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Un escarabajo japonés mordisquea una hoja

Un escarabajo japonés mordisquea una hojaWikimedia Commons/Steven Katovich (Bugwood.org)

Más de 100 especies invasoras podrían proliferar en España en los próximos años

Su expansión representa la segunda causa de pérdida de biodiversidad en el mundo

Siluro, cotorra argentina, rana toro, avispa asiática… son especies que, en diferentes momentos y por diversas circunstancias, llegaron a España procedentes del extranjero y, con el tiempo, han acabado adquiriendo el peligroso título de invasoras.

En total, son casi 200 los nombres que integran el catálogo de animales y plantas de este tipo en nuestro territorio, algunos de los cuales ya han causado importantes estragos a efectos medioambientales y de biodiversidad.

Sin embargo, el volumen de la lista podría ampliarse en los próximos años. Esas son, al menos, las conclusiones de un análisis realizado por 39 especialistas de 31 instituciones españolas coordinados por la red InvaNET, que acaba de identificar nada menos que 108 especies exóticas que no están todavía establecidas en España, pero que presentan un potencial riesgo de convertirse en invasoras a lo largo de este decenio.

Los resultados, que han sido publicados en la revista Journal of Environmental Management, clasifican los 108 nombres en dos subcategorías: riesgo alto (61 especies) o muy alto (47). Muchas de ellas han invadido ya numerosos países, pero casi el 85 % del total no están incluidas en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras.

Entre las especies más potencialmente peligrosas destacan el escarabajo japonés (procedente del noroeste asiático y muy destructivo en prados, bosques y plantaciones agrícolas), el gusano nematodo (que con su alimentación a base de raíces y rizomas dificulta la absorción por parte de los árboles) y la planta marina Halophila stipulacea, que ha accedido al Mediterráneo a través del Canal de Suez y ya se ha hecho dominante en ciertos puntos del litoral.

Amenaza seria

En la actualidad, las especies invasoras suponen la segunda causa de pérdida de biodiversidad en el mundo, y aunque España fue ambiciosa en el desarrollo de su normativa cuando la impulsó en 2011, algunas organizaciones como WWF señalan que posteriormente se redujo el nivel de protección y se introdujeron excepciones para permitir el comercio de especies que a la postre han terminado colonizando espacios y provocando importantes daños en los ecosistemas autóctonos.

Por todo ello, el equipo recomienda a la administración realizar un análisis de riesgo más detallado que facilite las labores de prevención y alerta temprana de la llegada de estas especies.

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