Cuando la izquierda tildó de machista a Carlos Saura por llamar «guapa» a Penélope Cruz

«Estoy muy emocionado de estar con esta chica tan guapa», dijo Carlos Saura cuando se disponía a entregar el Goya a mejor película, a pocos minutos de cerrar la gala de 2018. La «chica tan guapa» no era otra que la estrella del cine español contemporáneo por excelencia, Penélope Cruz, que le respondió enternecida mientras le cogía del brazo: «Y yo de estar aquí contigo, por Dios». Ese piropo le costó caro al fallecido Saura: le llamaron machista y fue expuesto como ejemplo del «machismo estructural» contra el que lucha el feminismo abanderado por Irene Montero. Aquel 2018, Podemos libraba una enérgica lucha política contra el piropo, que consideraba machista y sancionable, y no perdía oportunidad en cargar contra él.

La ministra de Igualdad celebró este sábado en Sevilla que la 37ª edición de los Goya fuera «un lugar seguro para las mujeres» y paseó por la alfombra roja del evento entre gritos de «guapa». Lejos de sentirse atacada o víctima machista, Montero sonrió a los mismos que le piropeaban: «¿Cabemos todas?», preguntaba mientras se sacaba un selfie con un grupo de adolescentes que ponían en valor su físico sobre sus 'logros' políticos.

Meses después de su escandaloso piropo, Saura aseguró en un evento en Francia: «Me da miedo hablar de las mujeres porque enseguida dicen que soy machista». Más recientemente, habló sobre el incidente en una entrevista meses antes de fallecer: «El feminismo llevado al extremo es muy peligroso, como el fundamentalismo en las religiones», sentenció el director sobre los ataques que recibió por parte de los mismos que este sábado lloraban su muerte. Ninguno de ellos salió en defensa del director en 2018 y ninguno de ellos quiso recordar anoche cómo no hicieron nada para evitar que arrojaran a Saura al foso de los leones.

Del 'No a la guerra' al 'MásMujeres'

La organización de los Goya 2018 decidió pintar de feminismo la ceremonia de ese año. Intentando emular la escenificación de aquel 'no a la guerra' de 2003 –que tiñó a los Goya de izquierda para siempre–, el feminismo lo inundó todo: abanicos rojos con el lema 'MásMujeres', discursos feministas y muchas mujeres dando premios a mujeres. Ese año, Isabel Coixet se alzó con tres premios muy codiciados: mejor dirección, mejor guion adaptado y mejor película. La genial Julita Salmerón, madre del director Gustavo Salmerón, subía al escenario para recoger el Goya a mejor documental por Muchos hijos, un mono y un castillo. El premio a mejor película iberoamericana –presentado por Belén Rueda con un «¡vivan las mujeres!»– fue para Una mujer fantástica y propició que su protagonista Daniela Vega, una actriz transexual, tomara el micrófono: «Rebeldía, resistencia y amor».

Pero un acto natural que no formaba parte del guion y con cero mala intención, el cumplido sincero y espontáneo de Saura, propició la transformación del director en chivo expiatorio: le acusaron de «difuminar la trayectoria profesional de Cruz y sus 22 premios internacionales» y de «relegar al referente cinematográfico español (e internacional) a 'qué chica más guapa'», entre otras acusaciones sobredimensionadas que se vertieron en medios de comunicación y redes sociales.

Saura nunca llegó a comprender el porqué de esos ataques: «Le dije que estaba muy guapa y me empezaron a tildar de machista en muchos medios. Penélope me llamó indignada, y también Bardem. Yo digo algo así con cariño, sin ninguna connotación antifeminista. A mí me parece que la gran revolución, después de la industrial, es la femenina. Y me parece muy justa y necesaria. Mi mujer, Lali Ramón, es muy feminista, por otra parte», afirmó el director en una entrevista en 2022.