Joaquín, el novato
El vehículo en el que nunca verás a Marc Márquez por la calle
El piloto catalán descarta una reconciliación con Rossi: «Esto es como un divorcio. No hay buenos ni malos»
La conversación fluyó entre Marc Márquez, ocho veces campeón del mundo de motociclismo, y el bético Joaquín. El marco fue el circuito de Jerez, cerrado para la ocasión.
Al más puro estilo Bertín Osborne, el futbolista empezó preguntando por los inicios del piloto. «Yo estaba dentro de la barriga de mi madre e iba a los circuitos». Sus padres eran voluntarios de un club motociclista. Empezó a los cuatro años, cuando en la carta a los Reyes Magos escribió: «Yo quiero una moto de gasolina de hacer saltos». El deseo fue concedido. «Es más fácil aguantar el equilibrio en moto que en una bici», recordó. «Con cuatro años y mucho hice mi primera carrera. Con cinco empecé a competir». Con «ocho años o nueve», su padre le dijo que tenía que decantarse por un deporte: o motos o fútbol: «Elegí bien». A los nueve años lo fichó un equipo, el de los hermanos Rojas, de Mataró. «No ganaba ahí, era muy pequeñito. Había dos o tres que me ganaban todas las carreras. Eso me salvó». Con 20 años ganó su primera carrera en MotoGP, categoría de la que es el campeón del mundo más joven.
Miedos y lesiones
Es joven pero ya ha estado muy arriba y muy abajo, deportivamente hablando: «He vivido las dos caras. De creerte superhéroe, de ganarlo todo. Y de un día para otro, en la curva aquí de Jerez, en la tres, pam, lesión, errores, otra lesión… De un día para otro, ¿por qué me toca a mí?». «Volví demasiado pronto, me lesioné, después no tuve suerte con la infección. Cura la infección, pero el hueso quedó rotado», fue enumerando.
Sufrió 12 lesiones graves, y marcó con pegatinas que le entregó Joaquín los puntos de su cuerpo que las han sufrido. Han sido demasiadas caídas. Y un punto que teme especialmente. «El final de recta de Mugello. Ahí me caí a 300». Vio que se iba a dar contra el muro y dedicó saltar de la moto. Se salvó.
En marzo de este año, cuando «lo de la vista» [sufrió una diplopía], pensó en dejarlo. «Veía dos cabezas. Una aquí y otra allí», explicó. Tres veces ha sufrido un episodio similar, pero ahora se encuentra restablecido.
Las aguas menores
Hubo tiempo para las curiosidades.
Las hubo primero escatológicas. El asunto de la evacuación humana es algo que a Joaquín le hace mucha gracia y por lo que ya ha preguntado a otros entrevistados. Márquez confesó que suele evacuar ácido úrico justo antes del inicio de la carrera. «Yo, en la parrilla de salida, muchas veces (…). Si tú te estás meando, ¿tú sabes lo incómodo que es ir ahí con una presión». Después ya no: «Corriendo estás tan concentrado que no te acuerdas. Pero cuando estás ahí, lo sacas. ¡A lo mejor son dos gotitas!». Reveló incluso cómo se puede saber qué esta en ello en la parilla: se levanta un poquito del asiento, como si se estuviese estirando.
También reveló que solo tiene una superstición. Lleva calzoncillos rojos para las carreras, y, previo lavado, usa los mismos toda la temporada.
Imposible reconciliación con Rossi
«La rivalidad me gusta. La rivalidad es lo que te hace crecer», afirmó el catalán. «Hoy en día hay buenrollismo» en la parrilla, pero no lo hubo en el pasado.
Salió, claro, el nombre de Rossi. Cuando llegó al Mundial, admiraba a dos pilotos por encima del resto: «Valentino lo veía como más ídolo y Pedrosa, referente». Pero con el italiano todo se rompió en aquellas carreras de fin de temporada en la que Márquez se vio en el medio de la pelea Lorenzo-Rossi.
«¿Sabes qué pasa? Que tú cuando eres Messi no buscas el contacto. No buscas la putería, no buscas que se caliente el partido. Eres el mejor y lo haces cuando quieras. Cuando ya te ves con un poquito de inferioridad, en el fútbol pasa lo mismo, vas buscando que haya un poco de a ver si se enrabieta un poco. Ese final de campeonato, que es donde explotó todo, Lorenzo tenía más velocidad que él. Y al final ganó la velocidad».
Cerró las puertas a una reconciliación. «Muchas gracias por lo que ha hecho por el motociclismo, lo reconozco, es uno de los más grandes, sino el que más, pero ya está. Yo hago la mía, tú haces la tuya». «Cuando te niegan el saludo, y cada uno por un lado, pues ya está. Esto es como un divorcio. No hay buenos ni malos. Se jugó unas cartas, hubo una tensión y explotó», resumió.
Rossi se fue del Mundial. Él aún no otea el adiós. «Yo creo que me queda cuerda. Si que tengo claro que arrastrarme… Arrastrar significa estar por estar, rodar por rodar, no tener opción de estar ni de los cinco primeros». Si se ve así, se irá.
El carné de conducir
Dado que Joaquín tenía como objetivo probar la moto del catalán, se interesó por la legalidad de la acción.
–Joaquín: ¿Hace falta tener carnet para pilotar? Es que no tengo.
–Marc: ¿A qué esperas, tío?
–Joaquín: Yo creía que valía con el del coche.
–Marc: Aquí con un buen seguro ya vale. Aquí carnet no.
Después ya se puso (algo más) serio el piloto. «Yo me lo saqué el carné hace tres o cuatro años. No lo tenía. Muchos [pilotos] no tienen». Y después llegó una curiosa confesión: «Lo tengo y no he ido en mi vida en moto por la calle. Nunca, nunca».