La proteína del pez cebra, clave para reparar el corazón de ratones: ¿podría hacerlo también en el ser humano?
Esta capacidad regenerativa ha llamado la atención ya que abre un abanico de posibilidades para una posible aplicación en terapias para humanos
investigadores del grupo Bakkers del Instituto Hubrecht en los Países Bajos. El equipo, dirigido por Jeroen Bakkers, han conseguido reparar corazones dañados de ratones utilizando la proteína de un pez. En concreto, los investigadores han descubierto que la proteína Hmga1 es clave en la regeneración de los peces cebra.
«Comparamos el corazón del pez cebra con el del ratón, que, al igual que el corazón humano, no puede regenerarse. Nuestros hallazgos revelaron que el gen de la proteína Hmga1 está activo durante la regeneración cardíaca en el pez cebra, pero no en los ratones. Esto nos mostró que la Hmga1 desempeña un papel clave en la reparación cardíaca», explica Dennis de Bakker, primer autor del estudio.
«Descubrimos que Hmga1 elimina los obstáculos moleculares de la cromatina. Hmga1 abre el camino, por así decirlo, permitiendo que los genes latentes vuelvan a funcionar», explica Mara Bouwman, coautora principal. Asimismo, en palabras de Jeroen Bakkers, este descubrimiento «podría conducir a terapias para prevenir la insuficiencia cardiaca en humanos». Las grandes propiedades generativas de los peces cebra es una realidad que se ha venido estudiando desde hace años.
Ya en el año 2019, investigadores del Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC) y del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMR-B) descubrieron el mecanismo por el cual las células cardíacas del pez cebra se mueven y se dividen en células de dos núcleos para regenerar el corazón.
Esta investigación, que fue publicada en Nature Materials, dio nuevas pistas para los científicos con el objetivo de ver si este mecanismo de regeneración cardíaca se puede aplicar en terapias para humanos.
En palabras del director de la investigación, Xavier Trepat, el corazón humano es incapaz de regenerarse porque las células cardíacas adultas no pueden crecer y dividirse para sustituir a las dañadas, y la lesión se vuelve irreversible.
«Nos sorprendió mucho descubrir células que en vez de tener un núcleo, como es habitual en la mayoría de tejidos, tienen dos, y cada uno de ellos contiene una copia del ADN de la célula», ha afirmado Trepat, que también es profesor asociado de la Universidad de Barcelona.
Los investigadores del IBEC y del CMR-B fueron los primeros en descubrir este «sorprendente» mecanismo por el cual las células cardíacas del pez cebra se mueven y dividen durante la regeneración.
«El epicardio es el origen de varios tipos celulares del corazón, y secreta señales bioquímicas que indican al resto de células qué tienen que hacer en cada momento. Es un tipo de 'hub' de la regeneración», precisó en aquel entonces Ángel Raya, director del CMRB.