Para Torre Barró, uno de los barrios olvidados de la periferia barcelonesa, el autobús de la línea 47 no solo representa un medio de transporte, sino el culmen de la lucha vecinal para conseguir estar comunicados. Manolo Vital (Eduard Fernández), su conductor, intenta demostrar que este tejido urbano fruto de las corrientes migratorias del país merece dejar de ser invisible y se atreve a desmontar las mentiras que argumentan las autoridades: que los autobuses no son capaces de pasar por las inseguras, estrechas y empinadas calles que separan a la clase trabajadora de la ciudad. Es una de las grandes apuestas para la próxima edición de los Premios Goya con 14 nominaciones, incluyendo mejor película, guion original, actor y actriz de reparto.