Historias de película
El comentario antisemita de Lars von Trier que dejó a Kirsten Dunst temblando y sin nominación al Oscar
El danés protagonizó una polémica rueda de prensa en Cannes –llegó a afirmar que «entendía» a Hitler– en la que dinamitó todas las opciones de Melancolía y de su protagonista a llegar a los Oscar
Lars von Trier no es un director desconocido. Ya sea por las películas que ha dirigido –ninguna de todas ellas exenta de polémica– o por sus declaraciones ante la prensa, el director de cine danés no goza de una gran legión de fans en Hollywood, aunque no hay actor que se resista a trabajar con él. Su forma disruptiva de entender la vida y su pensamiento totalmente al margen del cánon habitual, junto a evidentes traumas psicológicos, lo convierten en un director tan aplaudido por sus obras como cancelado por sus declaraciones y planteamientos. A propósito de la guerra en Israel, las redes sociales han rescatado uno de esos momentos en los que el danés se ganó a pulso el rechazo del mundo y la industria del cine.
Ocurrió en el año 2011. Lars von Trier concursaba en el festival de cine de Cannes con su película Melancolía, con Kirsten Dunst y Alexander Skarsgård en el centro de un nutrido elenco con muchas caras conocidas. Durante la rueda de prensa posterior a la proyección de su película, el director se lanzó a dar su opinión sobre Hitler, el nazismo y el pueblo judío ante la atónita mirada del resto del equipo que pudo ver en directo cómo escapaban por la puerta de aquella sala de prensa todas las opciones de la cinta de llegar a los premios Oscar.
La mirada y los gestos de Kirsten Dunst mientras Lars von Trier se lanzaba cuesta abajo y sin frenos por la carretera del antisemitismo lo dicen todo. Las risas iniciales de Stellan Skarsgård, ante comentarios políticamente incorrectos pero todavía dentro de los límites de la libertad de expresión, tornaron en un rictus serio y preocupado conforme el danés abría las compuertas de su maltrecho pensamiento ante las cámaras, los periodistas y los críticos de cine congregados en aquella sala de conferencias.
Más adelante se relatan las declaraciones que provocaron el escándalo, pero aquí las consecuencias: el director de cine fue expulsado, vetado y totalmente censurado de aquella edición de Cannes –aunque en 2018 volvería con otra polémica cinta– y la carrera de Melancolía por festivales y certámenes se acabó allí mismo.
A Hollywood le gusta el escándalo, vive de ello en muchas ocasiones, pero también tiene varias líneas rojas bien delimitadas: el antisemitismo es una de ellas. Y Cannes, aunque esté en Francia, es tan parte de Hollywood como el teatro Kodak de Los Ángeles. Nunca lo sabremos a ciencia cierta, pero puede que la mayor perjudicada fuese Dunst cuya interpretación iba como un cohete hacia la nominación al Oscar. Un cohete que terminó estampado contra el muro de la cancelación.
«Israel es un grano en el culo»
Vayamos al turrón. Respondiendo a una pregunta, Lars von Trier afirmó lo siguiente: «Durante mucho tiempo pensé que era judío y era feliz de ser judío. Entonces conocí a Susanne Bier (directora judía) y ya no era tan feliz. Pero entonces descubrí que realmente soy nazi. Mi familia era alemana. Y eso me dio un poco de placer. ¿Qué puedo decir? Entiendo a Hitler... me identifico con él un poco».
En este momento de la rueda de prensa ya se puede ver a Dunst sudar la gota gorda. Ella intercambia miradas con el resto de compañeros en la mesa como diciendo: «¿Soy la única que se está dando cuenta de lo que está diciendo?». Le toca el brazo a von Trier, le dice algo en voz baja, entre sonrisas. Ella piensa, en ese momento, que todavía no está todo perdido. Pero el danés lejos de echar el freno, se viene arriba e intenta arreglarlo:
«No significa que esté a favor de la II Guerra Mundial y no estoy en contra de los judíos, ni siquiera de Susanne Bier. De hecho, estoy bastante a favor de los judíos. De todos. Bueno, Israel es un grano en el culo pero...». Aquí toda oportunidad de Melancolía y de Dunst de llegar a los Oscar se desvanecen tan rápido como arde una cerilla. Y más tarde, a propósito de llevar las riendas de una superproducción, von Trier se regodeó en sus declaraciones: «Sí, a los nazis nos gusta hacer las cosas a gran escala». Y así es como se revienta desde dentro, en directo y ante la prensa mundial el trabajo de todo un equipo.
Junto a Dunst, la otra actriz protagonista Charlotte Gainsbourg desea estar en su cama enferma con 40 de fiebre en vez de en esa rueda de prensa. Aunque su gesticulación no es tan sincera como la de Dunst. Sobre ellas dos, Lars von Trier también dejó una sucia perla aquel Cannes 2011 que resonó con fuerza: «Volvería a trabajar con ellas dos...en una película porno de 3 o 4 horas».
Nadie sabe a ciencia cierta hoy en día si realmente pensaba lo que dijo o si fueron bromas mal avenidas o si, simplemente, fueron cortocircuitos de una mente navegando entre la locura y la cordura. Aunque, para ser sinceros, Lars von Trier es de los pocos directores que se puede permitir el lujo de ser cancelado –incluso de revolcarse en la cancelación– puesto que nada de eso impedirá que siga haciendo cine y que los actores del mundo entero se peguen por trabajar con él.
Aquel año en Cannes fue apoteósico: desde el aplauso internacional y reconocimiento que atesoró la película muda The Artist hasta el abucheo e incomprensión de El Árbol de la Vida de Terrence Malick. Y la polémica en torno a Lars von Trier no hizo más que avivar aún más la expectación en torno al festival de la costa azul.