Juan Miguel Zunzunegui, académico, historiador y escritor mexicano
Zunzunegui: «No hay ninguna conquista, los españoles fueron recibidos»
«Cuando tú construyes una catedral que te lleva 200 años construirla, eso no es una colonia, te estás quedando a vivir ahí», explica Zunzunegui
La llegada de los españoles a lo que después llamarían América ha sido cuestión de debate y malas interpretaciones gracias en parte a la leyenda negra y el desconocimiento de la propia historia. Conversamos con Juan Miguel Zunzunegui, historiador, académico y divulgador mexicano que ha dedicado parte de su estudio y difusión a revisar de forma crítica esa historia de América y México que nos han contado en escuelas y universidades.
— ¿Qué se enseña sobre la Hispanidad en México y otros países de América?
— No se enseña, ese es el problema. Somos una gran familia que nos desconocemos. ¿Qué se enseña en México? Básicamente esto: El mundo prehispánico era perfecto, era maravilloso, era glorioso, no había corrupción, ni siquiera había caries en las muelas. Aquí todo era perfecto hasta que llegaron los españoles. Entonces nos concentramos en la conquista y la vemos como algo terrible. Aquí empieza el virreinato y saltamos 300 años de historia, y retomamos con la independencia de México. «Oye ¿Y en estos 300 años? Pues éramos esclavos de los españoles», nos dicen. Entonces, si no estudias los 300 años en los que formamos la Hispanidad, no importa que vayas por México viendo todo lo que te acabo de describir, ni siquiera te has enterado de que eso es español. Y lo malo es que en España se enseña igual, tampoco les enseñan que construyeron en esos 300 años. Es un terrible vacío educativo de ambos lados del océano.
— ¿La llegada de los españoles a México fue una auténtica conquista?
— La palabra conquista es una mentira. México no existía. No puedes conquistar lo que no existe. ¿Quién hizo caer Cuzco o Tenochtitlán? Los indios locales aliados con un puñado de españoles. Llamarlo a eso conquista o invasión es una cosa tremenda. En el caso muy específico de México, la caída de Tenochtitlán fue por un ejército de 100.000 guerreros, a los que acompañan Cortés y 400 españoles. Imagínate, este ejército ve que ya han tomado Tenochtitlán y se han dado cuenta de que unidos pueden contra quien sea, hasta contra los mexicas. Y tú crees que una vez unidos no se les habrá ocurrido: «Oigan, pues si nos quedamos unidos también podemos sacar a los españoles». Pero no lo hicieron. En México y en España no contamos esta parte de la historia. Todos estos pueblos indígenas que se aliaron con Cortés contra los mexicas recibieron a los españoles. No hay ninguna conquista, fueron recibidos, firmaron acuerdos, pactaron alianzas, hicieron matrimonios mixtos y nació el mestizaje. Los españoles fueron recibidos por todos menos por los mexicas.
En España tampoco les enseñan que construyeron en esos 300 años
— Colonia, genocidio, esclavitud. Son tres palabras que se utilizan para definir muchas veces la conquista de América. ¿Hay algo de cierto en ellas? ¿Cómo explicaría usted a alguien que viene con ese discurso la conquista?
— Son tres mentiras. La colonia es lo que hace Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda. Atravieso el mar, domino costas, hago puertos, extraigo recursos y me los llevo a mi metrópoli. En México los españoles llegaron y se fueron tierra adentro, fundaron ciudades, construyeron catedrales, hicieron caminos hacia el norte y se establecieron, tuvieron hijos y esos hijos son nuestros abuelos. Eso no es una conquista, es un proceso migratorio. Para 1650 hay 50.000 españoles y 1 millón de indios. ¿Dónde está la conquista? Cuando tú construyes una catedral que te lleva 200 años construirla, eso no es una colonia, te estás quedando a vivir ahí. No hay nada parecido a una colonia, es parte integral de un mismo reino.
— ¿Y el genocidio?
— En cuanto a genocidio, debe tener varias características para ser considerado así. Número uno: planearlo. España no planeó eso. Número dos: llevarlo a cabo. España no lo llevo a cabo. Número tres: «Yo quiero acabar con este pueblo porque odio a este pueblo». Nada de eso pasó. La «primera generación de conquistadores» bautizan a las mujeres y se casan con ellas. Cuando yo hablo de mestizaje en México me dicen: «sí, claro, porque las violaron». No, las bautizaron y se casaron. En el siglo XVII el bautizo, quiere decir que te integro a lo que yo soy, te hago parte de mi religión, de mi cosmovisión, de mi cultura. A partir de ahora que te he bautizado, tú y yo somos iguales y ahora me puedo casar contigo y tener hijos, y nuestro hijo es legítimo y es otro igual. Eso no es un genocidio.
¿Por qué desciende la población indígena en América? Por tres datos: uno por la mentira que nos cuentan de que había 25 millones de habitantes en México cuando llegan los españoles. No es cierto. Había como mucho 8 millones de habitantes. Si el número es 25, puedes decir que murió el 95% de la población, pero no es cierto. Número dos, no fueron los españoles, fue la viruela. Tercero, por el mestizaje. Entonces, ¿por qué no hay tanta población 100% indígena? Porque nos mezclamos. No haces la gramática de un pueblo al que quieres exterminar, haces la gramática de la lengua de un pueblo con el que te quieres entender. No te mezclas con el pueblo al que quieres exterminar.
— ¿Qué sucede con la esclavitud?
— Las leyes. Isabel la Católica diciendo «cásense españoles con indias, cásense y seamos un solo pueblo». También las Leyes de Burgos de 1512, la bula Sublimis Deus de Pablo III en 1537, las Leyes Nuevas de 1542, La controversia de Valladolid, de Fray Bartolomé de las Casas, en las que se prohíbe esclavizar indios. Si algo quedó claro todo el tiempo es que aquí está prohibida la esclavitud. ¿Por qué? Porque todos somos cristianos, todos somos personas y todos somos parte de la misma corona. Aquí no puede haber esclavos.
— Esta imagen negativa se debe en parte a la leyenda negra ¿sigue existiendo?
— Es muy importante no abusar del término leyenda negra. Hay una leyenda negra, por supuesto. Bartolomé de las Casas miente de cabo a rabo, habla de 24 millones de muertos donde no había ni siquiera 24 millones de habitantes. Es absurdo. No sé por qué habrá hecho eso Bartolomé de las Casas, lo que sí está muy claro es que en plena guerra de independencia de los Países Bajos contra España, la guerra de los 80 años, Guillermo de Orange, el líder de los neerlandeses, toma «la brevísima destrucción de las Indias» de Bartolomé de las Casas, la adultera, la exagera y le agrega los datos terribles. Además, le manda poner litografías donde puedes ver a dos españoles serruchando un indio a la mitad, 20 indios colgados como si fueran jamones. Y claro, hay que entender que los grabados en el siglo XVII, XVIII son las fotografías o la inteligencia artificial de la época. Una mente de ese tiempo ve ese grabado y dice «qué horror» y jura que vio la realidad. No, viste un dibujo que se hizo para que pensaras justo eso. Lo que no se debe hacer hoy en día es que cualquier cosa que digan mal de ti digas que es leyenda negra, porque abusar de eso nos quitaría toda credibilidad.
— ¿Qué elementos hace falta para reconstruir o divulgar esa nueva Hispanidad?
— Más que reconstruir, te diría resignificar, porque la construcción ahí está, todo lo que España hizo en América ahí está. De pronto somos 500 millones hablando español y el 90 % del continente es católico y los que no son católicos son de otro tipo de cristianos, y el que es ateo, es ateo del dios católico y todos son guadalupanos. La Virgen de Guadalupe llegó de España. Lo que hay que hacer es resignificarlo y para eso tenemos que dar la batalla cultural.
Es muy importante mirar a futuro. Di una conferencia titulada: Juntos fuimos Imperio, y desde el principio les dije: «noten la conjugación del verbo, Juntos fuimos. Eso ya se acabó». No puedes luchar contra la fuerza de la historia. El imperio español cayó y murió para siempre. Pero hay que conocer ese pasado para ver todo lo positivo que tenemos en común y construir un futuro. Tenemos un pasado común porque juntos fuimos imperio. La hispanidad del siglo XXI tiene que ser otra cosa, tiene que ser una unidad cultural, económica, política.