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Jesús López Fidalgo

Jesús López FidalgoUniversidad de Navarra

Entrevista con Jesús López Fidalgo

«Me da más miedo la ingeniería genética que la IA, a un cacharro lo desenchufas, pero a un ser vivo lo matas»

El Catedrático de estadística en la Universidad de Navarra y director del Instituto de Ciencia de los Datos e Inteligencia Artificial reflexiona sobre la relación hombre-máquina

Jesús López Fidalgo es catedrático de estadística en la Universidad de Navarra y director del Instituto de Ciencia de los Datos e Inteligencia Artificial. Se doctoró en 1991 en la Universidad de Salamanca, y ha participado en el campus de su universidad den Madrid en la XVII Jornada teológico-didáctica «Ciencia, fe y desafíos de la IA», que organiza el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de este centro académico. Aconseja que, en las reuniones cara a cara, se use bolígrafo y papel, pero no pretende establecer demasiados límites a la tecnología. Charlamos con él acerca de inteligencia artificial, futuro inmediato, alma, transhumanismo.

– Inteligencia artificial. ¿Estamos discutiendo sobre algo de lo que todavía sabemos poco y no sabemos qué va a ser?

– Sí. Nadie sabe por dónde van a ir las cosas. Y se ha demostrado en estos últimos años. De la inteligencia artificial ya se hablaba y se trabajaba en los años 50, pero lo que ha sucedido en estos últimos años ha sido la potenciación de las comunicaciones, de Internet y de nuestros ordenadores. Esto ha permitido que podamos recoger y trabajar con grandísimas cantidades de datos que nos hacen llegar a resultados muy impresionantes. ¿Quién iba a prever hace un par de años que la IA iba a ir por esta vía de los chatbots, de la IA generativa? Pocos lo previeron. Los chatbots ya existían de antes, pero la gente los empieza a utilizar. ¿Hacia dónde va a ir esto? Con la computación cuántica vamos a dar otro salto y no me atrevo a decir por dónde va a ir.

– Hasta ahora manejábamos una calculadora, el Word, programas automatizados que respondían a patrones preestablecidos. Una inteligencia artificial pasiva. ¿Qué está sucediendo ahora?

– El famoso Big Data, algo de lo que ahora ya no se habla tanto, pero que hace diez años era la expresión más popular. Se ha dado un salto en la capacidad de recoger grandes cantidades de datos —en tiempo real y, por ejemplo, mediante el «Internet de las cosas»— y de procesarlos. Ahora disponemos de gran cantidad de datos.

– Ahora hay muchas herramientas de IA que, comparadas con un humano medio, funcionan con enorme eficiencia y mayor precisión redaccional. ¿Esto nos tiene que preocupar?

– Una calculadora de hace años ya superaba al hombre, porque era capaz de multiplicar dos números de un montón de cifras muchísimo más rápido que cualquier ser humano. Eso no preocupaba. Y yo nunca le había tenido miedo hasta hace dos meses; sucedió que mi madre estaba ingresada en el hospital, y no tenía cuerpo para leer, ni para ver la televisión, ni nada. Le dije: «Mira, vamos a hacer preguntas al ChatGPT», y le preguntamos cosas de su pueblo. Es un pueblo que no conoce nadie y del cual ChatGPT no dispone de información. Pero, cuando GPT o cualquiera de estas IA no lo sabe, se lo inventa, y se lo inventa con buenas palabras, diciendo cosas bonitas. Y mi madre decía: «No, eso es mentira», pero luego decía: «Oye, y ¿cómo sabe esto?, pues es verdad, es verdad que la gente del pueblo es así». ChatGPT respondía cosas bonitas y positivas, y por lo menos estaba entreteniendo un poco a mi madre. Y le dije: «Vamos a preguntar cosas de mi hermano». Mi hermano no está especialmente presente en las redes, en internet. Y lo mismo, empezó a decir cosas bonitas y mi madre decía: «Pues eso es verdad». Y yo le replicaba: «¡Que se lo está inventando!». «No, no», insistía ella, «es verdad». Entonces me asusté, y corté. Mi madre se estaba creyendo que GPT sabía cosas que no sabía. Simplemente le estaba contando un cuento.

Jesús López Fidalgo

Jesús López FidalgoUniversidad de Navarra

– Hay quienes consultan Google o ChatGPT como si fuese la verdad definitiva.

– Hay que utilizar ChatGPT, o cualquiera de estas herramientas, para lo que hay que utilizarlo. Para tu ayuda. Y es impresionante la ayuda que presta. Hay que preguntarle cosas que tú sabes hacer. Lo que pasa es que te las va a hacer mucho más rápido. Luego, tú sabes comprobar si está bien, si no está bien, si los resultados son coherentes. Entonces es cuando resulta de grandísima ayuda. Yo recomiendo utilizar chats de IA a todas las edades, y los profesores nos tenemos que poner las pilas para saber enseñar. No soy muy amigo de las prohibiciones.

– Con la aparición de los agentes de IA, o de las locuciones automatizadas de los comerciales telefónicos, muchas personas deberán buscar otra ocupación. ¿Qué grado de delegación de lo humano vamos a conceder a la IA?

– Nunca debe el ser humano perder el control, sobre todo en las decisiones más esenciales. En la medida de lo posible, el ser humano tiene que estar ahí. Si se retrasan las decisiones, no pasa nada. Es mejor esperar y tomar la decisión adecuada y no dejar que haya una decisión automatizada, basada en unos datos que ha recibido y ha procesado con el modelo que le hemos enseñado.

– Pero en la práctica la tendencia que está habiendo es delegar en las máquinas ¿No podemos llegar a un punto en que digamos: «mejor que decida la máquina y yo me dedico a ver la tele»?

– Esta pregunta es muy, muy interesante, con una respuesta nada sencilla. Lo que se viene diciendo es los puestos de trabajo automatizables son los que van a desaparecer. Eso significa que los puestos que van a quedar son puestos que requieren una formación alta. Estábamos diciendo hasta hace poco que en España hay demasiados universitarios. Pues no, a lo mejor tiene que haber más. Lo que necesitamos es gente que sepa programar, que sepa controlar esto, que sepa electrónica. Por otro lado, la necesidad de la relación humana está ahí y creo que se está recuperando. Durante la pandemia, se abusó mucho del teletrabajo, porque no hubo más remedio. Acabó la pandemia y la gente buena valora mucho un buen ambiente de trabajo y contacto humano.

– ¿No se va a producir un fuerte impacto social? En España, una parte de nuestro modelo laboral no es de alta cualificación.

– Para nosotros, los que nos dedicamos a este campo, la IA supone una oportunidad de seguir desarrollando y aprendiendo, descubriendo cosas nuevas. Sin embargo, la cuestión estriba en que el poder económico se está concentrando en unos pocos. Lo que más miedo me da es que unas pocas personas en el mundo tienen ya más dinero que los estados y están dominando. Imagina un mundo en el que los países y los estados no tienen ninguna importancia y son las empresas las que mandan. Esto es ciencia ficción, pero da miedo.

– Ahora aparece una especie de neo religión, el transhumanismo. ¿Qué opinión le merece?

– Me da mucho más miedo la ingeniería genética que la inteligencia artificial. Se pueden unir esfuerzos de ingeniería genética, para producir auténticos monstruos incontrolables, porque serían seres vivos. Cuando se plantea qué le falta a la inteligencia artificial para ser como un hombre, la respuesta es un cuerpo, pero un cuerpo de verdad. Y, hasta cierto punto, un cacharro lo desenchufas, pero a un ser vivo lo matas. Aunque, desde mi punto de vista, esto ahora es muy ciencia ficción.

– Ese es el cyborg, del que nos hablan los transhumanistas y que aparece en Blade Runner. ¿Hay alma, conciencia, sentimientos, o es mera programación?

– Aquí entran en juego la filosofía y las convicciones también religiosas. Aparte, a mí mi móvil me potencia bastante, pero de ahí a que haya un cuerpo biológico con un cerebro, inteligencia artificial, me parece imposible. Totalmente imposible. También porque tengo unas convicciones religiosas que me hacen pensar que no es lo mismo. Si uno piensa que el cerebro humano, la mente humana, es pura evolución de lo material, entonces hay debate, porque lo que llamamos inteligencia artificial es puramente material. Pero si uno considera que el hombre tiene alma, no solamente inmaterial sino inmortal, estamos hablando de algo espiritual a lo que nunca se podrá llegar con la evolución de la materia.

– Según los transhumanistas, yo puedo descargar mi memoria en un dispositivo, y volver a transferir todos esos terabytes a un cuerpo mejorado. Eso sería la inmortalidad.

– Pongamos el caso de que se pudiera transferir todo el conocimiento y memoria que tengo yo en la cabeza. Lo que nunca puedes transferir es el espíritu, porque no es materia. No se puede transferir la autoconsciencia. Se puede utilizar esa memoria, pero nunca será un ser espiritual. En realidad, es algo que ya estamos haciendo, porque al final lo que llamamos cultura consiste en utilizar lo que nuestros antepasados consiguieron escribir, decir, pensar. Una persona se inmortaliza cuando escribe un libro.

– ¿Entraremos en el Reino de los Cielos con móvil?

– Yo creo que sí [se ríe]. A lo mejor en la entrada no, porque es solo espiritual, pero en la resurrección de los cuerpos tendremos móvil [sigue riéndose], y espero que un campo de fútbol con buen césped para jugar buenos partidos.

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