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El exoficial de inteligencia David Grusch, durante su comparecencia en el Congreso de EE.UU. la semana pasada

El exoficial de inteligencia David Grusch, durante su comparecencia en el Congreso de EE.UU. la semana pasadaEFE

Los buscadores de vida extraterrestre dudan del oficial que dijo que EE.UU. esconde naves alienígenas

Un astrónomo del Instituto SETI expone las razones que invitan a desconfiar de las declaraciones realizadas por David Grusch ante el Congreso

Las graves declaraciones realizadas la semana pasada ante el Congreso de EE.UU. por David Grusch, exoficial de inteligencia militar que asegura que el Gobierno de ese país oculta naves extraterrestres intactas e incluso restos biológicos de sus ocupantes, suman un nuevo y destacado actor al bando que pone en duda sus afirmaciones.

Las aseveraciones de Grusch causaron cierto revuelo la semana pasada en Washington a raíz de su testimonio, previamente anticipado en dos entrevistas que concedió s medios estadounidenses en junio. Durante varias horas, el antiguo oficial, que durante cuatro años trabajó en programas de investigación y monitorización de ovnis (o FANI, acrónimo de Fenómeno Aéreo No Identificado, como se denominan actualmente), declaró que en su tiempo de trabajo en el Gobierno entrevistó a decenas de personas que le proporcionaron información sobre supuestos programas ultrasecretos de recuperación de estos vehículos. El testigo, sin embargo, no aportó pruebas, admitiendo que los datos de los que dispone se basan en conversaciones con terceros y no en imágenes. Es decir, Grusch no ha visto con sus propios ojos, ni personalmente ni en fotos, lo que asegura con convencimiento que existe.

Tras avivar el escepticismo de algunos políticos, ha sido el propio Instituto SETI, el principal referente mundial en búsqueda de vida extraterrestre inteligente, el que ha mirado con desconfianza el testimonio del exoficial.

En un artículo publicado tanto en MSBCN News como en la propia web de la organización y titulado ‘La verdad está ahí fuera. Pero este 'denunciante' de ovnis probablemente no lo tenga’, el astrónomo senior del Instituto Seth Shostak expone las razones por las que recela de la versión del exoficial.

En primer lugar, Shostak incide en su escrito en, como no podía ser de otra forma, la ausencia de fotos que sustenten la declaración. Aunque Grusch afirma que se trata de información clasificada y que, por tanto, no puede hacerse pública, Shostak recibe este argumento «con escepticismo».

«La sociedad no debería (y generalmente no lo hace) aceptar ‘descubrimientos’ científicos sin ninguna evidencia. La cura para el cáncer no se puede clasificar. Si realmente hubiera alguna evidencia física de visitas extraterrestres, miles de científicos estarían peleando entre sí para estudiarla. Y el Gobierno querría que se estudiara. Este siempre ha sido otro gran punto conflictivo en el universo de la teoría de la conspiración. ¿Cuál es el motivo para ocultar tecnología extraterrestre en un hangar de Nevada? ¿Cuál sería el objetivo, llegados a este punto, de dejar fuera a la comunidad científica? La información, la tecnología y, lo que es más importante, los incentivos de riqueza aquí parecen abrumadores», se pregunta.

Un planeta lleno de cámaras

Otro de los aspectos que hilvanan el artículo de Shostak hace alusión al tamaño de las supuestas naves. Grusch aseguró que los vehículos recuperados llegaban a tener el tamaño «de un campo de fútbol», pero esto, en un mundo plagado de satélites y cámaras, le resulta al astrónomo del SETI difícil de creer.

«Hay miles de satélites orbitando la Tierra. La mayoría de las cámaras deportivas apuntan hacia abajo. Las naves extraterrestres reales en nuestro espacio aéreo más grandes que un escritorio de oficina probablemente serían visibles para los satélites que, entre otras cosas, suministran imágenes a Google Earth», arguye. «Hipotéticamente, podría existir una gran conspiración para borrar esas imágenes. Pero todavía mantengo firmemente que las visitas extraterrestres no son algo que pueda mantenerse en secreto. El tamaño de tal secreto es demasiado grande», prosigue.

Shostak admite que la posibilidad de que los extraterrestres visiten la Tierra es «difícil», pero no «imposible», incluso «para el científico más conservador», porque ir de un planeta a otro no es algo que «viole la física».

«Pero admitir que los extraterrestres podrían estar aquí está muy lejos de afirmar que están aquí. Y que de alguna manera se las arreglan para que sean atendidos exclusivamente por empleados del gobierno ansiosos por ocultarlos. ¿Y por qué los extraterrestres al menos parecen configurar invariablemente su hardware de navegación para visitar Estados Unidos y no algún otro país que podría no sentir la necesidad de mantener a estos visitantes en secreto? Aquí opera una especie de arrogancia nacional: si los seres extraterrestres van a venir a la Tierra, ¡nos visitarán!».

«Entonces, ¿han llegado los extraterrestres? Desde el punto de vista de la ciencia, todavía no hay buena evidencia de eso, solo un 'argumento de autoridad'. David Grusch dice que están aquí. Pero o no puede demostrarlo, o no lo hará. Hasta que lo haga, debemos considerar que sus historias son solo eso: historias», concluye.

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