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Ana de Armas como Marilyn Monroe en 'Blonde'

Ana de Armas como Marilyn Monroe en BlondeGTRES

Ana de Armas, Marilyn Monroe y el verdadero concepto de «apropiación cultural»

La actriz cubana consigue con su excelente interpretación de la malograda estrella en Blonde «apropiarse» de ella, lejos de las cuotas raciales que se imponen en Hollywood

Steven Spielberg contrató a actores portorriqueños para que interpretasen los papeles de portorriqueños en su West Side Story. Una reivindicación y una restitución que quiso llevar a cabo el autor de Tiburón respecto a la versión original de 1961, en la que los personajes portorriqueños fueron interpretados por actores estadounidenses caracterizados.

Una latina que interpreta a una angelina

Una afrenta para los tiempos corrientes. Recientemente el actor colombiano John Leguizamo, quien ha desarrollado con éxito toda su carrera en Hollywood, volvió a hacer saltar la polémica al criticar con vehemencia la elección del actor californiano James Franco para interpretar a Fidel Castro en la próxima película Alina of Cuba. Leguizamo afirmó que no tenía problemas con Franco, pero sí con el hecho de que no era latino.

Un caso parecido, pero al revés, es el de la actriz cubana Ana de Armas y su papel de Marilyn Monroe. Una «apropiación cultural» a la inversa: una latina que interpreta a la angelina más famosa de la historia y que con su excelente trabajo ha callado todas las críticas (pocas en comparación a si la elección hubiera sido en sentido contrario, como en el caso de James Franco para hacer de Fidel Castro).

Expresión 'woke'

Pero la verdadera «apropiación cultural», una expresión esencialmente woke, debería no ser precisamente la que presume de cuota, sino la que, como intérprete, se «apropia» de un personaje hasta hacerlo enteramente suyo como ha hecho Ana de Armas. Una actriz morena de ojos claros que se ha convertido en una mujer rubia platino de ojos oscuros.

Ana de Armas como Marilyn Monroe en 'Blonde'

Ana de Armas como Marilyn Monroe en Blonde

Y lo que está dentro de esa apariencia, relativamente sencilla de lograr con tintes y lentillas, es la auténtica «apropiación cultural», alejada por completo de cupos y de guerras culturales que la actriz cubana ha ganado con su sobresaliente manifestación artística de lograr parecerse tanto a Marilyn Monroe, en la lejanía y en la cercanía, como para que al espectador se le olvide hasta el verdadero aspecto de la mítica estrella.

La «hegemonía cultural» en ridículo

De Armas consigue lo que ni siquiera logró la también magnífica actuación de la actriz de Montana Michelle Williams en Mi Semana con Marilyn, la única «apropiación cultural», la del valor y el talento, que debería existir. La protagonista de Blonde, la dura y estupenda película de Andrew Dominik, supera todos los condicionantes raciales con su metódica obra para hacerlos ridículos y para dejar en ridículo a la «hegemonía cultural» que trata de invadir también el arte con sus incompatibles causas fragmentarias.

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