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Inés Hernand, en el programa de Calleja

Inés Hernand, en el programa de CallejaCuatro

Presentadora de RTVE en los Goya; «Eres un icono, presi»

Los apuros económicos de Inés Hernand: «Tenía que comerme los restos de la comida de los clientes»

La comunicadora confiesa su inexistente relación con sus padres: «Desde los 25 años no he sabido nada de ellos. Y tengo 31».

«Yo soy una buena persona. Tauro. Divertida, jocosa, atrevida». Así se presentó Inés Hernand ante Jesús Calleja. La comunicadora que se rindió en la gala de los Goya a los encantos de Pedro Sánchez («eres un icono, presi») fue, junto al actor Félix Gómez, la protagonista del especial Planeta Calleja: Misión a Marte, en el que ambos vivieron durante cinco días en Astroland, el simulador subterráneo de viajes a Marte que hay en una cueva de Cantabria.

Como hace con todos los invitados, Calleja se interesó por la vida y obra de Inés Hernand, nacida en Madrid en 1992. Su infancia ya fue atípica: «Empecé el cole tarde, con 6 años. No era obligatorio y mis padres así lo decidieron». De joven tuvo eco con una «serie de temática lésbica» que hacía con amigos y se emitía en You Tube.

A los 18 años se fue de casa. «Viven pero no tengo mucha relación», dijo de sus padres. «Ellos tenían mucho curro, siempre estaban fuera», recordó sobre ellos, que se dedicaron a su carrera profesional y delegaron el cuidado y la educación de su hija en una abuela.

Tuvo muchos enfrentamientos antes con sus padres, pero los más «hardcore» llegaron pasados los 20: «Desde los 25 años no he sabido nada de ellos. Y tengo 31». «Es lo más justo para ambos, porque si no hay un entendimiento, si hay mucha broca, y parece como que todo eso no se puede sortear… Me parece guay visibilizar que no porque te hayan parido tú tienes que tener buena relación», argumentó sobre su relación con sus progenitores.

Inés, durante su charla con Calleja

Inés Hernand, durante su charla con CallejaCuatro

Confesó haber pasado dificultades económicas que apenas le permitían cubrir necesidades básicas. Como dormir: «He compartido cama con un antiguo profesor de batería mío». Como alimentarse: «Tenía que comerme los restos de la comida de los clientes», recordó de la época en la que trabajaba en hostelería. Y esta carencia le generaba estrés, «porque piensas que la escasez se cronifica». Hablando de cronificaciones: «Tengo ansiedad cronificada», confesó.

De los hombres, y especialmente del susto y pasmo de estos ante mujeres «empoderadas» como ella, también habló: «Hay una estructura social que no absorbe tan bien a las tías que tienen un poquito de personalidad, de carácter. Los chicos heterosexuales se quedan como una liebre cuando le das las largas en la carretera, tiesos».

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