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Jorge Javier Vázquez, en 'Sálvame'

Jorge Javier Vázquez, en 'Sálvame'Telecinco

La semana de la tele

El adiós de 'Sálvame' y el reciclaje de la basura

Le ha llegado su hora al programa que colonizó la parrilla de la «cadena amiga»

Sálvame y sus cepas (Deluxe, Naranja, Limón, Fashion Week...) van camino de la erradicación y hay quien celebra este adiós como «el ocaso de la telebasura», como si nos fuésemos a librar de ella así de fácil. Sabemos que la cabra tira al monte y que ese tipo de formato es consustancial a Telecinco, por lo que de entrada hay que poner en duda que la llamada «cadena amiga» vaya a romper del todo con su pasado. Por ello el espectador que no comparte la que ha sido su filosofía histórica sigue en sus trece y fiel al «sálvame de Telecinco», grito de guerra de los que la evitan sintonizar desde tiempo remotos.

Los que vamos teniendo una edad recordamos que Sálvame no es, ni mucho menos, el único programa que colonizó la parrilla de Telecinco. Es más, desde su mismísimo nacimiento, en marzo de 1990, la cadena empleó esta estrategia de expandir un formato como si fuese una mancha de aceite. El pionero se llamó VIP: se trataba de un espacio dirigido por Emilio Aragón y Daniel Écija, el creador de Médico de familia, Los Serrano, Periodistas, Águila Roja o Aída. En aquella época, encedías la tele, le dabas al 5 del mando y allí aparecía este concurso –un tres en raya con personajes en lugar de casilla– a todas horas y todos los días. Empezó siendo VIP Tarde, y después surgieron VIP Noche, VIP Guay, VIP Mar y VIP Corazón, aunque quizá la memoria omita alguna variante más. El primer presentador fue José Luis Moreno, quien contaba con una desconocida azafata llamada Belén Rueda, quien después pasó a formar pareja televisiva con Emilio Aragón.

Enemiga del buen gusto

En el VIP se contoneaban las Cacao Maravillao, un cuerpo de baile exclusivamente femenino, que no era ni mucho menos el único de la cadena, pues por allí también movían las caderas las celebérrimas Mama Chicho o las Chicas Chin Chin. Estas últimas lucían desnudas en el concurso más chabacano de la historia de la televisión en España, ¡Ay, qué calor!, presentado por el ínclito Cantero. Por todo ello, y por mucho más, Telecinco fue apodada en aquellos inicios como «Teleteta», y asociada a la telebasura, género en el que siempre se sintió cómoda y encontró un amplísimo nicho de audiencia que la llegó a convertir en líder de la caja tonta en España. La memoria deja patente que la llamada «cadena amiga» ha sido desde la noche de los tiempos enemiga del buen gusto.

Volviendo al inicio de esta reflexión, en su origen el VIP y Emilio Aragón eran omnipresentes al nivel que en los últimos años lo han sido Sálvame y Jorge Javier Vázquez. La diferencia es que aquel era un programa blanco, para toda la familia, y el que pronto desaparecerá supuso una vuelta de tuerca más perversa en la filosofía Telecinco.

El teatrillo diario

Sálvame es un teatrillo diario, en el que personajes en muchas ocasiones nacidos y alimentados por la propia cadena entran y salen de escena contando cuchicheos ajenos y personales, todo ello entre gritos e insultos soltados a un volumen brutal que se mezclan formando una deleznable e incomprensible sinfonía sonora. Antaño, a la gente que salía en la tele se le presuponía una preparación y una trayectoria que avalaban su presencia en plató. Y no estamos hablando de La clave, que obviamente también, sino también de cualquier programa de entretenimiento. Con Telecinco esa norma no escrita se quebró: para la tele valía casi cualquiera que quisiese contar sus miserias o las del prójimo, sobre todo si este era famoso.

En su entrevista reciente en Milá vs Milá, Jimmy Giménez Arnau señala un momento en el que cambia el mundo del corazón en España, que es cuando salió en portada de el ¡Hola! la madre de Jesulín de Ubrique: a su juicio en ese momento nació «el ¡Hola! rural», abandonando lo que él denomina la «exquisitez» para pasar a ser otra cosa más de andar por casa. Ese mismo giro se dio en la tele de mano de Telecinco, que elevó a género la tradicional discusión de bar o de patio vecinal. Pero las recientes cifras de audiencia indican que la audiencia se ha cansado del teatrillo de Sálvame.

Significación política

A la decadencia del programa no ha ayudado tampoco que un espacio de entretenimiento y con una audiencia muy heterogénea tenga al frente con un presentador cuyo posicionamiento político se ha hecho más protagonista a medida que su público decreía. Muy significado primero con el PSOE y ahora con Más Madrid y Sumar, JJ llegó a proclamar que Sálvame era un programa de «rojos y maricones». Muy exacerbado en sus posiciones, ha defendido su postura política a gritos y entrando a la lucha dialéctica con sus colaboradores. Recordado es un intercambio de pareceres muy agrio con Belén Esteban, que osó criticar al Gobierno de España por su papel en la pandemia.

Sálvame morirá porque el limón, la naranja y el tomate en general se han exprimido hasta la saciedad. Hasta hartar. Hasta aburrir. La vaca dejó de dar leche al ser ordeñada a todas horas, como le pasó al VIP en los inicios de la cadena. Pero en el futuro funcionará seguramente algo parecido pero con otro nombre, y puede que hasta con el mismo icónico presentador, JJ. Morirá igual que antes lo hicieron programas que marcaron tendencia como Crónicas marcianas o Aquí hay tomate, Porque es ley de vida y porque nada es para siempre, como se decía en aquella serie de Antena 3. Pero no olvidemos que la basura se recicla.

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