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Vendimia y carga de uvas en contenedor en una de las viñas que abastecen a la bodega Pazo do Mar, en OrenseEuropa Press

Los viticultores temen pérdidas históricas ante la cosecha más corta y cara de la última década

La sequía que ha afectado a la práctica totalidad de España y las tormentas de las últimas semanas podrían hacer bajar la producción un 15 %

Una primavera seca y una escasez de agua que ha marcado este año 2023 son las principales razones por las que nos enfrentamos a la cosecha de uva más corta y cara de la última década. Una vendimia que, en la mayoría de territorios, se ha tenido que adelantar debido a las condiciones climáticas y que ahora se está viendo afectada por las tormentas que están azotando buena parte de España, sobre todo por aquellas que vienen acompañadas de granizo.

Todo ello hace prever, según los análisis de los ministerios de Agricultura, Pesca y Alimentación y Transición Ecológica, que puede haber una caída de la producción del 15 por ciento, rondando los 35 millones de hectolitros frente a los 41 millones de la campaña pasada. Eso sin tener en cuanta las precipitaciones de los últimos días, muchas de ellas en forma de pedrisco, que habrán perjudicado aún más las cosechas.

Unas pérdidas que, no obstante, van a depender de la región. En el caso del mayor productor por volumen, Castilla-La Mancha, el impacto será más alto y la merma podría llegar a rondar el 18 o el 22 %. En el caso de La Rioja, por contra, se notará menos e incluso podría aumentar la producción, según las estimaciones.

Pérdidas de hasta 1.200 euros por ha.

Todo ello podría llevar a los viticultores a afrontar pérdidas de hasta 1.200 euros por hectárea. Según denuncia la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), los precios de la uva ofertados se sitúan claramente por debajo de los costes, incumpliendo la Ley de mejora de la Cadena Alimentaria. Dependiendo de la zona y la variedad de uva, los precios presentados recogen bajadas de hasta un 30 % respecto a 2022.

Por ello, pide a la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) que actúe de oficio y realice «una campaña exhaustiva de inspecciones» sobre los contratos de compraventa de uva de vinificación presentados por las grandes bodegas de referencia.

Con estas cotizaciones, según los cálculos realizados por los Servicios Técnicos de COAG, un viticultor tipo perdería de media en torno a los 900 euros por hectárea en el caso de uva blanca airén y 1.200 euros en tinta tempranillo. Los costes de producción se elevan a 0,43 €/kg para la variedad blanca airén y 0,52 €/kg para la tinta tempranilla, muy por encima de los precios presentados (0,20 €/kg para blanca airén y 0,36 €/kg para tinta tempranillo).

Algo que, según avanzó la semana pasada el ministro en funciones de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, no notará el consumidor, ya que hay unas existencias «importantes» de vino almacenado y eso permitirá que los precios de mantengan estables.

Buena vendimia en Galicia

En la comunidad gallega, por contra, recalcan una vez empezada la vendimia que la uva «está bien», aunque las condiciones climáticas de 2023 han provocado que la recogida se adelantase una semana respecto a la media de los últimos años.

Incluso en algunas zonas prevén recolectar un volumen mayor que el año pasado. Es el caso de la Denominación de Origen Valdeorras, donde los técnicos del consejo regulador resaltaron «la excepcional calidad que presentaban las uvas recogidas, que mostraban un grado de maduración perfecto para comenzar a elaborar los primeros godellos de este año». Tanto técnicos como propietarios coinciden en que esperan recoger una mayor cantidad de uva, en contraste con lo que ocurrirá en el resto del país.