Crítica de cine
'Kepler Sexto B': bienaventurados los pobres de espíritu
Karra Elejalde interpreta a un hombre que se cree astronauta en esta película llena de sensibilidad
En la quinta planta de un edificio de pisos de un barrio deprimido de Valencia vive una chica, Zaida (Daniela Pezzotti), con su padrastro desempleado (Jorge Bosch). En el piso de arriba vive sin salir de su casa un señor mayor, Jonás (Karra Elejalde), que ha perdido la cordura y se cree un astronauta de la NASA en misión en un planeta llamado Kepler. Un encuentro casual entre ambos hará nacer unos vínculos verdaderos y beneficiosos para ambos.
La película cuenta con un componente social y metafórico muy importante, teniendo como fondo la crisis económica del 2008. En primer lugar, los protagonistas son, cada uno a su nivel, descartados. Descartados por el sistema y humanamente devastados. Jonás no tiene dinero, está endeudado y va a ser desahuciado. Pero además se ha demenciado por haber perdido lo más querido de su vida. Zaida está tutelada por su padrastro, en paro y alcohólico, y no deja de echar de menos a su difunta madre.
Pero tanto Zaida –a pesar de su corta edad–, como Jonás –a pesar de su demencia– no han sucumbido al cinismo o al nihilismo, y mantienen vivo el destello de su humanidad. Zaida se siente muy cercana a los pobres, a los más necesitados, habla con ellos, les da dinero o comida, les trata bien. Y Jonás no se mete con nadie, solo se defiende cuando le atacan, y también sabe cuidar y proteger a Zaida.
En este sentido, la película tiene algo del neorrealismo italiano o del cine de Kaurismaki, haciendo brillar la nobleza de los pobres, la limpieza de los pobres de espíritu. Pero la película no da menos importancia a testimoniar el lado oscuro de una sociedad que condena a la soledad a las personas, que saca lo peor de cada uno y que es fuertemente individualista. El director del filme define al personaje de Jonás como un Quijote espacial, en el sentido de que, aunque vive en un mundo de ensoñación, tiene sin embargo sus raíces en lo profundo de la tierra.
Otro tema importante en la película es el de la paternidad. El padrastro de Zaida se deja llevar por la violencia cuando bebe y se transforma en un mal cuidador y en un maltratador. Pero Jonás también es un padre con cuentas pendientes, al menos hacia uno de sus hijos. Junto a estas paternidades defectuosas –de las que podrán arrepentirse– destaca la ausencia en el filme de mujeres y madres, añoradas por los personajes.
El director, Alejandro Suárez, comenzó como dibujante de storyboards para Achero Mañas y Daniel Monzón; continuó escribiendo y dirigiendo cortometrajes, y ahora debuta en el largo con Kepler Sexto B. Su gran pasión es la ciencia ficción, y esta película le ha permitido hacer un homenaje muy personal tanto al cine de ese género como a la literatura. Nos ha ofrecido una película social de género dramático con elementos de ciencia ficción e incluso con momentos de comedia. Pero lo más importante es que nos ha dejado una película llena de sensibilidad humana y con un trasfondo antropológico positivo que nos llega a través de unos personajes entrañables.