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Varias personas caminan frente al cartel de bienvenida de la COP29 en Bakú

COP29

La cumbre del clima, entre críticas por celebrarse en un país dependiente de los combustibles fósiles

Las anteriores tuvieron lugar en Emiratos Árabes y Egipto, otros territorios que necesitan el petróleo y el gas en unas dosis altísimas

Un año más, ha dado comienzo la COP29, la cumbre del clima organizada bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Esta reunión ha sido, desde su primera edición en 1995, el principal foro global para que los diferentes países del planeta negocien y coordinen esfuerzos para evitar que el clima se vea afectado por las actividades de los humanos.

Sin embargo, este evento no está exento de polémica cada año, ya que recibe críticas de quienes no creen que el cambio climático sea un problema o una prioridad ahora mismo y de los ecologistas y ambientalistas, que ven insuficientes las medidas que se acuerdan.

Pero, por tercer año consecutivo, se da una paradoja: la COP se celebra en un país altamente dependiente de los combustibles fósiles, algo que precisamente se pretende atajar. Y es que este año la cumbre tiene lugar en Bakú, capital de Azerbaiyán, país que sigue necesitando del petróleo y el gas para su día a día.

Las ediciones anteriores las hospedaron Emiratos Árabes Unidos y Egipto, dos países que también recibieron muchas críticas por su producción y uso del petróleo, un compuesto del que precisamente se pretende disminuir su peso en favor de energías renovables.

En el caso concreto de Azerbaiyán, el petróleo y el gas representan el 90 % de sus exportaciones y el 60 % de los ingresos del país, según datos de la Agencia Internacional de la Energía. La compañía estatal de petróleo es además patrocinadora de la cumbre y su presidente ha formado parte del comité organizador de la COP. Una compañía que, lejos de querer cambiar el modelo, tiene previsto aumentar considerablemente la producción de gas del país.

Salvar el planeta a bordo de jets privados

En las últimas cumbres del clima ha habido mucha controversia sobre la gran cantidad de aviones privados que llegaban para transportar a los diferentes líderes políticos y a los representantes de empresas y organismos. De hecho, la de Dubái fue la que ha dejado la mayor huella de carbono de la historia debido en un alto porcentaje a estos trayectos.

De hecho, si lo que se busca en esa reunión es reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, deberían de comenzar sus asistentes viajando de la manera más sostenible posible. Es entendible que desde los países europeos, por ejemplo, no se haga un viaje en tren hasta Bakú, situada ya en Asia, pero al menos evitar los vuelos privados. Esta práctica se ha incrementado un 46 % entre 2019 y 2023 y quienes los usan emiten 500 veces más CO2 que un ciudadano medio.

Muchos se preguntan, además, si de verdad es necesario que acudan más de 70.000 personas a una cumbre para salvar el clima, ya que si ese número se redujera, las emisiones serían notablemente más bajas.

Divergencias sobre nueva financiación

Los países participantes establecen la meta de alcanzar un acuerdo sobre la financiación necesaria para ayudar a los países más vulnerables ante los efectos del cambio climático. En la actualidad, los países industrializados proporcionan aproximadamente 100.000 millones de dólares anuales en ayuda a las naciones más vulnerables, a través de programas bilaterales o fondos multilaterales específicos.

Esta suma, aunque significativa, resulta insuficiente para hacer frente a la magnitud de los desafíos que enfrentan muchos países en vías de desarrollo, que soportan el impacto de fenómenos extremos como sequías, inundaciones y huracanes exacerbados por el calentamiento global. Ante este escenario, tanto climatólogos como ecologistas presentes en la conferencia abogan por multiplicar al menos por diez la actual cifra, alcanzando el billón de dólares anual para asegurar una respuesta efectiva y equitativa.

Sin embargo, las circunstancias económicas y geopolíticas actuales complican esta meta. La economía global enfrenta un contexto de austeridad agravado por la inflación, mientras que los conflictos en Ucrania y el Oriente Próximo han afectado la estabilidad y seguridad en diversas regiones, desviando la atención y los recursos de muchos países hacia temas de seguridad. En este contexto, el compromiso de los países industrializados se vuelve aún más incierto.

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