NASA
Cinco razones por las que no hemos vuelto a la Luna
Nadie ha vuelto a pisar el satélite terrestre desde 1972, pese a que las tecnologías actuales han avanzado a pasos agigantados en los últimos años. ¿Por qué?
En la década de los 60, durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética comenzaron un enfrentamiento silencioso (o no tanto) por convertirse en la principal potencia mundial. Todo se convirtió en una carrera. Así, cuando el presidente estadounidense John F. Kennedy se comprometió el 25 de mayo de 1961 a enviar astronautas a la Luna antes de que terminara la década, sus motivos eran bastante obvios.
La Unión Soviética había conseguido tan solo 43 días antes que el astronauta Yuri Gagarin fuera el primer humano en viajar al espacio. Una victoria para los soviéticos que desafió a los estadounidenses.
La Luna se convertía entonces en el gran objetivo de la conocida como 'Carrera espacial', siendo una meta más política que científica.
El 20 de julio de 1969 los pilotos de la nave Apolo 11, del Programa Apolo de la NASA, Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins, hicieron historia al ser los primeros en posar sus pies en el satélite terrestre, una gran victoria para Estados Unidos.
A esta misión le siguieron otras cinco que consiguieron aterrizar en la Luna. Un total de 12 hombres han visitado el satélite, siendo el último de ellos Gene Cernan de la misión Apolo 17, finalizada en 1972.
¿Y por qué no hemos vuelto desde entonces?
1. Falta de motivo (y presupuesto)
El contexto histórico fue clave en la llegada del hombre a la Luna. Los estadounidenses decidieron enviar una misión tripulada a nuestro satélite por la tensión generada por la situación política con la Unión Soviética. Sin dicha rivalidad, tal y como señalan desde National Geographic, habría sido muy difícil que los americanos movilizaran a cerca de 400.000 personas e invirtieran durante 14 años lo que hoy equivaldría a unos 106.000 millones de euros.
Desde 1960, la partida económica dedicada al programa espacial americana se disparó y llegó a la cifra récord del 5,3 % del presupuesto nacional en 1965.
2. Pérdida de interés
Progresivamente, el interés político en la 'Carrera Espacial' fue perdiéndose y, a pesar de que había un total de 20 misiones previstas, el programa acabó mucho antes, en parte por que la Guerra Fría llegaba a su fin. Una vez demostrada la superioridad estadounidense en materia científica, resultaba demasiado caro continuar con los programas espaciales.
3. Termina la financiación
En los años 80, el presidente Nixon rebajó la partida de la NASA drásticamente y, aunque Reagan trató de reavivar las misiones espaciales, no fue capaz de aumentar la financiación.
Por su parte, el presidente Bush trató de lanzar un nuevo programa para llevar a la NASA a la Luna y a Marte, pero fue rechazada en el Congreso.
4. Accidente del transbordador espacial Challenger
El 28 de enero de 1986 el transbordador espacial Challenger se desintegró tan solo 73 segundos tras el lanzamiento, provocando la muerte de los siete miembros de la tripulación, Francis Scobee, Michael J. Smith, Ronald McNair, Ellison Onizuka, Gregory Jarvis, Judith Resnik y Christa McAuliffe.
El accidente produjo la paralización de los vuelos durante treinta y dos meses y la formación de una comisión especial nombrada por Ronald Reagan, la Comisión Rogers, que determinó que la cultura organizacional de la NASA y el sistema de toma de decisiones habían contribuido al accidente. Desde 1977, los directores de la NASA tenían conocimiento de que el diseño de los cohetes aceleradores sólidos del contratista Morton Thiokol tenía un defecto potencialmente catastrófico en las juntas tóricas, pero no lo habían resuelto de forma adecuada.
En torno al 17 % de los estadounidenses fueron testigos del lanzamiento en directo.
5. Dificultades científicas
Con todo, a pesar de los grandes avances científicos que se han llevado a cabo en los últimos años, hemos de tener presente que el espacio es un ambiente sumamente peligroso. Al abandonar la atmósfera terrestre, el vacío, la temperatura y la radiación siempre supondrán una amenaza para las tripulaciones.
Además, la Luna es un lugar hostil para el ser humano. Su superficie está llena de cráteres y rocas que dificultan los aterrizajes seguros. Hemos de tener presente que, antes del primer alunizaje tripulado, el gobierno de Estados Unidos gastó miles de millones de dólares para desarrollar y lanzar satélites a la Luna para mapear la superficie del satélite y ayudar a buscar posibles sitios de aterrizaje para el Apolo.