usos, comprometiendo también la seguridad energética.
Más embalses y mejor mantenidos
No obstante, admite que la capacidad de los embalses en explotación ha disminuido con el tiempo en torno a un 10 por ciento del volumen total de embalses por la acumulación gradual de sedimentos en estas infraestructuras, por lo que el Comité Nacional Español de Grandes Presas reclama un mantenimiento en condiciones adecuadas, lo que requiere inversiones que garanticen su adecuado estado y funcionamiento, e inversiones que permitan adaptarlas a las crecientes exigencias en cuanto a seguridad pública.
Igualmente, añade construir una nueva no es una decisión coyuntural sino fruto de una planificación hidráulica integral, a medio y largo plazo, en la que se valoren todos los aspectos técnicos, ambientales, sociales y económicos, algo que se contiene en los planes hidrológicos de cuenca de las Confederaciones Hidrográficas.
Por último, insiste en que los embalses «han sido, son y serán elementos clave» en la planificación y gestión hidráulica, «cuyas ventajas frente a otras soluciones, hay que poner en valor». En ese sentido, incide que son esenciales para la adaptación al cambio climático y transición energética ya que la combinación de temperaturas más elevadas, un descenso en las precipitaciones y una mayor irregularidad de estas apunta a una pérdida de disponibilidad de recursos, reducción significativa de la escorrentía que podría ser paliada mediante un aumento de la capacidad de regulación hidráulica.
Finalmente, opina en que es «imprescindible» aumentar también la capacidad de almacenamiento de agua y energía que aportan las centrales hidráulicas reversibles para aumentar la disponibilidad de ambos recursos, integrar las energías renovables no gestionables y descarbonizar nuestra economía.