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Marino Sánchez, jefe de arbolado del Real jardín Botánico (RJB) del CSIC

Marino Sánchez, jefe de arbolado del Real jardín Botánico (RJB) del CSICEFE

Medio ambiente

Plantar árboles no siempre es bueno: hacerlo en lugares equivocados contribuye a calentar el planeta

Un estudio científico afirma que los bosques en algunas zonas concretas hacen que la superficie terrestre refleje menos luz solar y sea la Tierra la que absorba ese calor

Una de las primeras soluciones que se proponen a la hora de frenar el calentamiento del planeta es la de plantar árboles. Muchos partidos que se denominan ecologistas lo llevan por bandera y multitud de empresas «compensan» su huella de carbono mediante esta fórmula, motivo por el cual muchas de ellas han sido acusadas de greenwashing o ecopostureo.

Pero, ¿es realmente efectivo plantar árboles? Bill Gates ya expresó su rechazo a esta práctica, de la que dijo que era un «completo sinsentido»: «¿Somos gente de ciencia o somos unos idiotas?», lanzó durante una conversación sobre clima organizada por el diario The New York Times.

Un grupo de científicos ya había advertido que la plantación masiva de árboles podría hacer más mal que bien, sobre todo en regiones tropicales, donde los monocultivos pueden conducir a la desaparición de ecosistemas complejos. «La sociedad redujo el valor de estos ecosistemas a un único parámetro: el carbono», apuntaron científicos de universidades británicas y sudafricanas.

Ahora, un nuevo estudio publicado en Nature Communications revela que la plantación indiscriminada de árboles podría producir precisamente el efecto contrario y estaría contribuyendo a calentar el planeta. Tal y como exponen los investigadores, la presencia de demasiados árboles en una misma zona hace que la superficie terrestre refleje menos luz solar y, por ende, el planeta absorba más calor.

Esta hipótesis ya se había puesto sobre la mesa con anterioridad, y es que los científicos ya habían descubierto que el restablecimiento de la cubierta arbórea podía provocar cambios en el albedo, que es la cantidad de radiación solar que rebota en la superficie del planeta. Sin embargo, esta es la primera vez que los expertos son capaces de describir este fenómeno concreto en términos sencillos, ya que hasta ahora no tenían las herramientas para demostrarlo.

Mediante el uso de mapas, los investigadores llegaron a la conclusión de que aquellos proyectos que no tenían en cuenta el albedo sobreestimaban el beneficio climático de los árboles adicionales entre un 20 y un 80 por ciento. No obstante, los mapas empleados brindan perspectivas alentadoras para el futuro de la reforestación, ya que pueden ser útiles para identificar los lugares óptimos para la plantación de árboles con el fin de generar el mayor impacto positivo en el clima.

En el trabajo se recalca que, en la mayoría de los lugares, estos cambios en el albedo compensan o incluso anulan los beneficios de la eliminación de carbono, lo que conduce al calentamiento global. «Los esfuerzos anteriores para cuantificar el beneficio de mitigación climática global de la restauración de la cubierta arbórea no han tenido en cuenta de manera sólida el albedo debido a la falta de datos espacialmente explícitos», continúa.

¿Qué es el albedo?

El albedo no es otra cosa que el porcentaje de radiación que cualquier superficie refleja respecto a la radiación que incide sobre ella. Por ejemplo, las superficies claras reflejan mucha luz hacia la atmósfera, por lo que se considera que tienen un albedo alto.

La investigación apunta que se espera que las compensaciones de albedo sean mayores en lugares con mucha luz solar, con una capa de nieve constante u otras superficies terrestres altamente reflectantes, así como en lugares donde los árboles tienen tasas lentas de acumulación de carbono.

Sin embargo, los expertos estiman que los cambios en el albedo de la superficie con el cambio de la cobertura del suelo y los efectos climáticos posteriores pueden variar sustancialmente a escalas locales, por lo que se necesitan mapas espacialmente refinados de estos efectos para caracterizar más completamente las implicaciones climáticas de la restauración de la cobertura arbórea a través del paisaje.

Por tanto, para que los bosques actúen realmente como sumideros de carbono, las autoridades deberán saber qué lugares son los más propicios para plantar esos árboles y evitar así un efecto contrario al deseado. Los entornos tropicales húmedos, como el Amazonas y la cuenca del Congo, serían ideales para la reforestación gracias a su elevado almacenamiento de carbono y a los escasos cambios en el albedo.

Por el contrario, en el caso de las praderas y sabanas templadas el enfriamiento será un 20 % menor de lo que se estimaba anteriormente si tenemos en cuenta los cambios del albedo. A pesar de este descubrimiento, los científicos que participan en el estudio consideran que la reforestación sigue aportando importantes beneficios al planeta y que más árboles conllevan mejores ecosistemas y mayores niveles de aire y agua limpios.

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