Islandia se enfrenta a continuas erupciones volcánicas que amenazan infraestructuras críticas
Estas podrían continuar de forma intermitente durante años, décadas o incluso siglos, según investigadores que analizan datos geoquímicos y sísmicos locales
Islandia es el territorio europeo que cuenta con un mayor número de sistemas volcánicos, con 33. Esto se debe a que esta isla del Atlántico norte se superpone a la dorsal mesoatlántica, una grieta en el fondo oceánico que separa las placas tectónicas euroasiática y norteamericana.
Como consecuencia, es muy habitual que el país sufra erupciones volcánicas constantes, aunque unas son más grandes que otras y, por tanto, generan más inconvenientes entre sus habitantes. Desde 2021 se han producido ocho, algo que ha obligado a las autoridades a declarar el estado de emergencia y evacuar tanto poblaciones como atracciones turísticas tales como el balneario termal Blue Lagoon.
Las últimas se han producido este año, concretamente en la península de Reikjanes, en el suroeste del país. El pasado 24 de junio finalizó una que había durado 24 días, poniendo fin al temor de sus habitantes, sobre todo de la ciudad de Grindavík, de que la lava afectase a sus poblaciones.
Pero esto no es un punto final a las erupciones en la península de Reykjanes. De hecho, estas podrían continuar de forma intermitente durante años, décadas o incluso siglos, según investigadores que analizan datos geoquímicos y sísmicos locales.
Para saber más sobre cómo es la actividad volcánica de la zona, un equipo internacional de científicos de instituciones como la Universidad de Oregón, la Universidad de Uppsala en Suecia y la Universidad de Islandia ha estado siguiendo de cerca estas erupciones.
El equipo empleó el análisis isotópico para identificar la «huella digital» del magma, descubriendo que tanto las erupciones iniciales de 2021 a 2023 como las más recientes probablemente provienen de una misma zona de almacenamiento de magma situada entre 9 y 12 kilómetros debajo de la corteza terrestre. Esta área se nutre de rocas provenientes del manto más profundo, lo que permite la posibilidad de erupciones prolongadas.
A pesar de la posibilidad de una actividad volcánica duradera, los científicos aún no pueden determinar la duración exacta ni la frecuencia de las futuras erupciones. Por ello, se están desarrollando planes para perforar de forma segura en los sitios volcánicos con el fin de obtener más información sobre los procesos geológicos que impulsan estas erupciones.
Peligro económico para el país
La región afectada es la más importante de Islandia, y es que acoge al 70 por ciento de la población de la isla, así como a su aeropuerto internacional y diversas plantas de energía geotérmica que son esenciales para abastecer al país.
La capital, Reikiavik, se encuentra a menos de una hora en coche de la zona de alta actividad volcánica, lo que también puede complicar el correcto funcionamiento del país en caso de erupción. Los expertos consideran que esta incertidumbre sobre posibles erupciones a corto plazo suponen un riesgo de perturbación económica, ya que además pueden suponer un efecto repelente para los turistas.