El mal presagio que acabó con la muerte de Carole Lombard a los 33 años

La fotografía que abre este artículo está tomada en Chicago el 14 de enero de 1942. La fecha, aún más que el lugar, es importante. Por un lado, para entender el contexto histórico en el que se realizó: Estados Unidos acababa de entrar en la Segunda Guerra Mundial. Por otro, por el valor del documento gráfico: Carole Lombard, la estrella de Hollywood que aparece en la imagen, murió dos días después. Solo tenía 33 años.

Carole Lombard había nacido como Jane Alice Peters en Fort Wayne, Indiana, en 1908. Ocho años después sus padres se divorciaron y se fue con su madre a Los Ángeles. La mudanza le sirvió para debutar en el cine cuando aún tenía 12 años. El director Allan Dwan había visto a Jane Alice jugar al béisbol con otros niños en la calle y quiso que apareciera en su película A Perfect Crime (Un crimen perfecto). Solo era el anecdótico inicio de una filmografía que realmente empezaría a tomar forma en 1925, ya como Carole Lombard.

En ese año participó en ocho películas, aún con papeles menores. En 1928 hizo casi tantas películas (18) como años cumplió (20). Comenzaba así para ella un decenio que terminaría con la nominación al Oscar a la mejor actriz por Al servicio de las damas. Antes lo que había terminado era su matrimonio con William Powell, que únicamente duró dos años hasta su divorcio en 1933. Seis años después se casaría con otro actor: Clark Gable. La fatalidad sesgó uno de los matrimonios más ilustres de Hollywood. Un matrimonio original, como la penúltima película que rodó, a las órdenes de Alfred Hitchcock, Carole Lombard.

La mala suerte del número 3

A esa fatalidad le hemos puesto ya fecha (el 16 de enero de 1942, dos días después de la imagen de apertura), pero no tanto el contexto. En los días previos, Carole Lombard había viajado a su estado natal, Indiana, para promocionar la venta de bonos de guerra y recaudar así fondos para el ejército. La actriz viajó con su madre, Elizabeth Knight, una mujer obsesionada con la numerología, especialmente con un número que asociaba con la mala suerte: el tres.

Antes de emprender el vuelo de regreso a California, Elizabeth Knight se percató de que el avión en el que iba a viajar con su hija y el representante de esta era un DC3. Eran tres personas. El número del vuelo, el tres. Y Carole Lombard tenía 33 años. Demasiados treses para su superstición. El mal presentimiento llevó a la mujer a intentar convencer por todos los medios a su hija para que no volvieran en avión. Pero no lo consiguió.

El avión en el que viajaban Carole Lombard, su madre y su representante junto a otras 20 personas se estrelló a 33 millas de Las Vegas. 33.

El presidente Roosevelt condecoró de forma póstuma a Carole Lombard con la Medalla de la Libertad. Consideraba que la actriz era la primera mujer estadounidense caída en la Segunda Guerra Mundial. Incluso bautizó un buque de guerra como The USS Lombard.

La vida y la carrera, tan brillante como corta, de Carole Lombard se cortaban así abruptamente. Su filmografía se cerraba con una extraordinaria película de Ernst Lubitsch: Ser o no ser. Carole Lombard no llegó a ver su estreno en los cines de Estados Unidos por apenas dos meses.

En el breve intervalo de tiempo entre la muerte de la actriz y el estreno del filme, cuando aún se apuraba la posproducción de la película, una frase del metraje inicial de Ser o no ser dejó helado al equipo técnico. La pronunciaba Carole Lombard y aún hoy, 80 años después, produce cierto escalofrío al leerla: «¿Qué te puede pasar en un avión?».