Entrevista
Albert Castillón: «Los Mossos me han espiado»
En 2019, tras leer el Manifiesto de Colón, fue apartado como copresentador de Espejo Público. «No he vuelto a ver el programa ni un minuto», asegura. Su pasión por la verdad, por España y por el periodismo las refleja ahora en su podcast Castillón Confidencial
El 10 de febrero de 2019, Albert Castillón leyó ante decenas de miles de personas en la Plaza de Colón de Madrid, y junto a Carlos Cuesta y María Claver, el Manifiesto por la Unidad de España firmado por el PP, Vox y Ciudadanos. Al día siguiente, al llegar a la redacción de Espejo Público, el programa de Antena 3 que copresentaba junto a Susanna Griso, a Albert Castillón le comunican que no va a salir al plató. En la respuesta a cada pregunta de esta entrevista, al igual que en su podcast Castillón Confidencial, enseguida trasluce que, además de la española, el barcelonés Albert Castillón lleva por bandera la sinceridad.
–Habrá mucha gente que ahora mismo se esté preguntando a qué se dedica usted ahora después de tantos años en la televisión. ¿Qué les responde?
–Lo primero, que no se queden con mi imagen de televisión. Me he pasado 15 años cada día en pantalla y la tele no ha mostrado lo que soy. Lo muestra la radio o los artículos de opinión que he escrito siempre.
–¿Se miente mucho en la televisión?
–La televisión es espectáculo. Hasta cuando estás haciendo sucesos o un informativo. Todo se exagera un poco, se dramatiza, y de ahí a la mentira, hay un paso. Se miente mucho más en televisión que en otros medios.
–Pues, con el desarrollo de las plataformas, como para que encima la televisión no trate bien a los espectadores…
–La televisión en abierto ha quedado para la gente mayor. Yo tengo dos hijos de veintitantos y ninguno ve la tele. Ya no me veían a mí y además me parecía muy sano. Yo creo que la tele existirá siempre, igual que la radio, pero para un reducido grupo de personas que no manejan bien las redes sociales.
–¿Los podcast son un aliado o un enemigo para la radio?
–El podcast es el descubrimiento más importante que he hecho en los últimos dos años. Me he atrevido a crear mi propio podcast. Se llama Castillón Confidencial. Imagínate a alguien como yo, que ha vivido siempre de la publicidad de empresas privadas, nunca de dinero público, pero tampoco de que el telespectador, el oyente, pague por oírme. Y ahora lo están haciendo. Me parece alucinante. Es gente a la que estoy eternamente agradecido.
–Usted escribió un libro titulado El origen de la pandemia. ¿Se calló muchas cosas?
–El libro se escribió en el primer año de pandemia y me alegra saber que, pasados los años, lo que ahí se publicaba se ha ido cumpliendo. Jamás hemos encontrado al paciente cero. Nunca nos creímos que el pangolín y el mercado de Wuhan fueran el origen del contagio. Lo que no hemos llegado a demostrar es quién fue: si Estados Unidos o China. ¿Quién salió más beneficiado? Ahí lo dejo.
–¿A dónde acude cuando busca credibilidad en la información?
–Yo hago zapping en todo, en televisión, en radio, en digitales. Yo os leo a vosotros (El Debate) cada día, varias veces al día, y contrasto y busco. Y si una información vuestra me interesa, además de absorber la idea, la busco en otros portales.
–Han pasado casi cuatro años desde el Manifiesto de Colón...
–El día que leí Colón, que me pasó factura y era consciente de ello, mi preocupación era no haberme equivocado con Pedro Sánchez. Después de cuatro años, me quedé muy corto. Sánchez es mucho peor. Y un riesgo para la democracia de este país. Lo que ha hecho Pedro Sánchez jamás lo hizo ningún presidente del Gobierno.
–¿Qué recuerda de aquel día en el que leyó el manifiesto por la unidad de España?
–Había gente de muchas ideologías. Esa es la luz. ¿Las sombras? No estaba previsto que subiese ningún político a Colón encima del escenario. Cada uno de los tres periodistas leía una parte del partido más cercano a su ideología. Una parte la había escrito Vox, una parte el PP y la que yo leí, Ciudadanos. Al final se nos dice que van a subir los líderes y aquello se convirtió en un codazo tras codazo de todos por salir en la foto.
–¿Le dieron alguna explicación?
–Que lo habían pactado entre ellos. Fue Maroto el que nos dijo a los presentadores: «Hemos cambiado y al final sí suben, pero no hablan». Vi subir al primero Albert Rivera, incómodo. Fue el primero en subir y el primero en irse. Estaban Abascal y Casado. A mí no me gustó. Noté los codazos. Esa parte nunca la había contado, pero ocurrió. Y los que estábamos allí lo sabemos.
–¿Cómo fueron los días posteriores?
–El lunes siguiente fui a Antena 3 a mi programa de la mañana (Espejo Público) y me dijeron que me quedara en la redacción, que ese día no salía. Mientras los medios me llamaban para hablar de la experiencia, mi casa y mi programa me arrinconaron porque creían que era negativo. Yo creí que ser constitucionalista y defender el Estado de Derecho era lo que hacían los medios en los que trabajaba. Me di cuenta de que no. Yo no presentaba el informativo de las tres. También estaban informados de lo que iba a hacer. No me prohibieron ir. Eso sí, después me arrinconaron para que mi imagen no saliera. Ellos sabrán, yo no me avergüenzo de nada.
–Decía antes que, antes de leer el manifiesto de Colón, ya sabía lo que iba a pasar. ¿Por qué?
–Porque antes había presentado algún acto de Ciudadanos y sé que no les gustaba. Las grandes cadenas tiene una particularidad: te hacen firmar contratos leoninos en los que no puedes ni hablar, ni respirar, ni moverte. Pero luego pasan de ti. Yo siempre avisé a la casa de lo que iba a hacer y jamás se me prohibió. ¿Recordáis el acto con Marta Sánchez que cantó el himno de España? Ese fue el detonante final: me dijeron 'hasta aquí'. Al acabar la temporada me fui. O me echaron. Llámale como quieras.
–Y todo por defender la unidad de España...
–Mira, si yo fuese independentista y catalán, sería millonario. Si yo tuviese una ideología de izquierdas y además la hiciese pública y, saliera en manifestaciones al lado de los líderes de la izquierda, no se atreverían a tocarnos un pelo. Hay una superioridad moral absurda de la izquierda y los periodistas que se erigen como portavoces son los más intocables que hay en este país.
–¿Qué le decía Susanna Griso, su compañera en Espejo Público, en aquellos días?
–Yo no voy a hablar de ella. Es alguien de quien he aprendido mucho, pero no la echo a faltar.
–Fueron muchos años...
–Quince.
–Que acaban prácticamente de un plumazo.
–Y sin despedirse. Pero yo entiendo que he de irme y además era evidente que 15 años es demasiado tiempo. Yo no me quejo de marchar. Me quejo de las formas. Lo mismo que hicieron conmigo en ese programa, lo hicieron con Fran Rivera. Con Cayetano de Alba. Con un montón de colaboradores a los que un buen día dejan de llamar y preguntas «¿ha pasado algo?». En mi caso lo sabía. Pero nunca hay una despedida, nunca hay un mínimo de educación, de meterte en un despacho después de tantos años y decir «mira, creemos que tu etapa...». Lo que fuese.
–¿Ha vuelto a ver Espejo Público en este tiempo?
–Nunca más. Ni un minuto.
–¿Ve El programa de Ana Rosa?
–No, no veo televisión. Participo en algún programa en cadenas como El Toro TV. Hago cositas, pero no soy de ver televisión. Y cuando la veo, es por algo muy específico. Y de noche, de madrugada. No hubiese visto mi programa si yo hubiese estado al otro lado en lugar de haciéndolo.
–Después de esa situación tan desagradable que vivió, ¿contactaron con usted para que trabajara en otra cadena?
–Después hubo muchísima gente que me llamó. Recibí mucho cariño de todo el mundo. Pero solo eso, cariño. He visto que la tele provoca una enfermedad que es la fama. Hay gente que cree que sin salir en la tele ha muerto. Nunca fue mi caso. Hice cositas en Telemadrid, dirigí un programa de dos temporadas en La 1, +Cotas... Pero grandes ofertas, no.
–Jesús Álvarez, el mítico presentador de deportes, nos dijo que TVE era una casa complicada. ¿Está de acuerdo?
–He estado en varias etapas. Y siempre he encontrado lo mismo, desde que empecé en los 80 como reportero de TVE en Cataluña hasta el último programa en 2018. La primera vez en mi vida que yo me tomé un Vega Sicilia fue con 20 años porque pagaba TVE. Los técnicos nos llevaban a los reporteros. «Venga, un Vega Sicilia, que paga la tele». Esta barbaridad sigue ocurriendo ahora. En el ente público se tira el dinero a manos llenas. Sale más barato dar a una productora la producción de un programa. Hay gente tan buena en esa casa trabajando que ya no tiene ilusión por nada. Al programa de Ana Morgade, ¿cuánto le han dado? ¿Cuatro millones por un programa que duró un día? ¿Cómo puede ser que Julia Otero cobre 400.000 euros por un programa de refritos de archivo de TVE? ¿Estamos locos?
–¿Qué opina de TV3?
–Yo, como catalán constitucionalista, he pisado TV3 dos veces: una con Cuní y otra con Jordi González. Nunca quisieron saber nada de mí en TV3. Llamándote Castillón, no te llaman de TV3. Esa sí es elitista. Tiene más presupuesto y más personal que Telecinco y Antena tres juntas. Es la manipulación hecha televisión. Y ahí sigue, con una audiencia muy alta del 20-25 % que no la ven telespectadores; la ven adeptos. Es una forma de adoctrinar que hemos denunciado siempre y nunca ha pasado nada. Nunca hubo tanto independentista como ahora, porque se vive mucho mejor siendo independentista que no siéndolo.
–TV3, como la educación en Cataluña, es otro pilar del independentismo. ¿Cómo cree que influye en ese adoctrinamiento?
–Mira, tengo dos hijos que me traje aquí (a Madrid) con seis y cuatro años. Sé que hoy, con 23 y 21, si estuviesen en Cataluña, serían independentistas. Estoy seguro. En parte les saqué de ahí por eso. No os podéis hacer idea de lo que es vivir allí no siendo independentista. Si no eres de ellos, te aíslan en la escuela. A mí me han espiado los Mossos de Esquadra. Un día voy a una manifestación con mi hija, menor de edad. Y me hacen subir al escenario en la Plaza de Sant Jaume a decir unas palabras. Ese día los Mossos me espiaron, me hicieron fotografías y con eso hicieron un informe. A mí y a más gente. Ese informe lo destruyeron, lo rompieron a cachitos y lo llevaron a incinerar a la incineradora del Besòs. La Policía Nacional recibió el chivatazo. Estaban los Mossos quemando documentos. Cogieron los papeles y los han reconstruido. En el informe, con mi foto, dicen quién soy, a qué me dedico, cuál es mi ideología política. Dicen que soy el líder de ese movimiento. Eso firmado por Mossos de Esquadra. Lo he denunciado. He perdido en todas las instancias porque dicen los Mossos que lo hicieron para protegerme. Que me expliquen por qué investigan a un ciudadano civil sin orden judicial. Lo tenemos ahora en Estrasburgo, en el Tribunal de Derechos Humanos. Esa es la Cataluña real.