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Ilustración de un objeto tecnológico extraterrestre

Ilustración de un objeto tecnológico extraterrestreMidjourney

Queda un mes para saber si un objeto caído hace años en la Tierra es de origen alienígena

El científico Avi Loeb anuncia que los análisis de los restos recuperados del objeto IM1 determinarán en unas semanas su composición exacta

Agosto, mes de sequía informativa por excelencia, se perfila como fecha clave para dar respuesta a una de las preguntas más inquietantes (y también polémicas) que turban a la humanidad desde su origen: ¿existen los extraterrestres?

Tras una última semana de julio en la que una comisión especial del Congreso de EE.UU. ha escuchado los testimonios de dos militares y un exoficial de inteligencia convencidos, por distintas circunstancias laborales, de que naves alienígenas han visitado la Tierra e incluso (en el caso del exoficial) de que el Gobierno estadounidense las guarda en secreto, el administrador de la NASA, Bill Nelson, ha decidido encargar un informe que zanje de una vez por todas «tantas sospechas sobre alienígenas», en alusión a la audiencia celebrada días atrás en el Congreso.

No es el único evento marcado en el 'calendario alienígena' de agosto. A un nivel más extraoficial y pretendidamente científico, el célebre astrofísico de la Universidad de Harvard Avi Loeb ha afirmado sin tapujos al tabloide Daily Star que «estamos en el proceso de descubrir, dentro de un mes más o menos», si los restos de un objeto supuestamente interestelar hallados en las profundidades del océano Pacífico cerca de Papúa Nueva Guinea son «de origen tecnológico o no».

En los laboratorios de Harvard se investigan desde principios de julio 50 esférulas milimétricas encontradas y recogidas durante una expedición capitaneada por el propio Loeb en la zona donde se cree que impactó un meteorito llegado de fuera del sistema solar en 2014.

Extraoficialmente bautizado como IM1 (Insterstellar Meteorite 1), los primeros análisis llevados a cabo por Loeb y su equipo determinaron que la composición más probable de los restos fuera una aleación de acero y titanio mucho más fuerte que la de los meteoritos de hierro que suelen llegar a la Tierra. Al mismo tiempo, los sensores que detectaron la caída de IM1 determinaron, según Loeb, que «se movía más rápido que el 95 por ciento de las estrellas cercanas al Sol».

Loeb, director del Instituto de Teoría y Computación en el Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica y célebre por su obsesión con los objetos interestelares detectados hasta ahora, a los que vincula con un origen alienígena, asegura que «existe la posibilidad de que [IM1] sea artificial, que sea una nave espacial» dada su resistencia y las condiciones anómalas en las que realizó su entrada en la atmósfera hace ahora nueve años.

En ese sentido, lo compara con las sondas Voyager 1 y 2, los objetos hechos por el ser humano más distantes que existen (vagan a miles de millones de kilómetros de la Tierra por el espacio interestelar) y cuyo tamaño podría haber sido similar al que se cree que tenía IM1 antes de desintegrarse.

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