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Toma de posesión de Alfonso Bullón de Mendoza

Toma de posesión de Alfonso Bullón de MendozaPaula Argüelles

Alfonso Bullón de Mendoza: «Las crónicas de Gruneisen demuestran que trató de penetrar en el alma de nuestra patria»

El presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, Alfonso Bullón de Mendoza, ha ingresado como Académico de Número en la Real Academia de Doctores de España con la ponencia Charles Lewis Gruneisen: un corresponsal de guerra británico en la primera guerra carlista

El presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera, ha tomado posesión como Académico de Número en la Real Académica de Doctores de España, y lo ha hecho en un acto encabezado por su presidente, Antonio Bascones Martínez, y con un discurso titulado 'Charles Lewis Gruneisen: un corresponsal de guerra británico en la primera guerra carlista'.

El tema elegido por el doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad CEU San Pablo enraiza con su amplia experiencia, fruto de la investigación y la docencia, en el carlismo.

Tras expresar su turbación por tomar el relevo de la medalla número 62 del fallecido doctor Juan José Luna, Bullón de Mendoza ha entrado de lleno en la figura de su estudio, Charles Lewis Gruneisen, tratando de dar respuesta a cómo un corresponsal del Morning Post, uno de los periódicos más influyentes de la época en Inglaterra, llegó a cubrir la Primera Guerra Carlista en la España de Isabel II.

Alfonso Bullón de Mendoza durante su discurso

Alfonso Bullón de Mendoza durante su discursoPaula Argüelles

Alfonso Bullón de Mendoza ha explicado con agudeza y exactitud en qué consistió aquella Primera Guerra Carlista, «de la que hoy se tiende a pensar que fue un conflicto menor protagonizado por navarros y vascos con el apoyo de algunas partidas en el Maestrazgo y Cataluña, pero nada más lejos de la realidad». Fernando VII quiso cambiar la ley sucesoria para garantizar el acceso al trono de una posible única descendiente femenina, una publicación que, según ha argumentado Bullón de Mendoza, tenía visos de ilegalidad. «Una vez el infante don Carlos abandona España en marzo de 1833, Fernando VII procedió a convocar Cortes, pero las Cortes no tuvieron como objeto debatir el cambio de la ley de sucesión, sino tan solo jurar a la princesa Isabel como heredera de la Corona», ha argumentado el ya académico. Así, el cambio se realizó sin respetar las formalidades políticas del Antiguo Régimen.

  • Lee a continuación el discurso íntegro pronunciado por Don Alfonso Bullón de Mendoza por su ingreso en la Real Academia de Doctores de España

La sublevación se produjo en octubre de 1833, y el académico ha explicado las consecuencias sociales, económicas y de esfuerzo bélico que supusieron para la España de entonces. «Para ultimar esta breve panorámica sobre la dimensión del conflicto cabe recordar que no hubo una sola provincia española, salvo las islas Canarias, en la que no hubiera presencia armada carlista, y que a lo largo de las contiendas los carlistas llegaron a ocupar, aunque fuera por muy breve espacio de tiempo, ciudades como Bilbao, Vitoria, Logroño, Oviedo, Santiago, León, Palencia, Albacete, Córdoba, Cáceres, Ronda, Soria, Huesca, Segovia, Valladolid y Guadalajara». La internalización de la guerra, especialmente gracias a la presencia de soldados ingleses en las filas de la Reina, ha sido ampliamente explicada por el doctor, como una de las causas que permiten entender el interés de la prensa en cubrir el conflicto.

Alfonso Bullón de Mendoza, acompañado de la comitiva, en su entrada a la Real Academia de Doctores

Alfonso Bullón de Mendoza, acompañado de la comitiva, en su entrada a la Real Academia de DoctoresPaula Argüelles

Las expediciones carlistas

En su discurso, ha señalado también que lo más característico del período de la guerra comprendido entre la muerte de Zumalacárregui (junio de 1835) y la consolidación del giro hacia Levante (agosto de 1838) fue el denominado sistema de expediciones, por el que las tropas carlistas, que buscaban extender la guerra a otros puntos de la Península mediante el envío de tropas que pudieran alentar la sublevación y posterior consolidación de los carlistas locales.

Tras explicar las diferentes expediciones y las posturas ante las mismas, el nuevo Académico de Número ha repasado el origen de los corresponsales de guerra, cuyo origen suele situarse en la figura de Rusell y su cobertura de la guerra de Crimea. Para ello ha explicado las características que debe reunir un corresponsal de guerra, que incluyen ser civil (o periodista profesional), informar sistemáticamente de un conflicto, estar presente en el frente o ser testigo de una batalla, correr el riesgo de ser víctima del conflicto, buscar la verdad y narrar el sufrimiento de soldados y civiles y tener influencia para cambiar el desarrollo de la guerra.

En base a estas condiciones suele creerse que Henry Crabb Robinson fue corresponsal de guerra. Hace un repaso Bullón de Mendoza por otras figuras, analizando la justicia o no de considerarlas corresponsales de guerra, hasta llegar al periodista fruto de su estudio: Charles Lewis Gruneisen.

Alfonso Bullón de Mendoza tras la investidura como Doctor

Alfonso Bullón de Mendoza tras su investidura como Académico de Número en la Real Académica de Doctores de EspañaPaula Argüelles

Gruneisen, un corresponsal en el sentido moderno del término

Aunque la mayoría de las noticias de la Guerra Carlista llegaban de París, The Morning Post consideró apropiado mandar a un corresponsal propio, especialmente debido al interés que para Inglaterra tenía el conflicto, ya que numerosos soldados ingleses se encontraban entre las filas de la Reina. El 18 de diciembre de 1835 se publicó la primera crónica del corresponsal William Walton, pero los líderes Tories querían información «auténtica y depurada», razón por la que el director C. E. Michele llamó a Gruneisen para ofrecerle acompañar la expedición real como corresponsal.

Bullón de Mendoza ha citado en varias ocasiones textos del propio Gruneisen en el que expresa su deseo de conocer a los oficiales carlistas, así como las diversas travesías y movimientos que realizó acompañando a los soldados. «Si cruzar a la zona ocupada por los isabelinos había sido fácil, llegar a las filas carlistas no lo iba a ser tanto, pues el gobierno de Luis Felipe apoyaba a la reina, y no permitía que se pudiera traspasar su frontera para entrar en la zona controlada por las armas carlistas», ha destacado el académico sobre el viaje de Gruneisen desde Inglaterra hasta España atravesando Francia.

Bullón de Mendoza recoge también las menciones de Gruneisen a la humanidad de Don Carlos, «que con lágrimas en los ojos no quiso que Moreno persiguiera a las tropas que había derrotado en Huesca, porque a pesar de que había sido atacado por españoles seguían siendo súbditos». Al igual que las bondades del aspirante al trono (sencillo, benevolante, con grandes principios políticos y moralmente intachable), el corresponsal también detallaba la brutalidad de la guerra y las diferentes crueldades de las que fue testigo. Sus crónicas refieren el tránsito por los pueblos que hace la expedición Real.

El 4 de octubre Gruneisen pudo hablar con Don Carlos, que le preguntó su opinión sobre la retirada de los carlistas: «Su Majestad comentó que había muchas dificultades que vencer y que él era el más ansioso por conseguir la rápida terminación de la guerra, pero que suponía que todos debíamos tener paciencia», recoge su crónica, citada por el académico. Tras decidir regresar a Bayona para recuperarse del agotamiento extremo (cosa que hizo disfrazado de contrabandista), Don Carlos le dio las gracias y le otorgó la cruz de Carlos III, a la vez que le hacía partícipe de su preocupación por la imagen que se podía tener de él en Inglaterra.

Algunos de los Doctores que han asistido a la ceremonia

Algunos de los Doctores que han asistido a la ceremoniaPaula Argüelles

En su regreso, sin embargo, Gruneisen fue hecho prisionero, y estuvo a punto de convertirse en el primer corresponsal fallecido a consecuencia de la guerra. Seguía enviando crónicas, en esta ocasión de la improvisada cárcel que albergaba a centenares de prisioneros de ambos bandos. En su discurso, Bullón de Mendoza ha explicado también las peripecias que resultaron en la liberación final, en diciembre de ese mismo año: el 18 llegaron a Santander, desde donde viajaron, el 10 de febrero, a Bayona, Burdeos y después a París, desde donde mandó otra crónica y regresó a Inglaterra.

Así, Alfonso Bullón de Mendoza ha terminado su discurso afirmando que Gruneisen cumple todos los requisitos para ser considerado un corresponsal de guerra en el sentido moderno del término. Fue un periodista profesional, informó sistemáticamente de la Primera Guerra Carlista durante más de seis meses, fue testigo de varias batallas, corrió el peligro de ser víctima del conflicto, buscó la verdad (aunque fuera evidente su toma de partido por Don Carlos) tratando de dar cuenta de las penalidades de los soldados y de los civiles y su labor tuvo una importante repercusión en la opinión pública, sobre todo a partir de su detención, de la que se hizo amplio eco la prensa británica.

El nuevo académico ha finalizado su discurso afirmando que, «185 años más tarde de que fueran escritas, las crónicas de Gruneisen demuestran que trató de penetrar en el alma y los problemas de nuestra patria».

Emilio De Diego García, Presidente de la Sección de Humanidades de la Real Academia de Doctores de España, durante su discurso de contestación.

Emilio De Diego García, Presidente de la Sección de Humanidades de la Real Academia de Doctores de España, durante su discurso de contestación.Paula Argüelles

El discurso de contestación ha estado a cargo del doctor Emilio de Diego García, Presidente de la Sección de Humanidades de la Real Academia de Doctores de España, tars el que le ha sido impuesta la medalla a Alfonso Bullón de Mendoza, que ha realizado su juramento. Tras escuchar el himno Gaudeamus igitur, el nuevo académico ha tomado posesión de su asiento, con una fuerte ovación del auditorio congregado en el Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid.

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