La tertuliana de TVE a quien le pareció «gracioso» el chiste sexual de Jaime Caravaca a un bebé de tres meses
Las tertulias de la televisión dedicaban esta semana buena parte de su tiempo –cada vez más dilatado– a debatir sobre la agresión de Alberto 'Pugilato' al cómico Jaime Caravaca mientras actuaba en un local de Madrid. 'Pugilato' había subido una fotografía a las redes sociales con su bebé de tres meses en sus brazos y a quien quiso proteger cubriendo parcialmente el rostro del niño con el icono de un corazón. Caravaca respondió a la publicación con un deleznable comentario sexual sobre el menor y Pugilato decidió tomarse después la justicia por su mano agrediendo en dos ocasiones al humorista.
Las dos acciones, la publicación de Caravaca sexualizando a un bebé y la posterior agresión de Pugilato, merecían ser condenadas, pero a varios contertulios de la televisión, especialmente de la pública, les pareció bien el repugnante comentario del humorista. Una de ellas, en el programa de La 1 Mañaneros, llegó a decir que el chiste no le parecía «desagradable» y que, en cambio, le parecía «hasta gracioso». Que era «una forma coloquial de hablar». Siguió con su cadena de dislates para justificar a Jaime Caravaca. «Para empezar, el chiste está hasta bien redactado», continuó la tertuliana, convertida repentinamente en una suerte de gramática del humor, solo que sin gracia alguna.
La tertuliana se retrató enseguida: pasó a insultar al padre, al que todos se apresuraron a señalar como de extrema derecha sin comentar que Caravaca es de extrema izquierda. «Es un demagogo, además de un sinvergüenza, porque está tergiversando la realidad». En esto último, a diferencia de la gramática de los chistes, la contertulia sí parece experta.
«Pobre bebé, que tiene ese padre», acababa de decir otra de sus compañeras en la mesa de tertulia. Espejo Público, en Antena 3; Todo es mentira, en Cuatro, en otra demostración de sensatez de Risto Mejide en su discurso; y TardeAr, en Telecinco, también abordaron el asunto.
En el programa vespertino de Ana Rosa hablaron con Jaime Caravaca. Salió en su defensa, Javier Sardà, igual que antes lo había hecho Ernest Urtasun, el ministro de Cultura de un gobierno, el de Sánchez y sus socios, que es capaz de interesarse por los derechos del mosquito trompetero pero que, en cambio, desampara a los menores y los abandona a su suerte.
Caravaca, a quien echaron de La Resistencia, el programa de Broncano que en septiembre aterriza en TVE para complacer a Sánchez, pidió disculpas. El padre que agredió al supuesto cómico las aceptó. Falta que Jaime Caravaca las pida, por ejemplo, por su execrable intento de broma con la pérdida del bebé que hace un año esperaba Isabel Díaz Ayuso. Ni aquello, ni esto, va de los límites del humor. Jaime, los límites son, más bien, los de la decencia.