Iglesias «okupa» la frecuencia de la desaparecida 7NN en la televisión madrileña
El exvicepresidente se ha jactado de haber aprovechado la caída de 7NN para colarse en la TDT regional de Madrid y ha insultado a los espectadores del desaparecido canal
«Espero que no haya infartos en el barrio de Salamanca o en la Moraleja», así ha celebrado Pablo Iglesias su irrupción en la televisión autonómica de Madrid. Para ello ha tenido que aprovechar el cierre de 7NN –el canal de televisión con una línea editorial contraria al Gobierno de PSOE-Podemos que finalizó su emisión el pasado 31 de marzo– y hacerse con la frecuencia donde emitía en la TDT madrileña para poder difundir los contenidos de CanalRed, la televisión que dirige gracias al soporte de Jaume Roures.
Con una impostada ironía, el exdirigente de Podemos ha aprovechado el anuncio para llamar «fachas» a los espectadores de 7NN y ha mencionado al exdiputado Marcos de Quinto, que en 2022 entró al Consejo de Administración de 7NN. «Ya uno no puede salir a pasear cinco minutillos a Marcos de Quinto sin que te okupen la frecuencia», ha comentado Iglesias. La publicación de Pablo Iglesias en redes ha provocado un aluvión de odio entre sus seguidores que no han escatimado en descalificaciones y ataques tanto a la audiencia como a los trabajadores del desaparecido canal.
En su primer día de emisión, se ha podido ver en su canal a Inna Afinogenova, exsubdirectora de Russia Today, entrevistando a Julio Rodríguez, ex JEMAD durante el Gobierno de Zapatero y afín a Podemos, sobre Ucrania y Rusia. Afinogenova entró en 2009 como becaria en Russia Today, el conglomerado mediático estatal propiedad del Kremlin, y en 2022 abandonó la compañía siendo subdirectora. Durante los 12 años que trabajó en Russia Today, cumplió su labor de divulgar las bondades del Kremlin y de Putin. Tras la prohibición de Russia Today por la Unión Europea, Afinogenova se refugió bajo la protección de Iglesias: primero en el podcast La Base de Público y luego en la televisión CanalRed.
También ha participado Dina Bousselham, con quien Iglesias mantuvo una relación y un sonado juicio a causa de una tarjeta de memoria SD destruida. El caso provocó la apertura de la pieza Dina dentro de la macrocausa Tándem, más conocida como caso Villarejo. En esta investigación judicial se indagó acerca del supuesto robo del móvil de Bousselham y el acceso a su tarjeta de memoria, así como la publicación de parte de su contenido en medios de comunicación.
Hasta ahora, la televisión de Iglesias solo emitía en formato digital. Con retransmisiones en Youtube y en su página web, Iglesias dio el pistoletazo de salida a su televisión hace poco más de un mes.
«Frenar a los poderosos» por 25 euros
La televisión que dirige Iglesias encontró en el crowfunding una poderosa fuente de ingresos. Así, al igual que ya venía haciendo Podemos pidiendo financiación a los votantes mediante microcréditos, CanalRed llegó a poner en marcha dos campañas de recaudación de fondos.
La primera ronda se marcó un objetivo de 100.000 euros y terminó superándolo, llegando a los 185.490 euros; la segunda, con un objetivo de 125.000 euros, se cerró con 403.665 euros. En total, Iglesias recaudó 589.155 euros, más de 364.000 euros por encima del objetivo marcado.
Pero esa no fue la única financiación que han necesitado para sacar adelante el proyecto. Como explicaban en la propia campaña de crowfunding, no escondían sus intenciones de buscar «apoyos y recursos privados». A la vista del apoyo explícito que ha recibido por parte de Público, medio propiedad del magnate Jaume Roures que le permitió promocionar CanalRed desde sus instalaciones, nadie duda del apoyo recibido por el empresario que ha estado ligado económicamente a los movimientos de Iglesias.
Para adornar las donaciones, establecieron un ranking en función de la cantidad ofrecida: una aportación de 10 euros al proyecto convertía al donante en «parte del equipo»; mientras que por 25 euros prometían «frenar a los poderosos». El reconocimiento se elevaba directamente proporcional a los euros: con 300 euros eras parte del «poder de la gente». Con 1.000 euros, «una pieza fundamental para que las fake news no avancen». Y por último, a cambio de 3.000 euros, aseguraban que no te olvidarían. Este último tramo lo alcanzaron, al menos, cinco donantes anónimos.