El polo sur lunar, de desconocido a ser clave para la conquista del espacio por su agua
El director del Observatorio Astronómico Nacional, Rafael Bachiller, explica los factores que han convertido a esta región en la más importante y anhelada del satélite terrestre
India ya está en la Luna, y no en cualquier parte. El país asiático logró este miércoles con una nave de bajo presupuesto lo que muchos otros (también la propia India) habían intentado previamente sin éxito: llegar al polo sur del satélite, región codiciada por sus reservas de agua helada y que ya explora, por primera vez en la historia, con la ayuda de un róver. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cuáles son las ventajas de este territorio? Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional, aporta algunas claves en declaraciones a El Debate.
¿Por qué no se ha ido a región polar hasta ahora?
«En la época de las misiones Apolo –dice Bachiller–, no se era consciente del gran interés de los polos lunares y más concretamente del polo sur. Este interés solo se despertó en la década de los 1990, cuando se pudieron explorar esas zonas con algo de detalle. Este trabajo de exploración se realizó desde naves espaciales en órbita, ahora es la primera vez que se tiene la oportunidad de estudiarlas in situ.
Concretamente, NASA ha venido utilizando la sonda LRO (Lunar Reconnaissance Orbiter) durante años para explorar los polos lunares desde el espacio y trazar mapas muy detallados. En este momento, la agencia estadounidense dispone de más de una docena de sitios posibles para el alunizaje de Artemisa 3 [la misión que llevará humanos a la superficie lunar por primera vez en más de 50 años]. La elección final dependerá de las características del terreno (como su pendiente), la facilidad que ofrezca para las comunicaciones con la Tierra y la ventana de lanzamiento que se utilice (que podrá favorecer a unos puntos de alunizaje respecto de otros)».
¿Por qué ir al polo sur lunar y no al norte?
«Ambos polos lunares tienen características similares: son zonas con relieve muy accidentado dominado por numerosos cráteres de impacto. Sin embargo, el polo sur tiene algo de ventaja en lo que se refiere a zonas muy protegidas de la radiación solar y picos iluminados el 90 % del tiempo.
Además, el polo sur tiene otra ventajas: aquí hay regiones en los fondos de los cráteres que no han recibido la luz del sol en miles de millones de años, por lo que han conservado la composición química primitiva del sistema solar sin que se altere. Esto tiene una gran importancia científica para afinar los modelos de formación de sistemas planetarios. En estas regiones, la temperatura puede bajar por debajo de los 200 ºC bajo cero y los hielos se han preservado en grandes cantidades, tanto el hielo de agua como de otros componentes volátiles. También deben de encontrarse metales depositados por la actividad volcánica lunar. Obviamente, agua y metales son de suma importancia para el posible establecimiento de una base lunar en el futuro.
También importante para este objetivo es la existencia de esas cumbres que están iluminadas de manera cuasi permanente, pues son lugares óptimos para establecer plantas de energía solar.
Entre los recursos naturales del regolito lunar destaca el isótopo 3 del helio (He3), estos átomos han sido transportados por el viento solar y acumulados en el regolito durante millones de años. En la Tierra, el He3 es muy raro y muy costoso (su precio supera en un factor 100 al precio del oro). Se emplea en aplicaciones de criogenia y como combustible en las reacciones de fusión nuclear».
¿Está la Luna bien protegida?
«El Tratado de la Luna, que data de los años 1960, no ofrece una regulación acorde con la actividad que se está desatando en la actualidad. Por ejemplo, no existe regulación suficiente en lo que se refiere a las empresas privadas que, de cualquier nacionalidad, puedan establecerse allí para explotar los recursos lunares.
La Luna es propiedad de toda la humanidad, tanto de los países ricos como de los menos ricos, y debe ser utilizada de manera consensuada por todas las naciones. Debería de tener un tratamiento parecido al de la Antártida y su explotación debería estar restringida a un uso pacífico y científico que revierta en el beneficio de toda la humanidad».